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Alfa y Omega

Vigilia Pascual

Al inicio del libro del Apocalipsis, aparece el Señor Resucitado, y se presenta a sí mismo diciendo: "Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive, estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo en mi poder las llaves de la muerte y del abismo." Al final del mismo volverá a presentarse, diciendo: "Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin." Se repite que Él es el primero y el último, y es la idea con la que se abre y se cierra el libro. Sabemos que el alfa y la omega son, respectivamente, la primera y la última letras del alfabeto griego. Alfa y omega son las letras con las que marcamos el cirio pascual. Y son la clave con la que yo interpreto los textos de la Escritura que iluminan esta noche de Pascua. 

Creo que nuestra vida de principio a fin, se escribe con el amor de Dios, y esto es algo que sólo podemos ver con la luz de la fe. Creo que el Señor Jesús no sólo es la Palabra de Dios, sino la primera Luz de la creación, la que separó la noche de la tiniebla en la creación del mundo, y la Luz que diluye las tinieblas en la consumación de la historia, la Luz que resplandece sobre la cruz. Creo que Jesús es, como Isaac, el hijo del sacrificio, y es también el hijo rescatado del sacrificio. Creo que Jesús es el agua que dio la libertad a los hijos de Israel, y es el agua que sigue dando vida y libertad a todos los hijos de Dios. Creo que Jesús es el esposo de la comunidad que había sido infiel, el esposo que viene a amar a su Iglesia, que por un momento se había sentido abandonada de su Señor. Creo que Jesús es el trigo y el vino gratuitos anunciado por Isaías, que nos fueron dados generosamente sobre la mesa en la que el Hijo entregó su vida. Creo que Jesús es la sabiduría con que todo fue creado, y que esta sabiduría es el amor, sabiduría que nos permite reconocer en el rostro del Crucificado el rostro de Dios, compasivo, misericordioso y fiel. Creo que Jesús es la nueva alianza prometida sobre la base de un nuevo corazón. Creo que Jesús es el corazón nuevo y eterno en el que todos somos amados y en el que todos hemos sido hechos hijos. 

Creo que la muerte está vencida y que la noche tiene contadas sus horas. Creo que la vida se ha desbordado y por eso el sepulcro fue encontrado vacío. La Luz de Dios, la sabiduría de Dios, ha escrito sobre el libro de nuestra historia una nueva realidad que sólo se contempla a la luz de la fe, de la esperanza y del amor. Creo que Jesús es la piedra hecha a un lado junto al sepulcro desde la cual se construye un nuevo Pueblo, el pueblo de los hijos de Dios, el pueblo en que mostramos orgullosos la marca de nuestras heridas curadas, de nuestros pecados perdonados, la recuperación de nuestros abrazos rotos. 

Creer a las mujeres del evangelio que el sepulcro está vacío es creer que Dios un día nos mostrará su gloria cuando queden vacías las fosas clandestinas, cuando se vacíen los hospitales y las cárceles, cuando veamos vacíos todos los sepulcros; cuando Él haya destruido la violencia, el dolor, la injusticia y la muerte. Cuando los que ahí fueron crucificados sean sentados y servidos en la mesa del banquete celestial, celebrando y cantando el amor y la vida con la que Dios, sabiamente, creó e iluminó esta casa que es el mundo en el que hoy vivimos, y la Casa que habitaremos mañana. Amén.

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