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La escandalosa división

Marcos 9,38-48

"Prohibido pisar el césped", leyó un día Mafalda en un jardín. "¿Y la dignidad no?", se preguntó ella. La narración de Marcos refleja la situación de las primeras comunidades cristianas. En su momento, Jesús fue un profeta itinerante, predicaba el Reino de Dios con obras y palabras, y compartió esta tarea con un grupo de discípulos, quienes compartieron su estilo de vida, de itinerancia, indefensión y vulnerabilidad. Pero donde eran recibidos invitaban a vivir los valores del Reino. Que cuidaran a los enfermos, que se aprendieran a vivir reconciliados, perdonados, compartiendo la mesa y la Palabra.

Y cuando el mensaje era recibido, se iban a otro lugar. Con el tiempo, y aún varios años después del misterio pascual de Jesús, siguieron existiendo grupos de seguidores de Jesús que seguían manteniendo su estilo de vida, de predicadores itinerantes con carismas de senadores y exorcistas. Pero también existían familias, comunidades de cristianos que habían aceptado a Jesús y su evangelio, pero no eran ni podían ser itinerantes, tenían familia, trabajo, negocios; pero compartían la Mesa, la Palabra y la fraternidad del Reino. Llegó el momento en que ambos se confrontaron. Los itinerantes se consideraban a sí mismos los auténticos seguidores de Jesús, y menospreciarían a los cristianos de casa. 

De ahí entonces los celos y la soberbia de Juan, que ni de lejos se parece al Discípulo Amado, y el orgullo con que anuncia a Jesús la prohibición que asestó a uno que sin ser de los que caminaban con ellos, seguramente un cristiano de casa, para no expulsar demonios en el nombre de Jesús. Así es como se entiende también la respuesta de Jesús, su reprensión ante este gesto de prepotencia de los itinerantes. La larga respuesta de Jesús no deja dudas: la recompensa debida a quienes les den aunque sea un vaso de agua. El trasfondo es claro. Ellos son itinerantes, pero han vivido de la bondad y de la caridad de quienes los acogido en sus casas y han recibido el mensaje del Evangelio. Les han dado casa y sustento. 

Lo escandaloso en esta perspectiva es que un grupo de seguidores de Jesús se sienta superior a los demás. Lo escandaloso es que los seguidores de Jesús se etiqueten entre sí y se vean con celos y rivalidad. Lo escandaloso es que estemos incapacitados para vernos y reconocernos hermanos y que, en consecuencia, se traten con celos y rivalidad. A eso miran las fuertes palabras de Jesús: sacarse un ojo, los ojos están conectados con el corazón y representaban la manera de pensar y de sentir de la persona; el sentido de las palabras de Jesús es: cambien su manera de pensar, de sentir, se verse, y no correr el riesgo de morir y comprender que pasamos la vida entera equivocados. Las manos y los pies representan el área de las acciones, y el sentido es que si hemos actuado mal, si no nos hemos tratado como hermanos, que cambiemos nuestras acciones  y no nos arriesguemos a llegar a la muerte y comprender que pasamos la vida entera equivocados.

Marcos escribe su narración para afianzar la fe de los cristianos de casa, su opción es por ellos. Marcos afianza el seguimiento como un estilo de vida doméstico comprometido con el Reino. La pregunta es si hemos caído en la tentación de usar la fe para humillar o para dar vida. Si la envidia y los celos nos han enceguecido el corazón de tal manera que ya no somos capaces de reconocer al Espíritu de Dios que habita en cada humano y en cada bautizado. 


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