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Mostrando entradas de septiembre, 2017

Perdón

Mateo 18,21-35 “Mas de una vez —dijo Mafalda a Susanita, sentadas juntas, viendo al horizonte— me he preguntado cómo siendo tan distintas podemos ser amigas.” Respondió Susanita: “Bueno, hay que reconocer que a veces la pasamos bien, será por eso que somos amigas.” Pero hay que reconocer que también hay ocasiones en las que no la pasamos tan bien, porque nos lastimamos, nos ofendimos, a veces sin querer, de manera imprudencial; y otras con toda intención; y, sin embargo, seguimos siendo amigos. Esto es posible gracias a la fuerza del amor que nos une y nos reconcilia. Las palabras de Jesús están en el contexto del discurso eclesial, en el contexto de todo aquello que se requiere para edificar lo comunidad de fe, y mantener unido lo ya edificado. Por eso la necesidad de la corrección y del perdón. La amistad supone perdón. Lo mismo vale para nuestra relación con Dios, que es de amistad porque Jesús nos ha llamado amigos. Perdonar no es fácil, pero es necesario. Tampoco es a

Ntra. Sra. del Consuelo: Noche bordada de luz

Recibí ayer este mensaje: «Un cura sintiendo cercana su muerte en un hospital, pide al médico que le llame a un diputado y a un senador. En unos minutos aparecieron los dos. El cura les pidió sentarse a cada lado de la cama. El cura los tomó de las manos y se quedó en silencio. El diputado y el senador estaban muy grandemente conmovidos, pero al mismo tiempo se sentían muy importantes por haber sido llamados por un cura a la hora de su muerte. De tanta angustia, el senador le preguntó: “¿Por qué nos has pedido quedarnos aquí, a tu lado?” El cura hizo un esfuerzo y les dijo: “Jesús murió en medio de dos ladrones. Me gustaría morir igual.”» Si de morir como Jesús se trata, yo desde ahora pido a su Madre que esté a mi lado. Morir no tiene por qué sorprender a ningún bautizado. Mucho menos la cruz. El discípulo no es más que su Maestro, y el Maestro mismo nos pidió tomar la cruz y seguirlo. Y dejó en claro que la cruz no es sinónimo de sufrimiento. Yo, que soy rebelde como el Señor Je

Reunidos en su nombre: Un Cuerpo, un Espíritu

Mateo 18,15-20 En noviembre del año 2000, cuando aún sellaba mis libros no con el escudo de la congregación a la pertenezco, rodeado con mi nombre, como hago ahora, sino con un par de peces atravesados por una cruz, dentro de un círculo, todo en color rojo, compré City , escrita por el italiano Alessandro Baricco, novela que tiene la particularidad de contarnos una historia donde las personajes son calles y las historias son barrios; es decir, personajes que se identifican tanto con sus calles y sus historias, tanto con sus barrios, que la conclusión inevitable es que la novela es la historia de una ciudad que está viva, no en sentido figurado, sino realmente viva, viva en sus calles, viva en sus barrios; una ciudad que es una sola vida y una sola historia, la historia de sus calles y sus barrios, que son la historia de sus habitantes, como si todo estuviera amalgamado por un oculto pero latente espíritu armonizador.  Como si fuera un cuerpo. Un magnífico y hermoso poema en narrac

Pagando el precio: tomar la cruz

Mateo 16,21-27 Vacío como una isla sin Robinson (dice Joaquín Sabina), oscuro como un túnel sin tren expreso; así estoy yo sin ti… Perdido como un santo sin paraíso, como el ojo del maniquí, así estoy yo, así estoy yo sin ti… Errante como un taxi por el desierto, inútil como un sello por triplicado, amargo como el vino del exiliado, más triste que un torero al otro lado del telón de acero, así estoy yo, así estoy yo sin ti. Como que me reflejan a los cristianos sin cruz. Viven así: vacíos, oscuros, perdidos, errantes, inútiles, amargos, tristes. No está de moda hablar de la cruz, y no abona mucho, al contrario, que cuando se habló de ella se la asoció casi en exclusiva al dolor y al sufrimiento, con los correlatos de la paciencia y la resignación. Pero ahora que hemos recuperado el valor del bienestar y la sana autoestima, pareciera que no hay lugar para la cruz, ni lo habrá si no la contemplamos con Jesús el Señor,