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Mostrando entradas de 2015

La Sagrada Familia: qué sabemos

Lucas 2,41-52 Un día tocó un vendedor a la casa de Mafalda. Salió ésta y el vendedor saludó: "Buen día, nena. ¿Está el jefe de la familia?" Y ella respondió: "En esta familia no hay jefes, somos una cooperativa." Y cerró la puerta. Quizá la familia de Jesús se parezca más a la familia de Mafalda, al menos más al que al modelo tradicional de papá, mamá e hijos, propio de la cultura moderna. La familia en cuanto tal en tiempos de Jesús abarcaba al colectivo integrado por la parentela y los esclavos, todos ellos incluidos bajo la única autoridad del patriarca.  ¿Qué podemos saber de la familia de Jesús? Que no estaría integrado sólo por Jesús, María y José, sino por el resto de los parientes de la familia, quizá bajo la autoridad de José. Que en esta familia José se dedicaba al trabajo manual, artesanal, como pedrero y herrero más que como carpintero, que quizá por esto mismo había perdido sus tierras y se veía de alguna manera forzado a vender su fuerza de trab

Navidad: luz y camino

Juan 1,1-18 La luz es única. Seguimos sin saber bien a bien qué es: si energía o materia. Lo cierto es que la luz es vida y nos une al misterio de Dios. Sin luz no sabemos por donde caminar, ni tan siquiera cómo somos o reconocer quiénes somos. El prólogo del Evangelio de san Juan habla del misterio del Hijo que es Palabra pero también luz. El libro del Génesis dice que al inicio lo primero que creó Dios fue la luz, pero no es la luz del sol o de los astros, porque éstos los creó Dios hasta el cuarto día. La Luz es Jesús, y el evangelio de san Juan nos dice que por Jesús, que es la Palabra, todo fue hecho, y que Jesús es la Luz de la vida, que vino a las tinieblas y que las tinieblas no pudieron sofocarla.  Las tinieblas en el evangelio de Juan son el Imperio Romano, que hoy es el imperio neoliberal capitalista en que vivimos. Las tinieblas, estos imperios de oscuridad y de muerte siempre deshumanizan, son inhumanas. Jesús, en cambio, es Luz que nos permite ver y caminar de verd

Envuelto en pañales

Lucas 2,1-20 Los desorientados es la más reciente novela de Amin Maalouf, escritor libanés radicado en Francia. En ella nos cuenta la historia de un grupo de libaneses que, cuando jóvenes solían reunirse en fiestas y tertulias y que, con motivo de la guerra, tomaron diferentes opciones, varios de ellos el exilio. En la novela, Adam, el protagonista y voz narradora, recibe una llamada de la esposa de Mourad, el único de los amigos que permaneció todo el tiempo en el país: Mourad está muriendo y no quiere hacerlo sin ver antes a su amigo, con el que no ha vuelto a tener comunicación. Desea ser comprendido y, quizá, reconciliarse. Pero finalmente muere en la víspera de la llegada de Adam. El curso de la novela transcurre luego de que Adam y Tania, la viuda, consideren conveniente volver a reunir a los amigos. Entre ellos hay un par de grandes amigos entre sí, ingenieros los dos, a quienes la vida de trabajo les recompensó con una increíble riqueza. Pero para uno de ellos la vida de m

El Señor ha visitado a su pueblo

Lucas 1,39-45 No sé si por naturaleza, por evolución o por deformación cultural, pero parece que la humanidad es chismosa. Recuerdo cuando Susanita observó que Manolito pintaba un corazón sobre una barda, y corrió desbocada para avisar al grupo de amigos que Manolito estaba enamorado. Todos fueron en tropel a ver de quién se trataba,  para descubrir que lo que estaba dentro del corazón era un signo de pesos. Pero no sólo eso. En su breve historia de la humanidad, el Dr. Noah Harari señala que las teorías sobre el modo de vida de los antiguos humanos hablan más bien de los gustos y aficiones de los investigadores que las han propuesto, dada la carencia de datos sólidos y suficientes. Lo mismo que, opinan algunos, las teorías de Freud hablan más de sus propias perversiones sexuales que de las de los demás. Suele pasar que los chismes hablen más del chismoso que del suceso en sí, tendemos a ser egocéntricos. Un día, sentados en el parque, Mafalda leía el periódico y Miguelito pensaba s

