La lectura del evangelio de este domingo es Juan 15,9-17.
Se trata de un fragmento de un discurso de Jesús que el evangelista relata en el contexto de la última cena. Es algo así como una despedida y un testamento de Jesús. El fragmento de este día invita a permanecer en el amor. Es el texto en donde aparece el único mandamiento que deja Jesús: amarnos unos a otros como él nos ha amado.
Todo se echa a perder cuando escuchamos la palabra "amor" y la imaginamos de rosa rodeada de corazoncitos rojos que escurren miel. Eso no es amor, es sentimiento cursi y generalmente pasajero. El amor de Jesús es más profundo. Remite en primer lugar al amor de Dios, o mejor, al amor que es Dios mismo. Dios es amor. Algunos traducen: Dios consiste en amar.
Pero aquí hay que recordar que los evangelios están escritos en griego. Y en griego no existe una palabra para decir "amor", hay tres: "eros", que es el amor de pareja, amor que se comunica en la intimidad sexual; "filía", que es el amor de amigos, de cuates, la simpatía que sientes por quien "te cae bien", por alguien que te quiere y se preocupa por ti; y la tercera es "ágape", que es un amor de servicio, que no está condicionado por el afecto ni por la simpatía, y que tampoco espera ser correspondido.
Cuando Jesús nos pide que amemos usa la palabra ágape. No espera que todos nos amemos con cariño de pareja, como si todo mundo fuera novio de todo mundo, eso sería una promiscuidad peor que de comuna hippy. Evidentemente, casi nadie cree que eso es amor. Amor tampoco es ser amigo de todos, ni hacer el esfuerzo de que todos me caigan bien, o esperar que yo le caiga bien a todos. Imagínense pedirle a alguien que ame así a su secuestrador, o a su ratero o...
El amor con que Dios nos ama, el amor que Jesús nos pide, el amor que nos distingue como cristianos es el aquel del que Jesús dio muestra. Antes de estas palabras, Jesús lavó los pies de sus amigos. Lavar los pies es una tarea que sólo hacían los esclavos para recibir a los invitados de los amos.
El amor con que Dios nos ama, el amor que Jesús nos pide, el amor que nos distingue como cristianos es el aquel del que Jesús dio muestra. Antes de estas palabras, Jesús lavó los pies de sus amigos. Lavar los pies es una tarea que sólo hacían los esclavos para recibir a los invitados de los amos.
Amar como Jesús, entonces, es mantenerse en actitud de servicio. Estar abiertos a servir a quien necesite ayuda, saber que no vivimos solos, y que siempre hay alguien a quien puedo tenderle la mano, sin esperar recompensa, aunque él o ella o ellos no me simpaticen. Por eso hay que comenzar con quien está en peor situación que uno mismo. Amar es servir. Servir es recibir la herencia de Jesús, es experimentar la presencia de Dios que consiste en amar.
Un abrazo y feliz semana.
Miguel Angel, mj
Un abrazo y feliz semana.
Miguel Angel, mj
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