Juan 9 Ha de ser terrible eso de detenerse frente a un semáforo en rojo y no darse cuenta de cuándo pasa al verde porque te ha venido una ceguera blanca. O ser oftalmólogo, y regresar a casa pensando qué sentirá ser ciego, como está aconteciendo con la población de la ciudad en que vives, y querer comprender a qué se debe, mientras te sientas en un sillón y te dispones a leer, para descubrir que tú mismo tienes ya la ceguera blanca de la que adolecen tus pacientes. Así lo narra José Saramago, en Ensayo sobre la ceguera , una extraordinaria parábola tejida con crudo realismo, sobre lo que pasa con la humanidad cuando está ciega. La última persona que conserva la vista es precisamente la esposa del médico, la cual en un momento dado afirma: "Iré viendo cada vez menos, y aunque no pierda la vista me volveré más ciega cada día porque no tendré quien me vea." En la antropología blíbica, los ojos y el corazón están conectados. De tal manera que la vista es reflejo del sentid