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La Sagrada Familia: qué sabemos

Lucas 2,41-52

Un día tocó un vendedor a la casa de Mafalda. Salió ésta y el vendedor saludó: "Buen día, nena. ¿Está el jefe de la familia?" Y ella respondió: "En esta familia no hay jefes, somos una cooperativa." Y cerró la puerta. Quizá la familia de Jesús se parezca más a la familia de Mafalda, al menos más al que al modelo tradicional de papá, mamá e hijos, propio de la cultura moderna. La familia en cuanto tal en tiempos de Jesús abarcaba al colectivo integrado por la parentela y los esclavos, todos ellos incluidos bajo la única autoridad del patriarca. 

¿Qué podemos saber de la familia de Jesús? Que no estaría integrado sólo por Jesús, María y José, sino por el resto de los parientes de la familia, quizá bajo la autoridad de José. Que en esta familia José se dedicaba al trabajo manual, artesanal, como pedrero y herrero más que como carpintero, que quizá por esto mismo había perdido sus tierras y se veía de alguna manera forzado a vender su fuerza de trabajo; a ellos es a quienes se llamaba "artesanos", como se llama a José y a Jesús en los evangelios de Marcos y Mateo. Que quizá era un nacionalista comprometido con la historia de su pueblo. Xabier Pikaza opina que es probable esto, puesto que cada vez que la gente en los evangelios dice de Jesús: "¿no es éste el hijo de José?", se sorprenden por el despliegue de amor y misericordia de Jesús en su proclamación del Reino de Dios, sin tener los tintes de liberación armada de parte de Israel frente al imperio romano. Si esto fuera verdad, tendríamos que suponer una conversión de José hacia la verdad  de Jesús y del Reino de Dios, sin por ello dejar de estar comprometido con la liberación social de su pueblo.

Sabemos que José era descendiente de David, que los nazarenos habrían emigrado en algún momento de la historia de su natal Belén en Judea, hacia Galilea, y por ser ellos los nazarenos, es decir, los retoños del tronco de Jesé, el padre de David, el lugar en el que se establecieron habría sido llamado Nazaret. El dato de la ascendencia davídica no es cuestionado por nadie en los relatos evangélicos, de lo que podemos inferir con cierta seguridad que es un dato histórico.

Por lo que vemos en los evangelios, particularmente en esta escena de Lucas, la familia de José era profundamente religiosa, en ella se comunicaba la fe, y se tenía una clara interpretación de la Ley en clave de salvación histórica. Habría que suponer que Jesús en el Templo de Jerusalén no está deslumbrando a los doctores de la Ley por sus conocimientos sobrenaturales, o sus habilidades intelectuales como la de Christopher, el niño autista protagonista de El curioso incidente del perro a la medianoche, a quien un amigo de su padre, de visita en casa, pregunta cuando el niño llega cuánto es 251 por 864, y el pequeño responde inmediatamente que 216,864, puesto que era muy fácil multiplicar 864 por mil, dividirlo entre cuatro, y sumar 864. Parece más probable que Jesús afirmara sus convicciones, propias de una teología laical, campesina y profética de Galilea, frente a la interpretación más bien cultual y sacerdotal de Jerusalén. Entonces, quizá, su asombro sería más bien un desconcierto. Un día dijo Mafalda a sus papás, que estaban con Guille, su hermanito: "¿Qué pasa?". Le respondió la mamá: "¡Que tu hermanito es un caprichoso!" "¡Eso pasa, dijo el papá. Entonces Mafalda se dirigió a Guille: "¡Pero Guille, tenés que ser comprensivo, caramba! ¡Pensá que esta buena gente antes de educarnos a nosotros no educó nunca a nadie! Venimos a ser sus hijitos de indias, qué vamos a hacerle".

En todo caso, sorprende que dentro del Templo, un lugar en el que por principio las mujeres tenían el acceso restringido, sea María la que sostenga el diálogo con Jesús, y no José. El previo diálogo del ángel con María pidiendo su consentimiento para ser la madre del hijo del Altísimo le ha dado un estatus de persona, acorde a su dignidad de hija de Dios también ella. José frente a ella habría aceptado el cambio de patriarca y amo a padre y servidor. De la Virgen María el dato más sobresaliente es, precisamente, que era una mujer virgen. Pero cuando la virginidad de ella se lee sólo en clave biológica, acortamos su sentido y distorsionamos la imagen misma de María. Parecería entonces que, por cuidar su virginidad, estuviera condenada a ser una mujer sola y casi una madre soltera. 

De los hermanos de Jesús de que habla el evangelio, la tradición católica ha interpretado, no sin bases para ello, que se trata de parientes, primos quizá, más que hermanos hijos también de María y de José. Descartamos también que se trata de hijos de José, nacidos en un matrimonio anterior en el que la madre habría muerto. Tanto María como José eran jóvenes y solteros, sin hijos previos ninguno de los dos. Los nombres que recoge el evangelio de algunos de ellos se refieren más bien a parientes de Jesús que tuvieron prominencia en la primera comunidad cristiana de Jerusalén, particularmente Santiago, a quien san Pablo se refiere como "el hermano" o "el pariente" del Señor, y a quien se considera el primer obispo de Jerusalén. El Nuevo Testamento conserva una carta suya, y esto nos hace inferir que en verdad la familia de Nazaret no sólo no era analfabeta, sino que estaba adentrada en el conocimiento y la interpretación de las Escrituras. 

En síntesis, hoy que la Iglesia nos  invita a tomar como modelo a la familia de Jesús, María y José, hay que imitarlos en el reconocimiento mutuo de su dignidad, en su trabajo esperanzado y honesto y para ganarse la vida, en la celebración y la comunicación de la fe en familia, y en la capacidad para hacer a un lado prejuicios sociales y religiosos, y reconocernos como miembros de la única familia sagrada: la familia de los hijos de Dios.

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