Ir al contenido principal

Sabiduría de Dios: comer su Carne, beber su Sangre

Proverbios 9,1-6; Juan 6,51-59

Sin perder de vista que santa Sofía ("sofía" significa "sabiduría") es nuestro Señor Jesucristo, ambos textos bíblicos se iluminan mutuamente. La Sabiduría de Dios que ha construido una casa, ha preparado un banquete y ha puesto la mesa; y envía luego a sus siervos a anunciar por todos lados: "¡vengan a comer mi pan y a beber el vino que he mezclado!"

Luego del signo de la multiplicación de los panes y de los peces, y de confrontar a la gente que lo buscaba no por el signo, sino por haber comido hasta el hartazgo, Jesús se revela como verdadero pan de vida, como el pan vivo bajado del cielo. En su confrontación dará un paso mucho más atrevido: anuncia que el pan que dará, así, en futuro, es su carne. Los líderes judíos de la sinagoga de Cafarnaum, donde tiene lugar la discusión, se cuestionan cómo puede Jesús dar a comer su carne. En un afán de mayor claridad o de mayor provocación, Jesús  hablará no sólo de comer su carne, sino aun de beber su sangre. 

A estas alturas del cuarto evangelio, cuando ya nos has quedado claro que Jesús es el vino nuevo de las bodas mesiánicas y el Esposo de la Iglesia; que Jesús es el Pan vivo bajado del cielo, el Pan partido y compartido, el lenguaje de Jesús obliga a lanzar la mirada hacia el final de la narración, al momento en que la Sabiduría de Dios construya su casa sobre los cimientos del amor llevado hasta el extremo; al momento en que la Sabiduría de Dios nos invite al banquete servido sobre la mesa del madero de la cruz; a alimentarnos de la carne del Hijo, cuyo cuerpo se nos ofrece partido como un Pan, a beber la sangre brotada de su costado abierto. La Sabiduría de Dios, así levantada sobre la tierra, atrae a todos hacia sí, por sí misma, por el amor manifiesto en ella, inocultable, indisimulable. Pero no si fuera suficiente, la fuerza y la vida ganadas por este alimento, nos impulsan a anunciarla por todas partes: invitamos a comer de este Pan y a beber de este Vino; a comer la Carne y a beber la Sangre de esto que parece, diría san Pablo, locura y escándalo, pero que es la fuerza y la sabiduría de Dios.

"¡Pero Mafalda!", dijo un día exasperado su papá a Mafalda, sentada a la mesa entre él  y su esposa, "¡sólo si tomás la sopa podrás llegar a ser grande!..." "Grande como quién", preguntó Mafalda viendo el plato. "Como mamita..., como yo...", le respondió. Luego de verlos a uno y a otro sucesivamente, Mafalda contestó decepcionada: "Así que encima... ESO". Comer la Carne de Jesús, beber su Sangre, hasta ser como Él, fuerza y sabiduría de Dios. El que me coma vivirá por mí, dice el Señor Jesús. Vivir por el Señor, vivir por el amor llevado al extremo, vivir por la misericordia recibida en el banquete servido sobre el madero de la cruz. ¿Quién puede negar que comer la Carne y beber la Sangre de Jesús no es simplemente participar de la comunión eucarística, sino vivir con el Espíritu del Señor Crucificado? Abrir la boca es fácil, el chisme y la calumnia lo delatan. Los cristianos de la comunidad del Discípulo Amado lo sabían: participar de la Eucaristía es alimentar el corazón para vivir eucarísticamente. Quien recibe la Carne y la Sangre del Señor recibe su amor extremo, apasionado, incondicional, misericordioso y fiel; comprende que no hay otra manera de vivir que la de este amor llevado al extremo; que sólo amando de esta manera la vida encuentra sentido y trascendencia. Lo sabe cuando comprende que recibe la Carne del Señor muerto en la Cruz, pero recibe la Carne viva del Señor Resucitado con la sangre que anima su Cuerpo glorificado.

