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Mostrando entradas de mayo, 2012

Creo en el Espíritu Santo

Juan 20,19-23 La escena la hemos contemplado antes; ahora la contemplamos nuevamente pensando en el festejado de este domingo: el Espíritu Santo. La escena muestra a Jesús resucitado en medio de los suyos, regalándoles paz y regalándoles su Espíritu. El soplo de Jesús recuerda el Soplo de Dios sobre las aguas en el relato de la creación.  Es bellísimo contemplar a la humanidad recreada en Jesús Resucitado. Y nosotros somos el Cuerpo de Jesús en la historia, su cuerpo necesitado de vida nueva.  "Yo hago nuevas todas las cosas", así se presenta Jesús Resucitado en el libro del Apocalipsis. El Espíritu de Dios es su fuerza dadora de vida, como rezamos en el credo. Creemos que el Espíritu de Dios procede del Padre y del Hijo. Creemos que el Espíritu es la acción de Dios en la historia y en cada vida. Creemos que siempre es posible dejar que Él nos cree una y otra vez, tantas como sean necesarias, una vez y otra.  Creemos, pues, que siempre hay espacio para la sorpresa

Creo en el cielo

Marcos 16,15-20 El evangelio de este día hay que leerlo en el contexto de la fiesta eclesial de este domingo, que es el de la asunción de Jesús al cielo. Yo inevitablemente lo leo desde mi personal contexto de la partida de mi tía Clemen a la Casa del Padre, el jueves pasado. No hay que perder de vista que se trata de la escena final añadida tardíamente a la narración de Marcos y que, por lo tanto, no entra dentro de la dinámica narrativa de la obra en su conjunto. Su adición, sin embargo, deja entrever la necesidad de las primeras comunidades cristianas por constatar la resurrección de Jesús, tras su trágica muerte en la cruz.  Dice escuetamente la escena que, luego de dar instrucciones a sus discípulos para la predicación del evangelio y el bautizo de todas las naciones, "Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha del Padre". Lo primero que no se puede perder de vista es que quien habla es el Jesús resucitado, y que el resucitado es el que murió en la cruz. La cruc

"Los llamo amigos"

Juan 15,9-17 "A ustedes ya no los llamo siervos, a ustedes los llamo amigos". Eso dijo Jesús a sus discípulos la noche de la Última Cena, la noche de la fiesta del Pan y del Vino, la noche del servicio humilde de lavar los pies, la noche de la traición. Quizá ninguna traición causa tanto dolor como la traición de la amistad. Pero esa también fue la noche del perdón. Y fue una noche de oración. Fue noche de amistad. Porque la amistad nace de todo eso: del servicio, de la fiesta, del perdón, de la oración, de compartir la vida. Dice Jesús: "Son mis amigos si hacen lo que yo les mando" y "permanecerán en mi amor si hacen lo que yo les mando". Suena a chantaje, como si dijera: "si no me obedecen, ya no son mis amigos". Pero ese no es el sentido de las palabras de Jesús. Porque su único mandamiento es el amor. Y el sentido de sus palabras es: "amándose ustedes,  expresan la amistad que tienen conmigo". No es poco que Jesús nos lla

La vid y los sarmientos

Juan 15,1-8 La selección del evangelio termina en el versículo 8, pero habría que leer hasta el 17 o, por lo menos, hasta el 9, que es el que da la clave de todo.  Nuestro texto es parte de los discursos de despedida de Jesús a sus discípulos la noche de la Última Cena, discursos que nos transmite sólo el evangelio del Discípulo Amado. Jesús se presenta a sí mismo como la vid verdadera, de la cual el Padre es el viñador; y los discípulos, los sarmientos. No estamos ante una parábola o una comparación inocente. La comunidad del evangelista también experimenta el conflicto con el judaísmo, del cual procede, y está consciente de ello. Lo que esta comunidad reprocha a los judíos es que no reconozcan a Jesús, siendo como son el pueblo elegido por Dios. Más aún, el evangelista deja entrever en su narración el dolor que le causa ver que los judíos sean manipulados por el Imperio Romano (llamado “mundo” en el evangelio) para perseguir a Jesús y a sus discípulos. Vale la pena señalar aqu