Ir al contenido principal

Nueva casa, nueva familia

Marcos 3,20-35

Una extraña combinación de escenas. Jesús acaba de bajar del monte, donde constituyó a su más cercano grupo de discípulos, los Doce. Ellos han sido testigos de sus primeras curaciones, del perdón que ha regalado en nombre de Dios, de sus primeras comidas con los pecadores, de su desafío al templo y al sábado como sistema religioso. Con ellos iniciará la construcción de una nuevo proyecto, una nueva casa, a la que llamará Reino de Dios, y una nueva familia, la familia de los hijos de Dios.

Pues bien, habiendo bajado del monte, Jesús volvió a casa. Su familia se enteró y fue por él, con la intención de llevarlo con ellos, pues creían que estaba loco. Los escribas y fariseos creían que estaba endemoniado; en realidad, es la misma creencia. Jesús se defiende apelando al Espíritu de Dios, pues es acusado de estar poseído por un espíritu inmundo. Hacia el final, nuevamente aparece la familia de Jesús, su madre, sus hermanas y sus hermanos, que llegan a las afueras de la casa en que Jesús se encuentra. Le avisan que están afuera, y Jesús responde que su madre y sus hermanos son aquellos que cumplen la voluntad de Dios.

La propuesta del evangelista es dejar en claro que Jesús ha venido ha iniciar una familia mucho más amplia y más diversa que la conformada por los vínculos de la sangre o de la simpatía. Jesús nos invita a vivir en la gran casa y familia de Dios. Vino a mostrar que Dios es amor, y para hacer creíble que Dios es amor y nos ama a todos, mostró amor y misericordia a los más necesitados. Compartió el pan con los más hambrientos, se puso al lado de los marginados, dio perdón gratuito a los pecadores, curó a los enfermos, dio vida nueva a los que habían sido arrebatados por la muerte. Amando a los más necesitados, hizo claro que Dios es amor fiel y sin condiciones. 

Lo lógico era aceptar la vida como venía, como si así estuviera dictada por Dios, como no hubiera más remedio que aceptar la fatalidad resignadamente. Jesús mostró que lo peor es dejar que la vida nos llegue como una fatalidad. Jesús nos mostró que la vida se recibe como un desafío, y que está en nuestras manos hacer realidad el reino de Dios. Porque el reino es un regalo, pero también una tarea. Por eso lo creyeron loco, endemoniado. Pero nosotros, lectores del evangelio, hemos visto que Jesús está lleno del Espíritu de Dios, que descendió sobre él el día de su bautismo por Juan en el Jordán, y que con su fuerza venció al tentador en el desierto. ¿Cómo, pues, entender que no haya sido reconocido el amor?

Al final de cuentas, Jesús fue tachado de loco, aun por los suyos, por esmerarse en construir la gran familia de Dios. Y Jesús se empeñó en su esfuerzo. Por eso al final lanzó el desafío de una nueva familia basada no en la sangre, sino en el cumplimiento de la voluntad de Dios, que no es otra sino el amor fraterno, sincero, fiel y sin condiciones. Familia en la que no hay más padre que el Padre que está en el cielo. Familia que crece cuando crece el corazón materno de las mujeres, cuando se ensancha el corazón fraterno de los hijos e hijas de Dios.

Eso fue lo que propuso Jesús, eso fue lo que a muchos les dio y les hizo creer que estaba poseído por un espíritu inmundo. Pero también eso es lo que a otros nos hace creer que en verdad está habitado por el Espíritu de Dios, y que su familia no tiene límites porque no conoce discriminaciones. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

El cántaro de la samaritana

Juan 4,5-42 La historia de una mujer samaritana que carga con su cántaro, su vergüenza, y su frustración. Sale a medio día, con el sol en plenitud. Arrastra el peso del calor, no puede salir como las demás mujeres muy temprano porque todos la señalan; después de cinco maridos, vive con un sexto varón, así que para el pueblo es una prostituta cualquiera. Cansado del camino, en su viaje por Samaría, Jesús se sienta junto al pozo de Jacob. Sediento y sin cántaro, ve con alivio la llegada de una mujer que se acerca para sacar agua. "Dame de beber", le dijo. Y ella se sorprende. Los varones no hablan a las mujeres en público, mucho menos un judío a una mujer pagana. "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, ¡tú me pedirías a mí, y yo te daría agua viva!," le respondió Jesús, que ve con el corazón de Dios, y por eso siempre ve en todos a un hermano. "¿Eres más importante que nuestro padre Jacob?" Ella siguió el diálogo, y

San Jorge Bendito

Mateo 28,16-20 Un día se puso Guille enfrente de Mafalda cubierto todo por una sábana: "¡Buuuuhhhh...! ¡El fantazmaaaaaaa!" Y en un instante fugaz sólo se vio la mano de su mamá y una voz tronante: "¡Péeeeero la sábana limpia, caramba! ¡Trae para acá!" Y luego de un segundo en el que tratan de asimilar el susto, Mafalda acaricia la cabeza de Guille diciéndole: "Los fantasmas no se sabe, pero que las mamás existen, ¡existen, Guille, existen!" Dios existe. Dicen que san Jorge bendito no. Con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, salieron del santoral y, por lo tanto, del calendario litúrgico, varios santos cuya existencia era más bien legendaria. Entre ellos estaba san Jorge bendito, el matadragones, patrono de Inglaterra. San Jorge fue un mártir cristiano del siglo IV; soldado romano hijo de madre cristiana quien, tras la muerte de su esposo, educó a su hijo en la fe, el cual habría muerto decapitado el 23 de abril del año 303 tras el decret

Bartimeo

Mc 10 46-52 Esta secuencia narrativa muestra la curación de Bartimeo, un limosnero ciego de Jericó; vive de la compasión que despierta entre la gente. Jesús ha entrado en Jericó, no se dice cuáles son acciones ahí, suponemos que las mismas que le hemos visto a lo largo de todo el evangelio: curar, perdonar, incluir, compartir, enseñar. Es lógico que su fama se extienda, y que llegue hasta Bartimeo. Él es el protagonista de esta secuencia, nos importa su caracterización. Por eso es importante su nombre, tan importante que el evangelista debe traducirlo a su público. Bartimeo es un nombre arameo, que traducido al griego, lengua en que se escribió el evangelio, significa hijo de Timeo. Pero como Timeo es un nombre griego, Marcos no tiene necesidad de traducirlo; Timeo significa: Honorable, Digno. Bartimeo es el "Hijo del Honorable". En su nombre está la burla de su condición: siendo Hijo del Honorable, vive marginado (a la orilla del camino), postrado (sentado),