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Mostrando entradas de octubre, 2011

Cátedra de Moisés; catedrático de Dios

Mateo 23,1-12 Una escena sin escenario preciso, pero con auditorio bien definido: la muchedumbre y los discípulos. No se puede perder de vista que estamos hacia el final del Evangelio, con Jesús en pleno conflicto con el poder religioso de Jerusalén, aliado al poder político de Roma. Al dirigirse a la gente y a los discípulos, Jesús les asegura que en la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Y les pide: "Hagan todo lo que les digan, pero no imiten sus obras." Uno está tentado a creer que, en principio, el texto es denuncia contra la hipocresía, y que todo se trataría de una cuestión personal o de rivalidad entre Jesús y los fariseos. En ese caso, Jesús estaría diciendo que la enseñanza de éstos es buena, y como tal hay que seguirla; pero los fariseos entonces serían unos hipócritas, incongruentes, que dicen una cosa y hacen otra. Sólo que hay un pequeño inconveniente: A lo largo del Evangelio, Jesús ha rechazado la enseñanza de los fariseos y los es

El Corazón del P. Albino

Mateo 28,16-20 Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND, aunque más bien debiera ser DOMUM). Eso celebramos como Iglesia este domingo 23 de octubre. Por eso la escena final de Mateo, que recuerda que el anuncio del Evangelio por cada rincón de la tierra y a cada rincón del corazón humano no es un servicio de buena voluntad, sino el mandato del Señor Resucitado. Yo pertenezco a una familia de misioneros, puesta bajo la protección de san José, misionero del Hijo, al que llevó a África, la noche de la Huida a Egipto. África nos recibió en 1982. Los josefinos llegamos al Santuario de Nuestra Señora de Muxima, en Angola, a orillas del río Kwanza. La imagen venerada en el Santuario es de la Inmaculada Concepción de María, a la cual el pueblo angoleño llama Mamá Muxima , que significa Mamá Corazón, y no me parece que haya un mejor nombre de cariño para la muchachita de Nazaret que mostró a Jesús que Dios es un Papá que ama con corazón de Mamá. Hoy el Rector del Santuario de Muxima e

Entre Dios y el César

Mateo 22,15-22 Conocidísima la escena, conocidísima. ¿Quién no ha escuchado citar al menos trece mil doscientas veintinueve veces la sentencia: "Al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios"? Y claro, las mismas veces (al menos trece mil doscientas veintinueve), se usa con el sentido de separar los asuntos políticos de los asuntos religiosos. Yo he escuchado la cita tanto en políticos como en gente de la jerarquía eclesiástica, y siempre van en este sentido. Y cualquiera diría, "¡claro como el agua!" Pero la verdad es que no; a mis treinta y cuatro años, dos meses, tres semanas y cuatro horas con cinco minutos de engalanar con mi vida a este mundo, me queda claro que éste no es el sentido de las palabras de Jesús. Y no creo cambiar de opinión de aquí a mañana. En primer lugar porque he leído la escena entera y veo por qué Jesús dijo lo que dijo, es decir, que al César lo del César, y a Dios lo de Dios. En segundo lugar, porque he leído el evangeli

La boda ¿arruinada?

Mateo 22,1-14 La tercera de tres parábolas con la que Jesús desafió a los sacerdotes y ancianos del Templo de Jerusalén, y con las que se defendió de ellos. Se trata de una parábola un tanto extraña, mezcla de la predicación histórica de Jesús, como del momento que vivía la comunidad cristiana de Mateo, en la que surge el evangelio hacia el año 80 d. C. El Templo de Jerusalén había sido incendiado y destruido por los romanos en el año 70. La parábola compara al Reino de Dios con un rey que celebra la boda de su hijo. Se trata de un tema de fuertes raíces en la Escritura. A lo largo y ancho del Antiguo Testamento, la relación de Dios con su Pueblo se simbolizó mediante el matrimonio. Dios es el esposo o el novio; y la Iglesia, la esposa o la novia. Es tan fuerte este vínculo, que cualquier acto de infidelidad de parte de la novia hacia el novio se tacha de prostitución. Y siempre es una infidelidad de la novia hacia el novio, porque Dios es siempre fiel a su pueblo. La fidelidad

Viñadores homicidas

Mateo 21,33-46 Seguimos en la misma secuencia narrativa de la semana pasada. Tras la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, los sacerdotes y ancianos del Templo lo confrontaron. Jesús se defendió y les espetó tres parábolas, la primera fue la de los dos hermanos hijos del dueño de la viña; la segunda es la de los viñadores asesinos. Les dijo Jesús que el dueño de una hacienda plantó una viña, la rodeó con una cerca, construyó un lugar para producir el vino, edificó una torre, la arrendó a unos viñadores y se ausentó. Al llegar la cosecha envió criados a los viñadores, pero éstos hirieron a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. Envió el dueño nuevamente a otros criados, pero hicieron lo mismo con ellos. Finalmente el dueño envió a su hijo, pensando que a él sí lo respetarían, pero los viñadores pensaron que, siendo el hijo, era el heredero, así que lo mataron para quedarse con la herencia. Jesús preguntó entonces a los sacerdotes y a los ancianos qué haría el señor de la viña