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San Jorge Bendito

Mateo 28,16-20

Un día se puso Guille enfrente de Mafalda cubierto todo por una sábana: "¡Buuuuhhhh...! ¡El fantazmaaaaaaa!" Y en un instante fugaz sólo se vio la mano de su mamá y una voz tronante: "¡Péeeeero la sábana limpia, caramba! ¡Trae para acá!" Y luego de un segundo en el que tratan de asimilar el susto, Mafalda acaricia la cabeza de Guille diciéndole: "Los fantasmas no se sabe, pero que las mamás existen, ¡existen, Guille, existen!"

Dios existe. Dicen que san Jorge bendito no. Con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, salieron del santoral y, por lo tanto, del calendario litúrgico, varios santos cuya existencia era más bien legendaria. Entre ellos estaba san Jorge bendito, el matadragones, patrono de Inglaterra. San Jorge fue un mártir cristiano del siglo IV; soldado romano hijo de madre cristiana quien, tras la muerte de su esposo, educó a su hijo en la fe, el cual habría muerto decapitado el 23 de abril del año 303 tras el decreto de persecución a los cristianos por parte del emperador Diocleciano.

Varias leyendas europeas de la Edad Media hablan de un monstruo o un dragón que, habiendo puesto su nido junto al pozo de la ciudad, pedía diariamente un sacrificio humano para permitir a la población tomar agua. En cierta ocasión el dragón exigió el sacrificio de la princesa, y en esas estaban, con el rey suplicando por la vida de su hija, cuando apareció Jorge montado sobre un caballo y mató al dragón. Habiendo tomado la historia por verdadera, san Jorge, este Jorge matadragones, se convirtió en patrono de los cruzados, y quizá fue tras la tercera cruzada, encabezada por el rey inglés Ricardo Corazón de León en el año 1190, en que san Jorge vino a ser patrono de Inglaterra. En esa época la historia de san Jorge el mártir se mezcló con la del matadragones.

Y ¡cuántas veces rezamos de niños y aún de adultos a san Jorge bendito! San Jorge bendito, del monte mayor, cuida mi casa todo alrededor, de bruja hechicera, de hombre traidor, de animal ponzoñoso y de mala intención. Y resulta que como los dragones no existen, san Jorge bendito tampoco. O eso creía yo, hasta que en el Instituto de Filosofía conocí a Carlo Mongardi, y me explicó que Jorge procede del griego "Gorgias", y significa "campesino", el hombre que trabaja con la tierra. Y me hizo entender que Dios es el santo de los santos, y el bendito por excelencia, el que trabajó la tierra y con ella modeló al ser humano, que en el monte mayor dio a conocer su voluntad a Moisés, y en el monte mayor manifestó su amor inmenso por su hijo Jesús. Y sí, san Jorge bendito del monte mayor sí existe. Es el mismo Dios.

Con el correr de los años, en el chat de los amigos de la secundaria, que este año cumpliremos 26 años de amistad, Nadia, excelente pediatra y mejor amiga, nos pidió oraciones por una pequeña paciente suya que estaba en la antesala del otro mundo, y el caso había llegado a ella. Después de varios días de oración y de los hábiles y oportunos tratamientos y cuidados de la Dra. Nadia, la pequeña salvó la vida. Ella nos avisó y nos dio las gracias por el milagro acontecido. Fue entonces que el buen Jorge comentó que él no creía en los milagros, pero creía en las personas. Pues bien, yo creo que eso mismo es creer en Dios. Creer en el otro, creer en el cuidado y en la inteligencia de los demás, en su nobleza, creer en el amor, eso es creer en Dios, pues Dios es amor. 

El amor marca, identificamos el amor por las veces que hemos sido amados. Porque hubo un Otro antes que nosotros que en su amor de Padre, en su amor de trabajador del barro, nos modeló y nos sopló su Espíritu. Ninguno vive por sí ni nadie vive para sí. Desde siempre somos relación, hijos de alguien, hermanos de alguien, amigos de alguien, el amor de alguien. Son los otros los que nos dan nuestra verdadera identidad, lo que de verdad somos, y somos lo que imprimimos en el alma de quienes nos tratan. Trascendemos en los demás, y trascendemos no para la nada, sino para la eternidad del amor. Que si dar la vida no plenificara y no trascendiera, el amor sería un ilusión pasajera. Celebrar a Dios como Trinidad es confesar y celebrar que Dios mismo es relación, una familia en la que un Padre da la vida, un Hijo que es infinita e incondicionalmente Amado, y un Amor que nos impulsa a la vida y que nos abraza y nos mantiene en la unidad. Dios necesita de un otro a quien amar, nunca es soledad y mucho menos egoísmo. De ahí que cuando Dios quiso comunicar su amor en el lenguaje de los seres humanos, pasó de la Divina Familia del Cielo a la Sagrada Familia de la Tierra, y por eso en este día en que damos gloria a la Trinidad del Cielo, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, damos honra a la Trinidad de la Tierra, Jesús, María y José.

Comentarios

  1. Mis abuelitos y mi papá qepd me enseñaron la oración a San Jorge bendito y es super milagroso y protector, gracias por escribir sobre él.

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