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Mostrando entradas de 2010

Año nuevo: Guardar las cosas en el corazón

Lucas 2,16-21 Estamos ante el final de la escena del nacimiento de Jesús, y la escena de su circuncisión, tenida, como marcaba la Ley, a los ocho días del nacimiento. El día 1o de enero la Iglesia celebra la fiesta de María, Madre de Dios. La maternidad divina es el primero de los dogmas marianos; y más que un dogma mariano, es un dogma cristológico, lo que estaba en disputa en aquellos primeros años de cristianismo era si Jesús era o no Dios. Comprender la naturaleza del ser y la vida de Jesús no es fácil aún hoy; mucho menos lo fue para sus padres, María y José. La coincidencia de la fiesta de María Madre de Dios con el Año Nuevo me suscita algunas reflexiones, a partir del dato que nos da el evangelista Lucas hacia el final de la escena de navidad. Luego del azaroso nacimiento de Jesús en un establo de Belén, como consecuencia del censo ordenado por el César, el canto de los ángeles y la adoración de los pastores, Lucas nos dice que María guardaba todas estas cosas en su corazón. Gu

Sagrada Familia

Mateo 2,13-23 Se trata de la escena de la Huida a Egipto. La liturgia dominical suprime la segunda de las tres escenas que componen esta secuencia narrativa, que es la correspondiente a la muerte de los inocentes. Sin esta escena, el viaje a Egipto parece más un paseo que una necesidad. La escena se ubica después de que los Magos venidos de Oriente se retiran de la casa de José, en Belén. Herodes, que ha sabido por los Magos y por las Escrituras que ha nacido el "Rey de los judíos", ordena la muerte de todos los niños menores de dos años para asegurarse de la muerte de Jesús, y desaparecer así lo que considera es una amenaza contra su reinado. Se hace así necesaria la intervención de Dios para proteger la vida de su hijo. Por ello, un ángel alerta en sueños a José y le pide proteger a su familia retirándose a Egipto. José obedece puntualmente. Después tiene lugar la muerte de los inocentes; la amenaza sobre Jesús y su familia no era una falsa alarma, sino un peligro real perp

Contemplar la navidad con los ojos de José

El inicio de este pasaje del evangelio es por demás significativo. No se trata sólo de darnos una fecha exacta para el nacimiento de Jesús, que por lo demás no conocemos con precisión. Lo que el texto nos sugiere es algo mucho más profundo, y para poder apreciarlo se requiere de una mirada no sólo atenta, sino ante todo, contemplativa. Veamos. Primero. Es el emperador, el César, Augusto, quien desencadena las acciones. Él representa el poder dominante, él encarna el deseo de la pax romana que sólo el puede garantizar. Es el símbolo de un sistema que señorea en las sociedades de su tiempo. Nadie por encima del César. Nadie por encima del poder que representa. Tiene la capacidad de poner en movimiento a los hombres y mujeres comunes, ordinarios. Su palabra tiene poder. Por eso vemos a José ponerse en movimiento, él no tiene poder, él pertenece a la clase de los que obedecen. ¿Quién tiene poder hoy en nuestro mundo, en nuestro país, en nuestras sociedades? ¿Quién impera y controla las

El sueño de José de Nazaret

Mateo 1,18-25 Una escena padrísima del evangelio de Mateo. El lector judío original del evangelio tenía las claves para dejarse impresionar por este relato. Lo primero que hay que destacar que el protagonista de esta escena es José; sin embargo, la escena no quiere hablarnos de él, sino del origen de Jesús, el Mesías. Y creo que en eso podríamos sentirnos identificados todos: en ser los protagonistas de una historia que, en su manera de vivir, hablan al mundo de Jesús. Lo que vivió José supuso una fuerte experiencia de fe traducida en amor. En aquella época, el pueblo judío tenía como un valor importante el honor. Los matrimonios no se realizaban por amor, sino como un pacto de honor. Una mujer que engañaba a su marido manchaba el honor del esposo y su familia. El texto del evangelio es claro en el sentido de que María y José no vivían juntos cuando ella quedó embarazada, lo cual suponía una afrenta al honor de José. Y es que el honor que importaba era el del varón, se trataba de una s

