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Ceniza: celebrar ¡lo que no somos!

Génesis 2,4-7; Mateo 6,1-6; 16-18

Comienza la cuaresma y comienzan los días en los que no sé por qué se dan sistemáticos ataques a la buena fe y a la sana autoestima. Como la cuaresma es tiempo de pedir perdón, yo pediría perdón por no ir en este tiempo a misa con un padre que no sea yo. Pero es que no siento que me comuniquen el evangelio cuando me dicen que tengo que sentirme mal por lo malo que soy, como si fuera el criminal que no soy; ni que tengo que pedir clemencia a Dios que ha sufrido tanto por mí a causa de mis muchos pecados, ¡ni taaantos!, ni Dios es masoquista. Pediría perdón por no vestirme de sayal y cubrirme de ceniza como en los tiempos del Antiguo Testamento. Pediría perdón por no dejar de sonreír, porque sigo sin entender por qué tenemos que hacer de la cuaresma el largo funeral de la fiesta y la sonrisa.

La cuaresma es una fiesta y hay que celebrarla. No es la pascua, pero hay que celebrarla. La cuaresma es un tiempo cristiano y el Señor Jesús está vivo y resucitado, a pesar de la injusticia y del absurdo de la cruz. Entiendo que la cuaresma me prepara para la pascua y, por lo tanto, pienso y digo lo siguiente:

1. Que la cuaresma es una fiesta y empieza con una celebración definitivamente hermosa que ensalza la vida y la resistencia: el miércoles de ceniza. Es verdad, nos ponen o nos ponemos la ceniza en la cabeza, y nos dicen: "Recuerda que eres polvo y al polvo volverás". Pero esa frase sólo pudo haberse escrito en los tiempos en que el Señor Jesús no había resucitado y, por lo tanto, la resurrección no era el centro de nuestra fe. De manera que, en sentido cristiano y leída en el conjunto de la escena de la creación, la frase dice que éramos polvo, pero Dios nos dio su vida, su aliento, y gracias a eso somos  sus hijos. Es decir, si no fuera por Dios, seríamos polvo. Pero resulta que Dios es Vida y es Amor, y la ceniza nos recuerda que por oscuro y desolador que parezca el valle de la muerte, ¡nosotros nunca más seremos polvo!, porque como bien saben los oaxaqueños, ¡Dios nunca muere!, y los hijos de Dios participamos de su vida, que ha vencido a la muerte.

2. Así que, en mi muy humilde opinión (y humilde, lo mismo que humano, viene de humus, que significa polvo), el signo de la ceniza hace de la cuaresma la fiesta de la resistencia y de la rebeldía. Nos rebelamos ante la estúpida idea de que seamos simplemente polvo. Nos rebelamos, y resistimos, a la estúpida idea de renunciar a la vida; nos rebelamos y resistimos al absurdo de la muerte como nuestro destino, aunque las apariencias digan lo contrario. Creemos en Dios y por lo tanto creemos en la vida afianzada por encima de la muerte y cuanto la provoca. 

3. La cuaresma sólo puede prepararnos para la pascua si abre nuestra mirada y apunta nuestros pasos hacia el horizonte de la vida plena. Seremos polvo, pero polvo enamorado, diría Quevedo; polvo animado por el Espíritu de Dios. No somos arcilla, somos el milagro de la arcilla convertida en vida; el milagro de la creatura hecha hijo. No es que pase el tiempo y vayamos volviendo al polvo; pasa el tiempo y vamos volviendo al Dios que nos sacó del polvo.

4. Cada ser humano es el milagro del barro convertido en vida por el Amor. Por lo tanto, la cuaresma, iniciada con el signo de la ceniza, es la fiesta en que celebramos la unidad del género humano y la esperanza de caminar hacia el mismo destino, hacia la misma Casa, hacia el mismo Padre. Por eso es que en la cuaresma somos invitados a dar el paso de donde estamos hacia la solidaridad; y, a ser posible, de la solidaridad a la fraternidad. Sólo así tiene sentido lo que Jesús nos pide en el evangelio de Mateo: la oración, como gratitud al Padre que nos sacó del barro y nos llamó la vida; y el ayuno y la limosna, como signos de que lo que a mí duele, le duele también al otro; y lo que a mí me gusta y me ayuda, seguro también al otro, más si lo necesita con urgencia.

Así, que ¡bienvenida la cuaresma!, ¡bienvenidos los hermanos a la fiesta de lo que no somos! Para luego celebrar, con mayor enjundia, ¡la gran fiesta de lo que sí somos y seremos siempre!

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