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Mostrando entradas de abril, 2019

"Siempre hay tiempo. Mentira." Jesús y Tomás

Juan 20,19-31 “Las palabras se las lleva el viento”, decimos. Pero es mentira. Independientemente de lo que digan los juristas para sus efectos, y la mediana objetividad de los escritos, las palabras habladas tienen vida, y no se las lleva el viento. Las traemos con nosotros siempre, en el corazón y sobre la piel, como se llevan los tatuajes. Para bien y para mal. Un “te amo” de ayer puede confortar y puede herir, a veces al mismo tiempo. El “te odio” que ayer nos desahogó, hoy nos taladra el alma. La muerte de la persona que recibió nuestras palabras hace la diferencia. Igual o más intensas son las palabras que se nos quedaron atoradas y no quisimos decirlas, y cuando quisimos ya era tarde.  Hay tres palabras mágicas en la vida, suelo decir a los jóvenes, que abren puertas y las dejan abiertas: por favor, gracias y perdón. Luis Rojas Marcos, psiquiatra español radicado en Nueva York —cuya trayectoria profesional ronda los cincuenta años—, dice que para vivir mejor hay que dec

La cruz: Una historia de amor real

Viernes Santo 2019 “No hay ni una sola historia de amor real que tenga un final feliz. Si es amor, no tendrá final; y si lo tiene, no será feliz.” Lo dijo Joaquín Sabina. Y crudamente, humanamente hablando en el caso de Jesús, tiene razón.  La cruz no es un final feliz. Ya sé que Jesús resucitó; lo creo con todo el corazón. Pero la resurrección no es un final, es un nuevo principio. Hasta la cruz la historia la escribieron los hombres, con propia sangre, incluso; a partir de la resurrección, la eternidad la escribe, la pinta, la colorea, Dios mismo.  Cuentan las leyendas urbanas, que allá por 1986, el año del Mundial en México, los niños se preguntaban cómo Pique —¡un chile!—, podía hablar, usar sombrero y patear balones; los papás se afanaban en echar porras con la Chiquitibum; y los verdaderos aficionados al futbol debatían sobre la divinidad de la mano de Maradona, Joaquín Sabina comenzó a escribir una canción basada en hechos reales, pero que nunca la terminó y un buen

Domingo de Ramos. ¡Vayamos a morir con él!

Me sucedió cuando entré al aspirantado, el 12 de diciembre del año 2000. El P. Canche, rector de nuestro seminario josefino, nos organizó en pequeños grupos para acompañar a los sacerdotes a las diferentes misas en honor a la Virgen de Guadalupe, por toda la colonia. A mí me tocó acompañar al P. Carlos al mercado de Mixcoac. Terminando la Eucaristía, los diferentes vendedores pidieron al Padre bendijera sus puestos. Mientras bendecía uno de revistas y periódicos, me dijo el Padre Carlos, en tono de confidencialidad: —¡Bendije una revista pornográfica! ¿Qué hacemos, la compramos? ¡Ya está bendita! Este año iluminamos la liturgia con el evangelio de san Lucas. Pero en su versión de la entrada de Jesús a Jerusalén no aparecen los ramos ni las palmas. ¡¿Y ahora qué hacemos con nuestras palmas?! ¡Ni modo que las tiremos, ya están benditas! San Lucas es una de las cuatro miradas que la Iglesia conservó sobre Jesús. Me refiero por mirada a cada uno de los cuatro evangelios canónicos,

Lo que escribió Jesús. La imagen que nos falta

Juan 8,1-11 Deborah Crombie es una escritora americana que tiene una interesante novela, que trata sobre una poeta que se habría suicidado, pero de la que su biógrafa, Victoria, sospecha que más bien fue asesinada. La investigación la lleva a un punto tal que ella misma aparece muerta. Su único hijo, Kit, de once años, descubre a un vecino suyo, Nathan, resembrando unas florecillas que ya había arrancado. A kit le intriga. Pregunta. Nathan responde que, a veces, recordar ayuda. Nuestra religión es una religión de memoria, de recuerdo, para descubrir el paso de Dios en nuestra historia. A propósito de esta escena, que bien a bien no se sabe si es de Juan o de Lucas, es bueno recordar, por ejemplo, que en el Antiguo Testamento no hay ninguna Ley que, en caso de adulterio, pida lapidar a la mujer, y sólo a ella. ¿Por qué, entonces, llevan ante Jesús sólo a ella, y no al varón involucrado? Es bueno recordar también que el Deuteronomio pide a quien acusa el testimonio de dos testig