La mujer vestida del cielo

Lucas 1,39-48; Apocalipsis 12 Solemnidad de nuestra Señora de Guadalupe, la fiesta religiosa más importante de los mexicanos. La liturgia pide leer este día el texto de Lucas, la visita de María a su prima Isabel, una escena bellísima que narra el encuentro entre dos mujeres embarazadas, dos mujeres llenas de vida; una ya es anciana, Isabel; la otra, María, es una muchachita. Las dos son símbolos de su pueblo, la primera, del antiguo Israel; la segunda, del pueblo nuevo, la Iglesia. En el abrazo que se dan las dos se da el paso de lo antiguo a lo nuevo. La escena de Lucas, y la fiesta de la Virgen de Guadalupe, me traen a la mente a la mujer del Apocalipsis, la gran señal que apareció en el cielo, descrita con rasgos muy similares a los de Santa María de Guadalupe: una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza, y estaba encinta. El parecido en la descripción no deja de ser asombroso, y no se trata de una visión del futuro, pues en

Empezar de nuevo

Mateo 3,1-12 La escena del evangelio de este domingo me recuerda el título de una canción de Jesucristo Superestrella, en la versión mexicana del año 2001, que estelarizaron Lolita Cortés y Erik Rubín. La canción se llama "¿Empezar de nuevo?" En la obra, Lolita sintetiza en uno varios personajes bíblicos, agrupados bajo el nombre de Magdalena. Esta falsa o múltiple Magdalena, junto con Pedro, canta su desconcierto y su dolor, el coraje de frustración e impotencia viendo a Jesús apresado tras la última cena, y a las puertas de su muerte en la cruz. Nos siendo capaces de asimilar y soportar lo que están viviendo, ambos amigos y discípulos de Jesús desean apasionadamente volver el tiempo atrás, y empezar de nuevo, sin perder la gracia y el encanto de los primeros momentos en compañía de Jesús. Sucede que muchas veces así nos experimentamos, con la pesada sensación de haber estropeado todo, con las ganas de regresar el tiempo y corregir los errores. La imposibilidad, la impotenc

Adviento: Estar atentos

Mt 24,36-44 Primer domingo de adviento. A partir de este domingo, comienza en la Iglesia un nuevo año litúrgico. El año litúrgico se rige por el recuerdo de la vida del Señor Jesús, por eso comienza haciendo memoria de su nacimiento, pero para celebrarlo hay un periodo previo de preparación, que es el adviento. Empero, el adviento no sólo nos prepara para celebrar el nacimiento de Jesús, también nos alista para la venida de Jesús al final de los tiempos, cuyo pronóstico se ha venido recorriendo paulatinamente, la última cita conocida con el fin del mundo es el año 2012, aunque no es una fecha muy elegante, como lo fueron el año 1000 o el 2000. No importa, seguramente a partir del 1o de enero de 2013 habrá una nueva datación para el fin del mundo. No está de más señalar que al respecto Jesús fue más prudente, y dijo que tal día no lo conoce ni siquiera él, sino sólo el Padre, que está en el cielo. Con todo, desde los primeros tiempos de la Iglesia, se ha pensado en una venida más del Se

Cristo Rey

Lucas 23,33-43 Este domingo la Iglesia celebra la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Para iluminar este fiesta, contamos este año con el evangelio de san Lucas. Se trata de una escena de la crucifixión, hasta el diálogo con el criminal conocido como "el buen ladrón". A mí en lo personal hay varias cosas de esta fiesta que no me acaban de cuadrar, porque Jesús nunca se llamó rey, y siempre dejó mal parados a los reyes de la tierra. Jesús tuvo una gran pasión en su vida, a la que se entregó con todo su corazón, con todas sus fuerzas, con toda su vida: la acción salvadora de Dios en la historia. A esta acción Jesús la llamó imperio o reinado de Dios . Y por las palabras y las acciones de Jesús a lo largo del evangelio queda claro que este reinado se traduce en vida y vida digna para todos, comenzando por los más necesitados de ella: los pobres, los marginados, los excluidos, los enfermos, los despreciados, los débiles, los pequeños. Del evangelio queda claro también que

El "fin de los tiempos"

