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La noche de Navidad

Lucas 2,1-20

Ésta es la noche para la cual nos hemos preparado todo el Adviento. La noche hermosa para la cual mi tía Martha decreta un adviento mayor que el de la Iglesia, y que comienza con los primeros adornos que decoran las paredes de su casa apenas pasa el día de muertos. La noche que Lola Beltrán celebraba poniendo el nacimiento en julio y que quitaba hasta abril.

Ésta es la noche santa de la Navidad, la noche en que el cielo y la tierra se abrazan entre las pajas de un pesebre de Belén. La noche en que Dios hecho hombre se acurruca en los brazos y las caricias de una muchachita. La noche en que por vez primera Dios duerme protegido por un hombre. La noche en que María y José sonríen y lloran de emoción y no se cansan de mirar al recién nacido que se les ha confiado.

Ésta la noche en que la oscuridad retrocede ante la luz que llega, pequeñita y débil como la luz de una vela, pero cálida y brillante. Nunca más se apagará. Ésta es la noche del silencio rasgado por la Palabra de Dios y el canto de los ángeles. La noche en que Dios grita que nos ama tanto que se ha hecho uno de nosotros, uno como nosotros, uno más entre nosotros. Ésta es la noche para contemplar el misterio del Dios que por amor se deja envolver en pañales.

Ésta es la noche en que los pastores corren a Belén, la noche en que los despreciados son invitados a contemplar al Niño que ha nacido para todos. Ésta es la noche en que los pobres se sientan se compartir su pan y su vino con la familia de Belén.  Ésta es la noche en que nace la esperanza de lo imposible. La noche que llueve paz, de la que tan sedientos estamos, para fecundar el corazón del hombre y que el hombre goce el amor de su Dios. Ésta es la noche de la esperanza, la noche que levanta del polvo a los caídos, la noche en que vuelven a brillar los ojos apagados, la noche que venda los corazones rotos.

Ésta es la noche para contemplar a Dios con la mirada y el corazón de María y de José. La noche para soñar con el futuro del Niño, con el nacimiento de una nueva humanidad desde lo débil y pequeño de nuestra humanidad. La noche para tumbarse entre la paja, apoyar el rostro en la mano y el codo en el suelo, y extasiarse ante el Niño de María, el Niño de José, nuestro Niño y nuestro Dios. Noche para cantar como los ángeles que Dios nos invita a no sentir más miedo, nunca; y a estar siempre alegres. Noche para correr como los pastores y anunciar al mundo que Dios sabe lo que es tener hambre y sentir frío. Y que también conoce los besos de mamá y las caricias de papá.

Ésta es la noche santa de Navidad, la noche buena que se hizo flor para pintar la noche con el color del corazón de Dios. Mi abrazo para cada uno.

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