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Todos los santos

Mt 5,1-12

Solemnidad de todos los santos. Varias cosas me vienen a la mente. La primera de ellas es el recuerdo de mi trabajo final en la materia de Teología Espiritual, y creo que no le gustó mucho al maestro; en el trabajo me pronunciaba por retirar del lenguaje religioso común la palabra "santidad". La razón: la palabra santidad está desvirtuada, y ser santo no es una idea atractiva para el común de la gente, al contrario, cuando alguien quiere justificar un comportamiento, dice de sí misma: "ni que fuera santo"; y cuando alguien no se deja ver la cara, también dicen: "ni que fuera santo". "Santo", entonces, ha venido a ser sinónimo de menso, de aburrido, de dejado... de tantas cosas que, en efecto, así las cosas, uno preferiría no serlo. Reconozco que el trabajo que elaboré era provocador, aunque la propuesta iba en serio.

Por otro lado, me viene a la mente la finalidad que tenemos los Misioneros Josefinos: ser santos y ayudar a los demás a que también lo sean. Como josefinos, tenemos especial cariño por los textos que nos presentan a la Familia de Nazaret, el ámbito en que crece Jesús, Dios hecho hombre, bajo la mirada y el cuidado de san José, cuyo nombre significa, curiosamente, crecimiento. Desde esta contemplación de Nazaret, pienso que como josefino estoy invitado a leer la santidad en clave de humanidad, de crecimiento en humanidad: ser mejor persona en todos los sentidos, por eso estoy pensando seriamente en diseñarme una rutina deportiva.

Pero desde el texto del evangelio de este día me atrevo a dar un paso más en la idea de santidad como crecimiento en humanidad. Es el texto de las bienaventuranzas en la versión del evangelista Mateo. Antes de presentar las palabras de Jesús, el narrador indica el escenario: una montaña, lugar de la presencia de Dios; la ocasión: Jesús que ve a una inmensa muchedumbre. En los versículos anteriores, el narrador nos informa de que a Jesús lo buscaba mucha gente para ser curada de sus diversas enfermedades y sufrimientos. Pues bien, lo que vio Jesús no fue, entonces, simplemente a mucha gente, sino muchos rostros, muchas miradas, muchas historias de dolor y sufrimiento. Jesús vio el dolor de la humanidad, mejor dicho, a la humanidad doliente, y desde la profunda sintonía con su sufrimiento, quiso decirles y enseñarles lo que en su corazón sabía les diría el Padre.

Y el Padre les diría que a pesar de su situación adversa y difícil, ¡ellos tenían una razón para sentirse felices! ¡Que Dios estaba con ellos, que era de ellos! Y desde ahí aprendemos que el único posible crecimiento en humanidad, que la verdadera santidad comienza cuando ellos, los pobres descubren en sí mismos la acción de Dios; cuando ellos, los afligidos, encuentran en Dios motivos para el consuelo y la alegría; cuando ellos, los desposeídos, reciben una tierra para trabajar y ganarse el pan; cuando ellos, los que tienen hambre y sed comen si preocuparse de cuándo volverán a comer.

Aprendemos que la santidad, el crecimiento en humanidad, comienza cuando ponemos el propio corazón en la miseria del otro, que experimenta así, en nosotros, la misericordia de Dios; cuando vemos al otro con la mirada limpia y, libres de prejuicios, descubrimos no al hermano, al que es como yo imagen y semejanza de Dios; cuando construimos paz entre los que se tienen como enemigos, sin caer en la cuenta de que son, somos, hermanos, hijos del mismo Dios; cuando no huimos de la persecución o la burla, por el hecho de querer que la humanidad se cure y crezca.

Todos ellos son felices. Todos ellos son los santos. Y todos los santos son felices, porque son cada día más humanos. Y los descubrimos así cuando los vemos con la mirada de Jesús. Abrazos en este día a todos, y que todos seamos cada día más humanos.

Comentarios

  1. Muy bien MIGUE. NO ESTÁMOS TAN ALEJADOS. DE HECHO YO HE HABLADO A LA GENTE ENTENDER EL CONCEPTO DE SANTIDAD EN ESA LUCHA CONSTANTE DE CRECER EN UN EQUILIBRIO DESDE LO HUMANO Y LO ESPIRITUAL, SIEMPRE PONIENDO EL ACENTO SOBRE LA IMPORTANCIA QUE TIENE NUESTRA VIDA LO ANTROPOLÓGICO Y LO TEOLÓGICO. ADVIRTIENDO QUE LOS EXTREMOS SON SIEMPRE DAÑINOS.
    JAVIER

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