Mateo 28,16-20
Porque en aquellos años todavía creía yo que las misiones era irse a África a sufrir con los pobres, en medio de un país en guerra. Había que ser muy valiente para ser misionero, y el P. Albino mediaba entre el Gobierno de Angola y la Cruz Roja. Con el paso del tiempo, he afinado más mi idea de las misiones, y creo que es más bien una cuestión de corazón. No es que la valentía no pertenezca al ámbito del corazón. Pero pienso que no es lo primero ni lo más importante para estar en una misión. Lo primero es la compasión y lo segundo la misericordia. Sentir al pueblo y entregarle al corazón. Como Jesús, el Señor. Y como el P. Albino. Quizá lo tercero sea la inteligencia, al lado de la valentía.
Pero como decía:
llegado este día en el que ustedes y nosotros celebramos el DOMUM, no pienso ni
sueño en tierras lejanas, sino en los lugares por los que ya pasé. Y entre ellos
la capellanía de San José de los Poetas. Podría decir que de alguna forma ellos
han hecho posible el milagro de mi vida y ministerio en este lugar; sin ellos, tal vez no estaría aquí. De mi parte, comunícales mi gratitud, pues aunque
breve, fue significativo mi paso por ahí. Recuerdo con gratitud en especial
la misa de domingo a las 8 de la noche, a la gente que aceptó repetir conmigo la
palabra SHALOM, su paciencia en las homilías y el canto de los
seminaristas.
Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND, aunque más bien debiera ser DOMUM). Eso celebramos como Iglesia este domingo 23 de octubre. Por eso la escena final de Mateo, que recuerda que el anuncio del Evangelio por cada rincón de la tierra y a cada rincón del corazón humano no es un servicio de buena voluntad, sino el mandato del Señor Resucitado. Yo pertenezco a una familia de misioneros, puesta bajo la protección de san José, misionero del Hijo, al que llevó a África, la noche de la Huida a Egipto.
África nos recibió en 1982. Los josefinos llegamos al Santuario de Nuestra Señora de Muxima, en Angola, a orillas del río Kwanza. La imagen venerada en el Santuario es de la Inmaculada Concepción de María, a la cual el pueblo angoleño llama Mamá Muxima, que significa Mamá Corazón, y no me parece que haya un mejor nombre de cariño para la muchachita de Nazaret que mostró a Jesús que Dios es un Papá que ama con corazón de Mamá.
Hoy el Rector del Santuario de Muxima es el P. Albino Reyes, misionero josefino nacido en Ocoyoacac, Estado de México. No es la primera vez que el P. Albino está en Angola. Llegó a esas tierras hace muchos años, no sé exactamente cuántos. Yo lo conocí cuando volvió de allá para su ordenación sacerdotal, el 1o de julio del 2000. Yo ingresé al seminario el 6 de agosto de ese año, sabía de Albino por nuestra revista de El Propagador, así que cuando llegó al seminario para despedirse antes de volver a Luanda, interrumpí mi aseo cuando pasó a mi lado, en el corredor que lleva al coro de la capilla, para darle la mano. Creo que él llevaba prisa, y apenas si me habrá dicho "adiós" o "gracias", ni siquiera recuerdo qué. Lo que sí recuerdo es que sentí que era un atrevimiento salirle así nomás al paso, pero yo quería expresarle mi admiración. De modo que lo vi y le tendí la mano sin decirle mayor cosa, pero me emocionaba saber que aquel joven neosacerdote se iba para África y sólo por eso ya lo admiraba yo.
Volví a ver al P. Albino cuatro años más tarde, recién vuelto de África, como párroco de Tamapatz, en la huasteca potosina. La gente se sentía identificada con su Pastor. Y el Pastor andaba muy feliz en los camiones y en los caminos de la sierra, me consta; la moto, en cambio, no tuvo un final tan feliz, le consta a su brazo derecho. Pasó el mes de mi curso de tének y no volví a ver a Albino hasta que el Provincial me pidió hacer equipo con él en la organización de una misión popular en Salvatierra, y juntos invitamos al P. Javier Hernández a hacer equipo con nosotros. Guardo en mi corazón esa experiencia como una de las más preciadas en mi vida josefina, con ellos aprendí a formar equipo poniendo lo mejor de uno, con humildad.
Terminada esa experiencia, el P. Albino vino a ser el rector del Teologado, y el último rector que tuve yo como formando, pues sólo me restaba un año de Teología. Ahí, Albino me enseñó a aprender del pueblo, que también es maestro. Fue mi superior cuando profesé votos perpetuos y cuando recibí el Diaconado. Después de ese año, la santa obediencia (diría el Maestro Poncelis) me mandó a Guadalajara, a la formación y la docencia, que también son una forma de misión entre salvajes; y a él de regreso a Angola, como Rector de Muxima, Corazón del Pueblo angoleño.
