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Mostrando entradas de octubre, 2009

Todos santos, día de muertos

Mt 5,1-12 Este domingo es la solemnidad de todos los santos. El lunes es día de los fieles difuntos. Para este domingo, la liturgia propone el texto de las bienaventuranzas, en la versión del evangelista Mateo. Leídas a la luz de esta solemnidad, las bienaventuranzas no son una invitación a la pasividad cristiana: a no renegar de la pobreza, de la humillación, de la persecución, de la tristeza; mucho menos son una invitació a la aceptación del sufrimiento. Este texto más bien es la declatoria de santidad para quienes viven estas situaciones. Sólo Dios es santo, y donde Él está, ahí está la santidad. Y por el evangelio sabemos que Él está preferentemente con quienes viven estas situaciones de carencia, de dolor, de humillación, de sufrimiento, de abandono, de desesperanza. Porque Él está con ellos, en la medida en que ellos se abren a la fe, a la esperanza, ellos viven la santidad. Son nuestros santos. Los hombres y las mujeres que día a día siguen poniéndose de pie para con

Bartimeo

Mc 10 46-52 Esta secuencia narrativa muestra la curación de Bartimeo, un limosnero ciego de Jericó; vive de la compasión que despierta entre la gente. Jesús ha entrado en Jericó, no se dice cuáles son acciones ahí, suponemos que las mismas que le hemos visto a lo largo de todo el evangelio: curar, perdonar, incluir, compartir, enseñar. Es lógico que su fama se extienda, y que llegue hasta Bartimeo. Él es el protagonista de esta secuencia, nos importa su caracterización. Por eso es importante su nombre, tan importante que el evangelista debe traducirlo a su público. Bartimeo es un nombre arameo, que traducido al griego, lengua en que se escribió el evangelio, significa hijo de Timeo. Pero como Timeo es un nombre griego, Marcos no tiene necesidad de traducirlo; Timeo significa: Honorable, Digno. Bartimeo es el "Hijo del Honorable". En su nombre está la burla de su condición: siendo Hijo del Honorable, vive marginado (a la orilla del camino), postrado (sentado),

Domingo mundial de las Misiones

El de hoy es un domingo especial. La Iglesia celebra este día el Domingo Mundial de las Misiones. La lectura del evangelio de este día es Mc 16,15-20, pero es mejor leer desde un poco antes, al menos desde el v. 14. Quiero leer este texto a la luz de la intención misionera. El Señor Jesús, ya resucitado, es el protagonista de la escena. Se aparece al grupo de los Once mientras estaban a la mesa, a quienes primero reprocha que no hayan creído en quienes les anunciaron su resurrección: a María Magdalena y otros dos discípulos. Después los invita a ir por todo el mundo a anunciar la buena noticia a toda creatura; asegura que quien se bautice se salvará y quien no se condenará; que confirmaría sus palabras con señales: expulsar demonios en su nombre, hablar lenguas nuevas, agarrar serpientes y aun beber veneno sin sufrir daño, curar enfermos. Pienso que el mensaje es éste: vivir y compartir la experiencia del Resucitado. Quien experimenta la vida nueva de Jesucristo sabe que nin

Reino y riquezas

Con gusto los saludo nuevamente desde mi casa y centro de estudio y de trabajo en Guadalajara. Ya llegué de donde andaba, se me concedió volver. Me fue muy requetebien. Tuve una pausa en el DF para bautizar a mi sobrinita Arleem el día de ayer, así que tuve la grande fortuna de recibirla en la Iglesia, en nuestra familia de los hijos muy amados de Dios, todo ello bajo la mirada protectora de san José. Hoy la liturgia dominical nos presenta una secuencia narrativa interesante: Marcos 10,17-30. Un hombre muy rico se le acerca corriendo a Jesús, sabe que su vida depende de este encuentro, y le pregunta qué ha de hacer para tener vida eterna, vida plena, vida definitiva, vida de verdad. ("Ésta ya no es vida", suele decir la gente, cuando las cosas no van bien). Para este rico todo parece ir bien. Y sin embargo, su corazón sufre insatisfacción. Algo le falta, algo que no le ha dado el dinero ni tampoco el cumplimiento de la Ley. Todo eso lo ha cumplido, así le dice a

El Dios de la igualdad

Mc 10,2-16 Saludos desde las medievales tierras de Kalisz Polonia. La liturgia de este domingo nos presenta un conocido pasaje del evangelio. Se trata de un pasaje polemico. La escena sucede de camino a Jerusalen, donde Jesus morira entregando su vida a manos de los hombres, pero en las manos amorosas del Padre. Es una escena, pues, que quiere ayudarnos a aprender a ser seguidores de Jesus en el camino de nuestra vida. A Jesus le preguntan los fariseos, ojo, para ponerle una prueba, no para discernir que es lo mejor para vivir. La pregunta es si puede el hombre, el varon, separarse de su esposa por medio de un divorcio unilateral. Jesus pregunta que dice la Ley, es decir, cual la voluntad de Dios. La pregunta de Jesus tambien es muy astuta, pues les deja ver que el posibilidad del hombre para correr a su mujer no es la voluntad de Dios, si no una concesion de Moises para quienes por su duro corazon son incapaces de vivir un matrimonio establemente. Jesus devuelve a la voluntad de Dios: