Ir al contenido principal

Hijo del Padre, Hijo de José, confianza en la tormenta

Marcos 4, 35-41

En La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, un librero lleva a su hijo a conocer un lugar misterioso y secreto en el medio de los libreros: El Cementerio de los Libros Olvidados. Ahí, el papá dice a su hijo, animándolo para escoger un libro de los que ahí se encuentran: "Este lugar es un misterio, un santuario. Cada libro, cada tomo que ves, tiene un alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza la mirada por sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte." Los evangelios son libros que tienen su propia alma, su propio espíritu, el espíritu de Jesús. Y cada vez que deslizamos nuestras miradas por sus páginas, nuestros espíritus crecen y se hacen más fuertes. Eso pasa con páginas como ésta, en la que al final nos preguntamos quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen. Mi respuesta en este día del padre, es que Jesús es el hijo de José.

Yo recuerdo cuando terminaba el quinto año de primaria. Como es costumbre, los seis alumnos de mayor promedio integraban la escolta del siguiente ciclo escolar, para los honores a la bandera de cada lunes. La tradición era que el alumno de mayor promedio fuera el abanderado, y ese año el primer lugar fui yo. Como sabía que me tocaría ser el abanderado, comencé a practicar por mi cuenta, no fuera a ser que por falta de pericia fuera yo a dar de bruces con el lábaro patrio el día de la ceremonia. Pero sucedió entonces que la Directora Técnica de la primaria nos reuniera a los alumnos escogidos para decirnos que después de pensarlo y platicarlo con los maestros, habían llegado a la conclusión de que se veía más bonita la escolta si la abanderada era una niña. Para un niño de once años que tenía puestas las ilusiones de ese año en ser abanderado, la noticia fue una como feroz tormenta que sacudía mi vida y la ponía al borde del naufragio. Ese día me fui triste y frustrado a mi casa, y ahí conté lo que había pasado. 

Al día siguiente mi papá me acompañó a la Dirección de la escuela, hablaríamos con la Directora y manifestaríamos nuestro desacuerdo. En cuanto fuimos recibidos, yo esperaba que mi papá pusiera a la maestra en su lugar, pero en lugar de eso me dijo: "dile". Y yo, a pesar del miedo y la sorpresa, manifesté lo que sentía. La Directoria no cedió en su postura y trató de persuadirme para que me conformara con ser de la escolta. Entonces tomé la que creo que fue la primera decisión importante de mi vida: renunciar a la escolta. La Directora trató de presionarme con el hecho de que mi uniforme ya estaba pagado. Ahí intervino mi papá. Aclaró que el traje de la escolta lo había pagado él y que a él no le importaba que ese dinero se perdiera si mi voluntad era retirarme de la escolta. Entonces se volvió hacia mí, y me preguntó si yo quería formar parte de la escolta o no. Dije que no. No se discutió más. Nos despedimos y salimos dignamente de la oficina. Más tarde, cuando en la secundaria me inscribí en el taller de encuadernación, llevé orgulloso mi primer libro empastado, que me habían calificado con diez, a mi papá, que era encuadernador profesional y, señalándome cada uno de los defectos de mi libro, me dijo que él me habría puesto ocho,  y eso, dijo, "por ser mi hijo". 

Muchos sentimientos me vienen recordando estos momentos. Lo que tengo claro, es que cada papá participa del corazón de Dios,  y de alguna manera lo hace presente aquí en la tierra. Por eso, insisto, respondo a la pregunta del evangelio diciendo que Jesús era el hijo de José. Creo que José enseñó a Jesús a confiar plenamente en Dios, siempre; lo enseñó a no dejarse vencer por el miedo, a no ser cobarde. Y creo que ésa es la misión de todo padre: impulsar a sus hijos, traducir su amor en fuerza, no solapar nuestras cobardías y mediocridades, y hacernos crecer, que eso y no otra cosa significa el nombre de José: "el que hace crecer". No permitirnos ser como Felipito, que volteado a la pared decía: "He decidido enfrentar la realidad, así que apenas se ponga linda, me avisan."  José de Nazaret, el hombre bueno que hizo presente en la tierra al Padre del Cielo. José, el hombre que mientras la tormenta de burlas y críticas inundaba su vida, durmió confiado en la misericordia de Dios, y en su sueño escuchó la voz de Dios que lo invitó a ser papá.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El cántaro de la samaritana

Juan 4,5-42 La historia de una mujer samaritana que carga con su cántaro, su vergüenza, y su frustración. Sale a medio día, con el sol en plenitud. Arrastra el peso del calor, no puede salir como las demás mujeres muy temprano porque todos la señalan; después de cinco maridos, vive con un sexto varón, así que para el pueblo es una prostituta cualquiera. Cansado del camino, en su viaje por Samaría, Jesús se sienta junto al pozo de Jacob. Sediento y sin cántaro, ve con alivio la llegada de una mujer que se acerca para sacar agua. "Dame de beber", le dijo. Y ella se sorprende. Los varones no hablan a las mujeres en público, mucho menos un judío a una mujer pagana. "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, ¡tú me pedirías a mí, y yo te daría agua viva!," le respondió Jesús, que ve con el corazón de Dios, y por eso siempre ve en todos a un hermano. "¿Eres más importante que nuestro padre Jacob?" Ella siguió el diálogo, y

San Jorge Bendito

Mateo 28,16-20 Un día se puso Guille enfrente de Mafalda cubierto todo por una sábana: "¡Buuuuhhhh...! ¡El fantazmaaaaaaa!" Y en un instante fugaz sólo se vio la mano de su mamá y una voz tronante: "¡Péeeeero la sábana limpia, caramba! ¡Trae para acá!" Y luego de un segundo en el que tratan de asimilar el susto, Mafalda acaricia la cabeza de Guille diciéndole: "Los fantasmas no se sabe, pero que las mamás existen, ¡existen, Guille, existen!" Dios existe. Dicen que san Jorge bendito no. Con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, salieron del santoral y, por lo tanto, del calendario litúrgico, varios santos cuya existencia era más bien legendaria. Entre ellos estaba san Jorge bendito, el matadragones, patrono de Inglaterra. San Jorge fue un mártir cristiano del siglo IV; soldado romano hijo de madre cristiana quien, tras la muerte de su esposo, educó a su hijo en la fe, el cual habría muerto decapitado el 23 de abril del año 303 tras el decret

Bartimeo

Mc 10 46-52 Esta secuencia narrativa muestra la curación de Bartimeo, un limosnero ciego de Jericó; vive de la compasión que despierta entre la gente. Jesús ha entrado en Jericó, no se dice cuáles son acciones ahí, suponemos que las mismas que le hemos visto a lo largo de todo el evangelio: curar, perdonar, incluir, compartir, enseñar. Es lógico que su fama se extienda, y que llegue hasta Bartimeo. Él es el protagonista de esta secuencia, nos importa su caracterización. Por eso es importante su nombre, tan importante que el evangelista debe traducirlo a su público. Bartimeo es un nombre arameo, que traducido al griego, lengua en que se escribió el evangelio, significa hijo de Timeo. Pero como Timeo es un nombre griego, Marcos no tiene necesidad de traducirlo; Timeo significa: Honorable, Digno. Bartimeo es el "Hijo del Honorable". En su nombre está la burla de su condición: siendo Hijo del Honorable, vive marginado (a la orilla del camino), postrado (sentado),