Lucas 21,5-19 Estamos ante lo que se conoce como el "Discurso escatológico de Jesús", un largo discurso sobre las señales del fin del mundo. Estamos hacia el final del Evangelio, Jesús está ya en Jerusalén y su conflicto con la élite del poder político romano y religioso judío es más que abierto. Tras este discurso, comenzará la secuencia narrativa de su pasión, muerte y resurrección. De esta manera, dentro del relato entero del evangelio, este discurso prepara al lector para comprender "el fin del mundo" y sus signos a la luz del misterio pascual. Por lo tanto, en realidad, los signos del fin del mundo no nos hablan simplemente de un final, sino del inicio de la plenitud del Reinado de Dios, alcanzada en la Resurrección de Jesús. Más aún, habrá que decir que en el Evangelio todo es buena noticia, y si Jesús nos alerta de un final del mundo no se trata de un anuncio de muerte y destrucción; Dios no quiere la muerte y la destrucción de sus creaturas, mucho menos de

Vida después de la muerte

Lc 20,27-38 Lucas nos presenta una escena interesante en la vida de Jesús. No es cualquier momento.Estamos en la última semana de la vida de Jesús, y esta escena en la que sale a cuento el tema de la resurrección nos prepara para lo que será la resurrección de Jesús. La escena tiene lugar como una discusión de Jesús en contra de los saduceos, que negaban la resurrección; el diálogo se da cuando éstos tratan de poner a prueba a Jesús. Utilizan el argumento de una mujer viuda en múltiples ocasiones, casada con hermanos sucesivos. Los saduceos niegan la resurrección y argumentan la Ley del levirato (si un hermano moría, la viuda debía casarse con él, y hijos eran acreditados al hermano muerto, para perpetuar su linaje). Así, al resucitar, ¿de cuál de los hermanos será mujer la viuda? Yo me pregunto por qué los saduceos se negaban a creer en la resurrección. Pienso que los saduceos son incapaces de imaginarse la vida después la muerte por una razón: siguen pensando que la vida eterna es un

Todos los santos

Mt 5,1-12 Solemnidad de todos los santos. Varias cosas me vienen a la mente. La primera de ellas es el recuerdo de mi trabajo final en la materia de Teología Espiritual, y creo que no le gustó mucho al maestro; en el trabajo me pronunciaba por retirar del lenguaje religioso común la palabra "santidad". La razón: la palabra santidad está desvirtuada, y ser santo no es una idea atractiva para el común de la gente, al contrario, cuando alguien quiere justificar un comportamiento, dice de sí misma: "ni que fuera santo"; y cuando alguien no se deja ver la cara, también dicen: "ni que fuera santo". "Santo", entonces, ha venido a ser sinónimo de menso, de aburrido, de dejado... de tantas cosas que, en efecto, así las cosas, uno preferiría no serlo. Reconozco que el trabajo que elaboré era provocador, aunque la propuesta iba en serio. Por otro lado, me viene a la mente la finalidad que tenemos los Misioneros Josefinos: ser santos y ayudar a los demás a q

La alegría de Zaqueo

Lucas 19,1-10 Jesús se encuentra en el último tramo de su viaje a Jerusalén, su misión está culminando y necesita subrayar lo más importante de su mensaje: Que Él, el Hijo del Hombre ha venido para buscar y salvar lo que estaba perdido. La ocasión se da cuando Jesús entra en Jericó y atraviesa la ciudad. Tras la entrada de Jesús en este poblado, la narración se centra en un personaje socialmente mal visto: Zaqueo, un rico cobrador de impuestos para Roma y, por lo tanto, traidor de su pueblo. De Zaqueo se nos dan otros dos datos: que es un hombre de baja estatura, y que desea conocer a Jesús. El problema en esta escena, sin embargo, es desconcertante: para poder conocer a Jesús, Zaqueo no se enfrenta a su condición de cobrador de impuestos, ni su baja estatura sería problemática, de no ser por ¡la gente! En efecto, son los demás los que impiden que Zaqueo pueda ver a Jesús. Pareciera que hay un cerco que bloquea el acceso a Jesús, y el perjudicado es alguien verdadera y urgentemente nec

