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Mostrando entradas de agosto, 2010

La elevación de los humillados

Lc 14,1-14 Fue un sábado en casa de un fariseo, y un fariseo importante. Un fariseo importante sólo se relacionaba con gente importante. Seguramente Jesús lo era para él, y lo invitó a comer; y ahí, en casa de este fariseo, se presentó un hombre hidrópico, su enfermedad lo tenía en condición de marginado, de despreciado; su enfermedad era vista como un castigo por impureza. Jesús lanzó una pregunta retadora, ¿se podía curar a un humano en sábado? La letra de la ley decía que no; pero Jesús lo sanó. El corazón de Dios había dicho sí. Entonces los fariseos, que habían invitado a Jesús a socializar en su grupo, lo vieron con recelo y con sospecha, incluso con franco menosprecio, no podía ser de otra manera, ¡había quebrantado el texto de la ley! Poco a poco comenzaron todos a buscar un lugar para el banquete; entre más cerca del anfitrión, mejor. Jesús observó cómo los invitados se disputaban los "mejores" lugares; seguro que él se fue al último lugar. En voz alta lanzó un co

La puerta angosta

Lucas 22,30-35 Hoy, como en los tiempos de Jesús, la gente siente miedo y curiosidad; uno le preguntó a Jesús: “¿Son pocos los que se salvan?” A muchos de nosotros también puede inquietarnos la pregunta por la salvación eterna, por la vida después de la muerte, y por el tipo de vida que será. Queremos la inmortalidad, y la queremos como la plenitud y la realización de nuestros más nobles y legítimos intereses. Pero antes que la pregunta por la salvación eterna, hay en esta vida otras preguntas que también nos inquietan: Cuando el dinero no nos alcanza, mientras que otros comen y beben a placer y se van de vacaciones y regresan a la seguridad de una casa propia, uno se pregunta: ¿son pocos los que tienen buena suerte? ¿Son pocos los que tienen derecho al bienestar? ¿Son pocos los que tienen acceso a la justicia? Jesús no responde con un “sí” o un “no” y, sin embargo, su respuesta es más contundente aún: “¡Esfuércense por entrar por la puerta estrecha!” Creo que la clave de lectura par

María llevada al cielo

Lucas 1,39-56 La escena es la de la visita de María a su prima Isabel, una vez que ambas han quedado embarazadas de manera milagrosa: Isabel a su avanzada edad; María, sin intervención de varón. María acude, entonces, a ayudar a su prima, que ya tiene seis meses embarazada. Apenas la voz de María llega a Isabel, el niño que lleva en el vientre salta de gozo. Sin duda, la escena pintada por Lucas es bellísima: Isabel, símbolo de un pueblo viejo que no creaba vida, por fin ha sido fecundado; y María, símbolo del pueblo nuevo, es portadora de vida nueva para todos. Luego del saludo, María entona un canto de acción de gracias al Señor; que María cante y no sólo hable es demasiado elocuente: el canto expresa mejor el sentimiento contenido en las palabras. Y María canta: canta de gusto porque Dios ha puesto su mirada en ella, pequeña y sencilla; canta de gusto porque todas las generaciones la conocerán eternamente con "dichosa", "feliz"; canta porque el brazo de Dios in

El Dios del servicio

Lucas 12, 32-48 El texto es amplio y claramente conformado por dos partes, la primera es la última parte del discurso de Jesús invitando a la confianza en Dios antes que en el dinero, discurso que sigue a la parábola del rico insensato; "donde está tu tesoro, ahí está tu corazón", sentencia Jesús. La gente piensa en tesoro, y se imagina cofres de barcos piratas, llenos de joyas cuajadas de piedras preciosas y monedas de oro. No es casual que pensemos en estos términos: prácticamente tenemos nuestro corazón hipotecado en el dinero, porque el dinero es el gran regulador de nuestra vida. Sin embargo, en Jesús Dios nos muestra algo totalmente distinto: si en Jesús Dios está siempe con nosotros, si en Jesús Dios nos está amando perpetuamente, eso sólo significa una cosa: ¡que nosotros somos el gran tesoro de Dios! Uno pudiera sorprenderse y creer que lo más valioso que hay en Dios es su poder, su capacidad de creación, Él mismo y, sin embargo, lo más valioso para Dios, su tesoro,