Vivir eucarísticamente es vivir dando la propia vida, como hizo y enseñó la Sabiduría de Dios. Sabiduría. Es decir, que la vida sólo tiene sabor cuando se vive como Jesús, desde la compasión y la misericordia sin límites. Una Iglesia misericordiosa, una Iglesia vive de la misericordia y vive para la misericordia no es una ocurrencia del Papa Francisco; es la Iglesia nacida del corazón traspasado de Jesús, es la Iglesia edificada por la Sabiduría de Dios. Una Iglesia que no invita a todos a participar de este banquete; una Iglesia que excluye de esta mesa a los hijos de Dios, no es una Iglesia sabia, sino necia. Quizá por eso Francisco nos ha recordado que los separados que viven con otra pareja no están excomulgados. 

Si la vida entregada misericordiosamente hasta el extremo es la clave para entender la sabiduría de Dios, ¿qué hacer, entonces, para recuperar a los excluidos, a todos; para devolverles su lugar alrededor de esta mesa; para comunicarles la vida plena? Si así se contempla y se comprende el misterio de la cruz, ¿sería posible comulgar y no vivir como Jesús, amando hasta el extremo?

Comentarios

Entradas populares de este blog

El cántaro de la samaritana

Juan 4,5-42 La historia de una mujer samaritana que carga con su cántaro, su vergüenza, y su frustración. Sale a medio día, con el sol en plenitud. Arrastra el peso del calor, no puede salir como las demás mujeres muy temprano porque todos la señalan; después de cinco maridos, vive con un sexto varón, así que para el pueblo es una prostituta cualquiera. Cansado del camino, en su viaje por Samaría, Jesús se sienta junto al pozo de Jacob. Sediento y sin cántaro, ve con alivio la llegada de una mujer que se acerca para sacar agua. "Dame de beber", le dijo. Y ella se sorprende. Los varones no hablan a las mujeres en público, mucho menos un judío a una mujer pagana. "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, ¡tú me pedirías a mí, y yo te daría agua viva!," le respondió Jesús, que ve con el corazón de Dios, y por eso siempre ve en todos a un hermano. "¿Eres más importante que nuestro padre Jacob?" Ella siguió el diálogo, y

San Jorge Bendito

Mateo 28,16-20 Un día se puso Guille enfrente de Mafalda cubierto todo por una sábana: "¡Buuuuhhhh...! ¡El fantazmaaaaaaa!" Y en un instante fugaz sólo se vio la mano de su mamá y una voz tronante: "¡Péeeeero la sábana limpia, caramba! ¡Trae para acá!" Y luego de un segundo en el que tratan de asimilar el susto, Mafalda acaricia la cabeza de Guille diciéndole: "Los fantasmas no se sabe, pero que las mamás existen, ¡existen, Guille, existen!" Dios existe. Dicen que san Jorge bendito no. Con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, salieron del santoral y, por lo tanto, del calendario litúrgico, varios santos cuya existencia era más bien legendaria. Entre ellos estaba san Jorge bendito, el matadragones, patrono de Inglaterra. San Jorge fue un mártir cristiano del siglo IV; soldado romano hijo de madre cristiana quien, tras la muerte de su esposo, educó a su hijo en la fe, el cual habría muerto decapitado el 23 de abril del año 303 tras el decret

Bartimeo

Mc 10 46-52 Esta secuencia narrativa muestra la curación de Bartimeo, un limosnero ciego de Jericó; vive de la compasión que despierta entre la gente. Jesús ha entrado en Jericó, no se dice cuáles son acciones ahí, suponemos que las mismas que le hemos visto a lo largo de todo el evangelio: curar, perdonar, incluir, compartir, enseñar. Es lógico que su fama se extienda, y que llegue hasta Bartimeo. Él es el protagonista de esta secuencia, nos importa su caracterización. Por eso es importante su nombre, tan importante que el evangelista debe traducirlo a su público. Bartimeo es un nombre arameo, que traducido al griego, lengua en que se escribió el evangelio, significa hijo de Timeo. Pero como Timeo es un nombre griego, Marcos no tiene necesidad de traducirlo; Timeo significa: Honorable, Digno. Bartimeo es el "Hijo del Honorable". En su nombre está la burla de su condición: siendo Hijo del Honorable, vive marginado (a la orilla del camino), postrado (sentado),