Domingo Mundial de las Misiones

Mt 28,16-20 Hoy la Iglesia celebra su jornada anual y mundial de oración por las misiones; es decir, por los misioneros, hombres y mujeres que lo han dejado todo por anunciar en el mundo entero la Buena Noticia del amor de Dios por todos sus hijos. Para esta jornada, la liturgia nos invita a contemplar el final del Evangelio según san Mateo. Se trata de la última escena de este Evangelio. En ella aparecen el Señor Jesús Resucitado, y sus once apóstoles. A ellos, el Señor Resucitado les comunica que le ha sido dado todo poder sobre la tierra y los envía por todo el mundo. También los anima con la certeza de que Él está y estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Sé que la misión es una tarea que compete a toda la Iglesia, desde el Papa hasta el último de los bautizados; sé que todos podemos vivir nuestro compromiso misionero orando por las misiones; incluso, que todos podemos ser misioneros viviendo plena y alegremente nuestra vida cristiana. Todo esto es verdad, pero

La fe de las viudas

Lc 18,1-8 Un texto fuerte y doloroso. Quizá porque estoy pensando en las viudas de Pasta de Conchos y en las mujeres de los mineros de Chile (protegidos acaso por san José, cuyo nombre lleva la mina del accidente) que evitaron la viudez, quizá porque viene a mi mente el recuerdo de mi madre viuda. Lo cierto es que el evangelio nos habla de una viuda. De una viuda que exige sin descanso justicia para ella frente a su enemigo. La parábola de Jesús está situada en un contexto sobre la venida del Hijo del Hombre al final de los tiempos, y esto viene subrayado hacia el término de su narración. El evangelista introduce este microrrelato en el gran relato de su evangelio partiendo de la necesidad de orar siempre, sin desanimarse. Pero a mí me parece que la parábola no es una simple ilustración sobre la necesidad de la oración constante. Porque no me parece que Dios pueda ser equiparado a un juez sin escrúpulos ni conciencia, que "no teme a Dios ni respeta a nadie". Semejante ser no

El Dios de los leprosos

Lc 17,11-19 Jesús nuevamente se ha puesto en camino y en camino hacia Jerusalén, el lugar de su pasión y su gloria. El evangelio nos presenta una escena de curación. Diez leprosos suplican a Jesús que los cure. Jesús los envía ante los sacerdotes. La escena tiene aquí un punto de inflexión dramática. Un leproso debía vivir fuera de la comunidad, estaba marginado de toda vida social y familiar, debía gritar "¡impuro, impuro!" a la menor cercanía de alguien, para alertarlo de su condición. Además de la repugnancia provocada por su apariencia, el leproso cargaba sobre sí otro estigma punzante: que su enfermedad era un castigo de Dios. La ley ordenaba que quien fuera sospechoso de lepra debía presentarse ante el sacerdote, quien lo declaraba impuro; e igualmente, si alguien quedaba curado, era el sacerdote el encargado de declarar al enfermo limpio. Que fuera el sacerdote y no otro miembro de la comunidad evidencia la relación que se suponía existía entre Dios y la enfermedad. Pu

Sobre la fe y los simples siervos

Lucas 17,5-10 Hace cinco capítulos y varias semanas atrás (Lc 12,35-40), Jesús contó una parábola bellísima, en la cual pedía a sus discípulos estar preparados, con la túnica puesta y la lámpara encendida, y dichoso aquél a quien su señor así encontrara, pues el mismo señor se pondría el delantal y sentaría al siervo a la mesa y le serviría. Y hacia el final de las últimas palabras de esta escena, parece contar lo contrario. Ahora, Jesús pregunta a los suyos quién de ellos cuando llega del campo, si tiene un siervo, lo sienta a la mesa y se pone a servirlo; al contrario, le dice que prepare la cena y le sirva; y que el amo no tiene por qué agradecerle al siervo que haya cumplido con su trabajo; "así ustedes, dice Jesús, cuando hagan lo que se les ha mandado, digan somos simples siervos, hicimos lo que teníamos que hacer" . Creo que el giro radical en la imagen del siervo y del amo tiene que ver con el contexto narrativo. En aquella primera ocasión, Jesús estaba presentando a