Escribo todo esto porque pedí al P. Albino un testimonio de su vida de misionero para compartirlo en este día con los aspirantes de Filosofía y con los feligreses de San José de los Poetas. Aquí la gente lo conoce y lo recuerda con cariño porque fue Rector de este seminario antes de serlo en el Teologado. Comparto también aquí la carta que me envió. Muxima no es más un lugar apenas accesible e incomunicado. Recibí por correo electrónico su carta y puedo enviarle de vez en cuando un abrazo por celular. Sus palabras me confirman que la misión depende del corazón, y que su corazón de pastor late al unísono con su pueblo, sus ovejas. Sigo admirando al P. Albino, igual o más que ayer. Pero hoy además es mi amigo y le hablo de tú. ¡Shalom!
Santuario de Nossa Sennhora da
Muxima
Estimado (P.) Miguel, hermano
y amigo:
Deseo que tú y la
comunidad se encuentren (o al menos en proceso de vivir) con un solo corazón y un
solo espíritu, poniendo todo en común, todo en el sentido amplio y estricto de
lo que significa tener todo en común.
Es curioso que, llegado
este día de celebrar el DOMUM, en vez de pensar en tierras lejanas a las que
pueda soñar en misionar, y solidarizarme con ellas en la oración y en lo material, piense en los
lugares por los que ya pasé, ¿por qué? Será porque ya me encuentro, como diría cualquier fiel de San José de los Poetas, o de mi familia, en
tierras lejanas de misión. La verdad para mí es diferente, no me
siento en tierra lejana, no me siento extranjero, sino que me siento en casa, en
familia.
Tal vez en ocasión
del DOMUM tú y la comunidad podrían estar pensando en cómo ayudarnos, cómo
motivar y animar una pastoral misionera o, en lo más simple, dar un poco más en
el cesto de colecta o en algún sobre (que termina por ser una forma más fácil
pero muy reducida, aunque necesaria). Y aunque no me lo preguntas, pero si tú y
la comunidad aceptan, diría que mucho harían por las misiones amando, cuidando,
apoyando el seminario que tienen al lado… Un día, no muy lejano, la comunidad cristiana
de San José de los Poetas se hará presente como hoy se hace presente en mí en
estas tierras, cuando uno de los jóvenes seminaristas esté aquí o en algún otro
lugar igual o más necesitado de un hombre que sea testigo de la vida, de la
verdad, de la justicia, del amor. Pero yo también pienso en ustedes, dime ¿qué
podría hacer yo y la comunidad con la que caminamos en la fe por ustedes? ¡SÍ!,
por ti y por la comunidad del Templo de San José de los poetas. Es en serio, no
te rías –que sabes hacerlo. Piensa un poco, piensa con la comunidad qué podemos
hacer por ustedes, por ti. Tenemos tanto para compartir: ¡ven y lo verás!, o si
alguien de esa comunidad quiere venir, es bienvenido a nuestra comunidad, lo
recibimos porque la misión es de todos los bautizados y no apenas de los
consagrados…
Amigo y hermano,
comunidad de San José de los Poetas, nos unimos en este día. Sepan que como
misionero soy feliz. Aquí a veces las cosas no son fáciles, pero todo tiene
sentido; todo, absolutamente todo, tiene sentido para mí aquí. Sé que no me
equivoqué al decir sí a la vida misionera. Sepan que, aunque tengo cara de enojón, soy feliz y río y me divierto mucho, no piensen "¡ay, pobrecito, qué lejos
está...!" No, no; estamos en casa, estoy feliz, adivino que hasta más de alguno
sentiría envidia de mí.
A propósito, casi
olvidaba, el lema de este año es: “Como el PADRE me envío, así yo los envío…”
ese texto escrito en el primer siglo de la era cristiana lo siento hoy tan mío.
Gracias, Miguel, por tu amistad y aceptar ser amigo, contigo aprendí a ser mejor
misionero. Un abrazo y un ¡SHALOM! para toda la comunidad que acompañas.
Albino m.j.
HERMANOS, MIGUEL Y ALBINO,GRACIAS, MIL GRACIAS POR DAR UN POQUITO DE CONSUELO EN SUS PALABRAS QUE AHORA HAN COMPARTIDO CON TODOS. Y YO SI ME ATREVO, P. ALBINO, A PEDIRTE QUE HAGAS ORACION POR MÍ Y POR TODOS LOS QUE FORMAMOS LA COMUNIDAD DE GOBIERNO PROVINCIAL; PUES NO SÉ SI HAYA UNA MISIÓN TAN DIFÍCIL COMO LA QUE ESTAMOS TRATANDO DE VIVIR NOSOTROS ANTE ESTA RESPONSABILIDAD... (BUENO, POR LO MENOS PARA MÍ HA SIDO LA MÁS DIFICIL QUE ME HA TOCADO HASTA EL MOMENTO). HERMANOS MISIONEROS, ADELANTE, SIEMPRE ADELANTE, HACIENDO SIEMPRE Y EN TODO LO MEJOR COMO VILASECA LO HIZO, PUES LO QUIERE SAN JOSÉ. P. JAVIER
ResponderEliminarGracias, Chino. Definitivamente las misiones más complicadas no están en las zonas de misión. Pero en todas lo importante es el corazón. Un abrazo.
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