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Mostrando entradas de febrero, 2016

Dios es negra

Lucas 13,1-9 Dios es negra. La frase es de Andrés Torres Queiruga. Se la escuché en una conferencia llamada "Aproximaciones a Dios en cuatro metáforas". Oyéndolo vino a mente el recuerdo de Eufrosina, la Ma' linda de Memín, gorda de labios gruesos, de manos anchas, pobre, hacinada en una vecindad. Pensé también en Celie, la protagonista de El color púrpura, encarnada en el cine por Whoopi Goldberg. Nacida en el campo, Celie es violada por su propio padre, quien la embaraza y luego la vende a otro negro, quien también la usará, la humillará, la golpeará, y arraigará en ella la opresiva idea de que es pobre, negra, fea y mujer. Celie escribía cartas a Dios, y lo llamaba simplemente Dios, aunque lo imaginaba varón blanco y rico. Con el tiempo, y a través de diversas manifestaciones de amor, irá cambiando su imagen de Dios, lo descubrirá cada vez más cercano y más parecido a ella misma, una negra. Y a partir de entonces volverá a reír abiertamente. Apenas el lunes en la Fe

El rostro transfigurado

Lucas 9,28-36 Platicaba un día Mafalda con su amiga Libertad: -¿Y tu papá, Libertad, a quién piensa votar en las próximas elecciones? -Cállate, anda de una cara, ¡pobre! -Ah, ¿todavía no se decide por ningún candidato? -Sí, se decidió, ¡y anda con una cara, pobre! -¿Por qué? ¿Piensa que ese candidato va perder? -No, piensa que va a ganar, ¡y anda con una cara, pobre! -No entiendo a tu papá, Libertad. Sabe a quién votar en las próximas elecciones, piensa que ese candidato va a ganar… ¿y no está contento? -No, ¡anda con una cara, pobre! -Pero… ¿por qué? ¿Acaso supone que al candidato no lo van a dejar gobernar? -A veces supone eso, ¡y entonces anda con una cara, pobre! Otras veces supone que sí lo van a dejar gobernar, ¡y también anda con una cara, pobre! -¡Pero jorobar!-, gritó Mafalda-, ¡si tanto le fastidia ese candidato, por qué cuernos no se le no ocurrió votar a cualquiera de todos los otros! -Se le ocurrió, ¡y anduvo con unas caras, pobre! El pasaj

Tentaciones: El drama de la historia

Lucas 4,1-13 Al final de la misa de exequias, hay una oración en la que se le dice al difunto, que Dios que lo protegió en vida, lo librará de la muerte que acaba de sufrir. Cuando se celebra el funeral de una persona mayor, que muere tranquilamente en su casa, la oración suena sincera y es bien recibida. Cuando, en cambio muere alguien joven a causa de una enfermedad incurable o, peor aún, de la violencia, la oración desconcierta, a mí mismo me confronta: Dios que te protegió durante tu vida... la oración es asentida, pero en la mirada de los dolientes se percibe el desconcierto, pareciera que preguntaran: ¿de verdad lo protegió? Este es el drama del relato de las tentaciones, y es el drama de nuestra historia. No se trata de las tentaciones como debilidad, como trampa, como libertad o poder y seducción de diablo hacia nosotros. El relato de las tentaciones desnuda la experiencia de nuestras propias contradicciones, la primera de ellas, la de ser imagen y semejanza de Dios en un