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Mostrando entradas de agosto, 2015

La llave de la felicidad

Juan 6,55.60-71 Un día caminaba Mafalda por la calle y pasó junto a una cerrajería. Entró y saludó al cerrajero. "Buen día, señor", lo saludó; "vengo a que me haga la llave de la felicidad". Extendiéndole la mano, el cerrajero le contestó: "Con mucho gusto, nenita. ¿A ver el modelo?" Ya para sí, en la calle, Mafalda dijo: "¡Astuto viejito!" Revisando las claves con las que el Discípulo Amado ha construido su evangelio, uno no puede menos que decir: ¡Astuto el narrador! El capítulo seis es maravilloso. Primero Jesús realiza el signo de los panes, pero la gente no lo entiende y busca a Jesús para coronarlo rey. En la siguiente escena, muy elocuente, los discípulos cruzan el lago en una barca, pero sobreviene una tempestad en medio de la noche; Jesús se acerca a ellos, pero ellos no lo ven bien, no lo comprenden y tienen miedo. Sienten miedo ante la visión de Jesús, no ante la tormenta. Jesús se revela a sí mismo con el sagrado nombre de Dios

Sabiduría de Dios: comer su Carne, beber su Sangre

Proverbios 9,1-6; Juan 6,51-59 Sin perder de vista que santa Sofía ("sofía" significa "sabiduría") es nuestro Señor Jesucristo, ambos textos bíblicos se iluminan mutuamente. La Sabiduría de Dios que ha construido una casa, ha preparado un banquete y ha puesto la mesa; y envía luego a sus siervos a anunciar por todos lados: "¡vengan a comer mi pan y a beber el vino que he mezclado!" Luego del signo de la multiplicación de los panes y de los peces, y de confrontar a la gente que lo buscaba no por el signo, sino por haber comido hasta el hartazgo, Jesús se revela como verdadero pan de vida, como el pan vivo bajado del cielo. En su confrontación dará un paso mucho más atrevido: anuncia que el pan que dará, así, en futuro, es su carne. Los líderes judíos de la sinagoga de Cafarnaum, donde tiene lugar la discusión, se cuestionan cómo puede Jesús dar a comer su carne. En un afán de mayor claridad o de mayor provocación, Jesús  hablará no sólo de comer su

Pan y agua para el camino

1 Reyes 19,4-8; Juan 6,41-51 Un día en el parque, vio Manolito al grupo de amigos: Mafalda, Susanita, Felipe y Miguelito. Se acercó a ellos y les dijo: "Hola a todos. Quería contarles; ¿a que no saben qué soñé anoche?" Le contestaron todos al unísono con fuerte voz: "¡Que almacén 'Don Manolo' vende baratísimo!" Triste, sentado en la acera del parque, se dijo para sí mismo Manolito: "Lo que pasa es que somos pocos y nos conocemos mucho." Una decepción semejante se dio entre los contemporáneos de Jesús, especialmente entre la élite judía: Pensaban que conocían a Jesús y, quizá lo que es peor, pensaban que conocían a Dios. Y comenzaron a murmurar en contra de Jesús. Quienes han seguido el evangelio desde el inicio, saben el origen de Jesús: que es la Palabra de Dios y Dios mismo, que existe desde siempre; Palabra hecha carne que habitó entre nosotros, Aquél por quien nos han sido dados el amor y la verdad; el Maestro y el Mesías, el Esposo y el

Hambre de plenitud, Pan de Vida

Juan 6,24-35 Quizá a Jesús con la gente le pasaba lo mismo que a la maestra de Libertad, la pequeña amiga de Mafalda. Un día la llamó al frente y sentenció:  –Veamos los puntos cardinales. ¿El sol sale por...? -La mañana. -¡Pero no! ¡La mañana no es un punto cardinal! -Ah, eso al sol no le importa. Él sale igual. -Sí, bueno, pero ¿por dónde? -Por la ventana de la sala -¡Eso visto desde tu casa! -Y, sí, a mi edad no tengo muchas posibilidades de amanecer en otro lado. -Andá a tu asiento, por favor. -Lástima, charlar con usted me fascina. Dios es amor. Es una verdad de la que no se podría dudar a estas alturas y, sin embargo, no siempre y no a todos termina por quedarnos claro. Lo mismo pasa en el relato del Evangelio de Juan. El signo de la multiplicación de los panes y los peces tuvo como consecuencia inmediata que la gente que comió de ellos buscara a Jesús para proclamarlo rey. La escena siguiente muestra a los discípulos en la barca en la noche, pero