De animales a dioses: la fuerza de la Palabra

Lucas 3,1-6 Ocurrió un día en la historia, un día muy preciso, la Palabra de Dios vino a Juan, hijo de Zacarías en el desierto. Esta semana pude leer un extraordinario libro, intelectual y espiritualmente desafiante, escrito por un joven historiador de Israel, Yuval Noah Harari: Sapiens. De animales a dioses. Una breve historia de la humanidad.   En él, el autor traza la historia de nuestra especie humana en pocas pero abarcantes líneas. Comienza señalando cómo surge un día todo a partir del Bing Bang, naciendo materia y energía, cuyo relato es la física; después la materia se aglutinó en átomos, y así nació la química; vino el aglutinamiento de los átomos en células, y nació la biología. Finalmente, en algún momento, surgieron los animales y entre estos una variedad de especies de humanos, de las cuales sólo sobrevivió el Homo Sapiens, que somos nosotros. Nació la cultura y comenzó la historia.  Desde aquí, se narra la evolución de la humanidad, incluyendo los grandes fraudes d

Adviento: Realismo mágico

Lucas 21,25-36 El adviento se parece al realismo mágico, esta corriente literaria en la que la narración es verosímil, pareciera histórica, hasta que ocurre algo salido del mundo de la magia; donde realismo y fantasía se funden. Recuerdo particularmente la obra madre del realismo mágico: Los recuerdos del porvenir , de Elena Garro. El adviento recuerda este título. Al principio, las primeras comunidades cristianas vivían con la expectación del pronto regreso del Señor Jesús, al que habían visto irse, en el mundo de la narrativa de san Lucas, hacia el cielo, en medio de nubes. Esperan su vuelta del cielo, en medio de nubes. Pero el tiempo pasaba y el Señor no volvía. Con el tiempo, la idea de este regreso en el porvenir se mezcló con el recuerdo de su primera venida del cielo a la historia, cuando se encarnó en el vientre virginal de María, la esposa de José, el descendiente de David. La narración misma del evangelio es enteramente realista: la vida, la predicación del Reino de D

Rey del Universo y Señor de la historia

Apocalipsis 1,1-8; Juan 18,33-37 Imaginemos la escena: finales de siglo primero, principios del siglo II de nuestra era, la comunidades cristianas se reúnen en una sala grande, alrededor de una mesa grande, presidida por uno de los hermanos; los demás se acomodan alrededor de la mesa, vestidos de blanco. O bien, están en las catacumbas, alrededor de una gran mesa de piedra, sobre la tumba de algunos de sus hermanos, mártires en el Coliseo romano, por negarse a doblar la rodilla frente al emperador romano. Hay que imaginar en estas primeras asambleas cristianas, particularmente en las surgidas alrededor del Discípulo Amados. Ahí escucharíamos el inicio del libro del Apocalipsis, libro escrito en griego, cuyo título significa revelación. Pero, ¿qué revela el libro de la revelación? Revela no la fecha del fin del mundo ni cosa por estilo. Revela que la historia tiene dos dimensiones, una empírica, visible con los ojos físicos; y otra dimensión más profunda, en la que actúan los p

Guerrero, Beirut, Siria, París y el Hijo del Hombre

Marcos 13,24-32 Todo comenzó con ocasión de una admiración, la que causó en uno de los discípulos la majestuosidad de la construcción del Templo de Jerusalén. Ello dio pie para que Jesús hablara del fin del mundo o, más probablemente, del fin de la historia. Profetizó que llegaría el día en que del Templo no quedaría piedra sobre piedra. Entonces los más cercanos a él, Pedro, Santiago, Juan y Andrés quisieron saber cuándo ocurriría eso. La pregunta se la hicieron cuando estaban ya en el Huerto de los Olivos, donde Jesús pasó las noches de la última semana de su vida. Habló de signos sociales, religiosos y cósmicos. De ello trató la primera parte de su discurso. Hacia la mitad del mismo manifiesta una idea que retoma una imagen de los profetas: la del Hijo del Hombre que viene entre las nubes con poder y gloria, para reunir a sus elegidos desde el extremo de la tierra al extremo del cielo. A continuación, Jesús invita a sus discípulos a la vigilancia, a estar atentos, y les da

La viuda del Templo y la cojita embarazada

Marcos 12,38-44 Cuando la madre de Mafalda estaba embarazada esperando a Guille, tejía ropa para el bebé. Mafalda pensó que era para ella. "¡Qué lástima! Yo creí que tejías algo para mí... pero es para el hermanito." "Pero Mafalda", respondió su mamá, "piensa que tú ya tienes de todo: pulóveres, vestidos, medias, zapatos..., ¡todo! En cambio, tu futuro hermanito no tiene nada de ropa ni de nada, ¿entiendes?" "Entiendo", asintió Mafalda, "es como ser la hermana de un refugiado." Pudiéramos leer la doble escena del evangelio desde la perspectiva de los marcados contrastes sociales que ahí quedaron retratados: Primero el de los escribas que se ostentan y se exhiben, y las viudas a las que despojan de sus bienes bajo el pretexto de largas oraciones; y el de los muchos ricos que dan mucho frente a la viuda que da apenas dos moneditas. Y, con todo, el evangelio no da para construir un discurso de resentimiento social ni de victimismo