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De Jesucristo superestrella a la ascensión del Señor

Lucas 24,46-53

Estamos ante la primera de dos escenas en que Lucas nos narra la ascensión de Jesús al cielo tras su Resurrección; la segunda narración y más conocida, se encuentra en el libro de los Hechos de los Apóstoles. La primera escena, la del Evangelio, tiene lugar la noche del mismo día de la Resurrección; la segunda, la de los Hechos, cuarenta días después de ella, y todo hace suponer que ocurrió de día. Primera dificultad, ¿cuándo tuvo realmente lugar la ascensión de Jesús?

La pregunta no es ociosa; porque para ser escritos de un mismo autor, la diferencia de fechas es fuertemente relevante. Puesto que el error es monumental ¡40 días!, habría que decir que o a san Lucas ya se le iban "sus cabras al monte", o que sus informantes no tenían claridad al respecto, y viéndose en la necesidad de decidirse por una de dos opciones, optó por ambas; o puede ser, precisamente, que la diferencia revista su propio significado.

La segunda dificultad. Si Jesús no ascendió al cielo sino hasta los cuarenta días de la Resurrección, ¿dónde vivió sus primeros cuarenta días de vida nueva, puesto que todavía no estaba en el cielo? ¿Acaso anduvo vagando como ánima en pena?, porque ni modo de decir que andaba penando. Si ya resucitado su corporalidad se había transformado y no necesitaba de una casa ni de comer ni de ningún otro satisfactor mundano y básico, puesto que podía estar en todas partes y sin pagar renta, ¿qué caso tenía irse al cielo de una vez y para siempre, si podía ir y venir de él constantemente?

Tercera dificultad. Sólo Lucas narra la ascensión de Jesús, ni el original de Marcos, ni Mateo ni Juan la relatan; y no sólo eso, cada uno de ellos expresa su propia concepción del destino último del Señor Resucitado; o quizá todos expresan a su modo y de manera distinta una misma realidad.

En Marcos, un joven vestido de blanco (no se especifica que sea un ángel, pero a falta de mejor identificación, concedamos que era lo que llamamos un ángel) dice a las seguidoras de Jesús que el Resucitado espera a sus discípulos en Galilea, que allá lo verán; lo único que se deduce claramente es que tras la muerte en cruz, Jesús está vivo, y que está ahí donde realizó el reinado de Dios. En Mateo, Jesús Resucitado envía a los Once a predicar y bautizar, y les asegura que estará con ellos todos los días hasta el fin del mundo, y aquí lo que queda claro es que Jesús no sólo no tiene necesidad de irse, sino que de hecho no se va, y si no se fue, ¿dónde está? Pues "con ustedes", diría el mismo Jesús de Mateo. Juan, por su parte, habla de la exaltación o la glorificación de Jesús, y lo mismo se refiere al momento de la crucifixión que a su Resurrección, de manera que ambas constituyen una unidad indisoluble (incluso, para Juan hasta la venida del Espíritu Santo se hace coincidir lo mismo con la muerte en cruz que con la Resurrección); lo más cercano a la ascensión en Juan es la vuelta de Jesús al Padre, pero para ella no se da un momento especial, sino que se identifica con la exaltación, o sea, con la cruz-Resurrección.

¿Por qué, entonces, Lucas habla de ascensión al cielo? O en otras palabras, si Jesús subió al cielo después de ser resucitado por el Padre, y de esto fueron testigos varios de los discípulos, además de los Once Apóstoles (Judas ya se había suicidado), ¿por qué sólo Lucas cuenta tan grande acontecimiento? Tan espectacular que ni Jesucristo Superestrella se atrevió a montar una escena semejante, y sobre la que han echado mano algunos alucinados para afirmar que Jesús era un extraterrestre y que la ascensión fue su vuelta a la nave espacial que lo llevó de regreso a su planeta de origen (!)

Mi parecer es que lo que aconteció a Jesús tras la muerte en la cruz fue algo de tal naturaleza que desborda toda experiencia humana, y no teniendo de qué echar mano para expresarlo, los primeros cristianos fueron haciendo uso de diversos recursos, primero para comprender y luego para comunicar este acontecimiento así comprendido. Y cada uno comprendió y experimentó que la cruz no pudo ser lo último en Jesús; Jesús murió preguntando por el Padre ("¿Por qué me has abandonado?", "en tus manos encomiento mi Espíritu"), y el Padre respondió levantándolo de entre los muertos.

Porque de hecho, en los evangelios no existe el verbo "resucitar", sino "levantar", y con este levantar se entendía que Jesús no podía estar "abajo", en el "mundo de la muerte y del pecado", sino que Dios lo había rescatado de la muerte y le había otorgado o restituido la plenitud de la vida, lo "llevó consigo", y todo eso en el mismo instante de su muerte. Los relatos de la sepultura de Jesús confirman que la muerte de Jesús fue algo real; como los relatos de la tumba vacía significan que en Jesús y desde Jesús la muerte es una realidad vacía. Los relatos de Jesús Resucitado conviviendo con los suyos comunican que Él sigue estando con nosotros y compartiendo nuestra vida siempre, que es lo significan bíblicamente los "40 días"; y los relatos lucanos de la ascensión, lo mismo que los dichos en Juan sobre la vuelta al Padre, destacan que el destino último de Jesús no ha sido la muerte, sino el Padre, que es Vida y Amor.

La acción central de esta última escena del evangelio de Lucas es la de Jesús, que alzando las manos bendijo a los suyos, y bendiciéndolos se separó de ellos y fue llevado al cielo. Y las manos de Jesús, que de muchos modos comunicaron bendición curando, perdonando, levantando, bendijeron finalmente y de modo pleno cuando fueron levantadas en la cruz, y en la cruz fue que se separó (físicamente) de los suyos, pero desde ahí fue llevado al cielo. Y desde entonces, y desde esa cruz así vencida, es que Jesús vive en el Padre y por el Padre, y en nosotros y con nosotros, comunicándonos bendición: paz, esperanza, justicia, perdón, curación de nuestras heridas, reconciliación y comunión. De modo que "el cielo" y la vida eterna comienzan en esta tierra cuando el Señor reina en ella con su bendición.

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