Juan 2,1-12
Se trata del episodio de las bodas de Caná. Un pasaje conocido porque Jesús convirtió agua en vino, cuando la fiesta de una boda peligraba porque el vino había se había acabado. Litros y litros de agua convirtió Jesús en vino. ¿Para qué, si los invitados estaban ya borrachos?
La boda es una alianza de amor. Y en la Biblia, las bodas son símbolo de la relación de Dios con su pueblo, relación que debe ser de amor; aunque a veces sentimos hacia Dios todo menos amor: miedo, ira, juicio, ... Así pasa cuando vamos a misa "porque es mandamiento", para "cumplir", y no para compartir y celebrar al amigo/amado/amante. Cuando no hay amor, no hay boda, ni hay fiesta. Símbolo de este amor: el vino.
Boda rara la que describe Juan, donde los novios no son presentados, los invitados saben más que el encargado de la fiesta, y sólo los servidores saben de dónde procede el vino. Rara la boda. Poniendo un poco de atención, los signos y el lenguaje de Juan revelan el sentido: al novio se atribuye lo que ha hecho Jesús: dar ahora el vino mejor. ¿Será entonces que el novio es Jesús, y por eso los personajes dependen de su relación con él: la madre de Jesús, los discípulos de Jesús, los servidores que hacen lo que Jesús dice?
Si el novio es Jesús, no hay más novia que la comunidad de sus seguidores, los hombres y mujeres que viven con él una relación de amor, no de obligación. Basta del agua de purificaciones, basta de tinajas de piedra vacías, basta de exterioridades; todo esto es insuficiente, por eso las vasijas son seis, número de imperfección. La séptima vasija es Jesús, vino nuevo, vida derramada, enteramente entregada por amor... para que esta vida sea una fiesta.
¿Qué es una noche de viernes en Tlaquepaque sin tequila y sin mariachi? ¿Qué vida es la de un corazón que no sabe amar? ¿Qué vida es la de una sociedad que se asienta sobre la dureza de la ley -mejor si es una ley fiscal que cobra impuestos- y se olvida de la generosidad de la justicia? Lo mismo que una boda sin vino, así es nuestra vida cuando Dios Amor se diluye. Y al contrario: una vida llena de auténtico amor, es una vida extramadamente generosa en protección y cuidado de la dignidad de la vida de los hermanos; en valentía para denunciar aquello que ha robado la tranquilidad, la alegría, la esperanza; en solidaridad con los que nos muestran su copa vacía de amor y justicia y esperan de nosotros la ayuda para recuperar la vida como fiesta. Quien se sabe y se experimenta amado, se pone al servicio de la vida.
Un abrazo solidario con el pueblo de Haití, necesitado de nuestro vino. Y otro para Juanita, en este día muy especial para ella y para la vida religiosa.
Comentarios
Publicar un comentario