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Mostrando entradas de septiembre, 2011

Los hijos y la voluntad del Padre

Mateo 21,28-32 Jesús se encuentra en el Templo de Jerusalén, ha expulsado de ahí a los vendedores, como signo de que el amor de Dios no se compra; ha entrado en un conflicto directo y de frente con los representantes del poder religioso. Los sacerdotes y los ancianos entran en escena para preguntarle con qué autoridad ha hecho esto. Jesús les responde con otra pregunta, quiere saber qué piensan ellos sobre el bautismo de Juan, de dónde venía, del cielo o de la tierra. Ello razonan que si decían que del cielo, les preguntaría porqué no le creyeron; y si decían que de la tierra, la gente les reclamaría, pues tenían a Juan por un profeta, así que mejor dijeron que no sabían. Jesús les dice que él tampoco les dirá con qué autoridad ha expulsado a los vendedores del Templo. Pero la escena no termina ahí. Inmediatamente, Jesús cuenta una parábola a los sacerdotes y a los ancianos del Templo. La historia de dos hijos a los cuales su padre envió a trabajar a su viña. El primero dijo &

Nueva familia, nueva justicia social

Mateo 20,1-16 Una parábola interasantísima, que desasfortunadamente en la Eucaristía dominical leemos fuera de su contexto. Todo el evangelio de san Mateo pretende quiere ayudarnos a vivir como discípulos de Jesús, modelando un estilo de vida marginal y a la contra. Cuando el evangelio se escribió, alrededor del año 80 d.C, quizá un poco después, la comunidad cristiana de Antioquía, donde se redacta este evangelio, vive un fuerte conflicto de separación ante el judaísmo; también vive en medio del Imperio Romano. La comunidad cristiana debe vivir de acuerdo a una escala de valores distinta a la que impulsaban judíos y romanos, escala de dominación patriarcal machista, donde el varón domina sobre la mujer, el padre sobre los hijos, el amo sobre el esclavo, donde la riqueza se busca y se acumula como una bendición de Dios.  Frente a esta situación, los seguidores de Jesús deben aprender a vivir de acuerdo con las enseñanzas del Señor, y han contemplado a lo largo del evangelio, que

Sobre el perdón y la compasión

Mateo 18,21-35 Es un texto clásico sobre el perdón. Pedro que se acerca a Jesús para preguntarle cuántas veces tiene que perdonar al hermano que lo ofende, ¿hasta siete veces? Perdonar siete veces era un gesto realmente generoso, todo vez que la ley pedía perdonar hasta cuatro. Jesús le responde ¡que hasta setenta veces siete! Hasta aquí todo va bien, entiendo que Jesús no está simplemente ampliando el límite numérico del perdón a 490 veces, lo que está pidiendo es un cambio de actitud, de manera que estemos dispuestos a perdonar sin contar las veces en que lo hacemos, el número siete es un símbolo de plenitud, de modo que si setenta veces siete no significa siempre, significa infinitamente. Hasta aquí todo bien. Luego sigue una parábola que ilustra el perdón, pero que resulta más bien problemática. Un rey que ajusta cuentas con sus siervos; le presentan a uno que le debe una suma desorbitante, el equivalente a la suma de los impuestos de una región como Galilea, quizá un subalt

Rupturas y comunión

Mateo 18,15-20 Para mí esta semana que ha pasado ha sido una semana de rupturas. Primero el Mohicano, al que llevé al encuentro de su vida y su destino en un rincón literario de la geografía jalisciense, escenario del llano en llamas. La segunda, con mi abuelo paterno, que partió lejos, lejos, hasta la casa del Padre. Los traigo a la mente primero porque acabo de vivir ambos momentos, y los viví con dos o tres horas de distancia; y porque el pasaje del evangelio de Mateo habla de las relaciones restauradas y la unidad de los seguidores de Jesús. El texto, como en otras ocasiones, forma parte de un contexto más amplio. Antes de esto, Jesús advierte a los suyos de cuidar con especial consideración a los más pequeños de la comunidad; más adelante continuará hablando sobre la necesidad del perdón, y del perdón como gesto profundo de reconciliación que restablece las relaciones fraternas entre los discípulos del Señor. Tradicionalmente, a la primera parte de este fragmento se le