Lucas 9,28-36 Definitivamente, y por donde se le vea, se trata de una escena deslumbrante. Jesús sube al monte a orar, llevando consigo a Pedro, a Juan y a Santiago. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y su vestidura se puso de un blanco resplandeciente. En la escena aparecieron también Moisés y Elías, que hablaban con Jesús sobre el éxodo que éste tendría en Jerusalén. Y puntualmente nos informa también el narrador que los tres discípulos acompañantes de Jesús estaban despiertos, de manera que no hay lugar para suponer que toda la escena es una mera alucinación. Nosotros leemos esta escena en cuaresma, en el entendido de que los discípulos de Jesús necesitaban un anticipo de la gloria de Jesús para poder soportar después el brutal peso de la crucifixión, algo así como un tentempié espiritual. Pero el lugar que la escena ocupa en la narración del evangelio no es ninguna casualidad. Hasta este momento del relato, hemos visto a Jesús llevar a cabo un programa de compasión