Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2013

En vigilante espera

Mt 24,36-44 Primer Domingo de Adviento. El año litúrgico se rige por el recuerdo de la vida del Señor Jesús, por eso comienza haciendo memoria de su nacimiento, pero para celebrarlo hay un periodo previo de preparación, que es el adviento. Empero, el adviento no sólo nos prepara para celebrar el nacimiento de Jesús, también nos alista para la venida de Jesús al final de los tiempos, cuyo pronóstico se ha venido recorriendo paulatinamente, la última cita conocida con el fin del mundo fue el año pasado, y aquí seguimos. Con todo, desde los primeros tiempos de la Iglesia, se ha pensado en una venida más del Señor, no sólo la primera, cuando nació al tiempo y a la historia, ni la del fin del mundo, sino una tercera venida, una venida tan misteriosa como discreta. Una venida a la que pueden aplicarse las palabras del evangelio de Mateo: el Señor vendrá como el diluvio en tiempos de Noé, mientras la gente come, bebe y se casa y no sospechaban el chubasco que se les venía. Sería equivoc

Cristo Rey

Lucas 23,33-43 Este domingo la Iglesia celebra la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Para iluminar este fiesta, contamos este año con el evangelio de san Lucas. Se trata de una escena de la crucifixión, hasta el diálogo con el criminal conocido como "el buen ladrón". A mí en lo personal hay varias cosas de esta fiesta que no me acaban de cuadrar, porque Jesús nunca se llamó rey, y siempre dejó mal parados a los reyes de la tierra. Jesús tuvo una gran pasión en su vida, a la que se entregó con todo su corazón, con todas sus fuerzas, con toda su vida: la acción salvadora de Dios en la historia. A esta acción Jesús la llamó imperio o reinado de Dios . Y por las palabras y las acciones de Jesús a lo largo del evangelio queda claro que este reinado se traduce en vida y vida digna para todos, comenzando por los más necesitados de ella: los pobres, los marginados, los excluidos, los enfermos, los despreciados, los débiles, los pequeños. Del evangelio queda claro

El fin del mundo

Lucas 21,5-19 Estamos ante lo que se conoce como el "Discurso escatológico de Jesús", un largo discurso sobre las señales del fin del mundo, tema tan de moda en los últimos tiempos. Estamos hacia el final del Evangelio, Jesús está ya en Jerusalén y su conflicto con la élite del poder político romano y religioso judío es más que abierto. Tras este discurso, comenzará la secuencia narrativa de su pasión, muerte y resurrección. De esta manera, dentro del relato entero del evangelio, este discurso prepara al lector para comprender "el fin del mundo" y sus signos a la luz del misterio pascual. Por lo tanto, en realidad, los signos del fin del mundo no nos hablan simplemente de un final, sino del inicio de la plenitud del Reinado de Dios, alcanzada en la Resurrección de Jesús. Más aún, habrá que decir que en el Evangelio todo es buena noticia, y si Jesús nos alerta de un final del mundo no se trata de un anuncio de muerte y destrucción; Dios no quiere la muerte y la

Esperanza en la vida

Lucas 20,27-38 La escena tiene lugar en el Templo de Jerusalén, y narra el debate sostenido entre Jesús y los saduceos, de los cuales se nos aclara que no creían en la resurrección, y para defender su idea se apoyan en la Ley de Moisés; concretamente, en la ley del levirato, según la cual cuando un varón casado muere sin hijos, el hermano del difunto debe casarse con la viuda para tener hijos con ella, que legalmente serían hijos del difunto, de manera que no se pierda su descendencia.   Así, a Jesús le plantean el hipotético caso de una nujer a la cual se le muere el marido sin tener hijos, se casa con el segundo, y lo mismo, y luego con el tercero, y lo mismo; y así, hasta llegar al séptimo de siete hermanos, y con ninguno tuvo hijos, y la pregunta planteada a Jesús es de quién será esposa la mujer. Y uno no sabe a quién culpar de la mala suerte, si a la múltiple viuda, o a la familia de los siete difuntos hermanos sin hijos, condenada a morir para siempre, como la estirpe de

Zaqueo y la conversión de Jericó

Lucas 19,1-10 Pues así son las cosas. De repente parece que uno ya conoce los textos y sus mensajes, y leyendo a diferentes comentaristas, resulta que los textos clásicos nos siguen sorprendiendo. Zaqueo es uno de los personajes más famoso de los evangelios, y eso que sólo aparece en uno de ellos, en el de Lucas. Publicano (servidor público en el cobro de impuestos), es un hombre socialmente mal visto, traidor al pueblo, pero Jesús ha mostrado ya antes que no comparte como prejuicio el desprecio general hacia los publicanos, hace unas escenas puso a uno de ellos como modelo de humilde acogida a la misericordia de Dios. Pero Zaqueo, en cambio, no es un publicano cualquiera, es jefe de publicanos, así que además de traidor es considerablemente rico. Y en el evangelio de san Lucas a los ricos no les ha ido muy bien. Así que uno como lector del evangelio no sabe de entrada si a Zaqueo le irá bien o mal en el encuentro con Jesús.  A Zaqueo nos lo han puesto como ejemplo siempre. Que