Domingo 10 de mayo. Ojalá vayan a misa. Ojalá escuchen con atención este día el fragmento del evangelio de san Juan. O búsquenlo en sus Biblias: Evangeio de Juan 15,1-8. Llévenlo al corazón a la luz del 10 de mayo, y verán cómo tiene sentido.
En el evangelio, Jesús se presenta a sí mismo como una vid, es decir, como una planta que prodece uvas. Y con las uvas se produce el vino. Eso ya no lo dice el evangelio pero tampoco hace falta que lo diga; lo sabemos. Y en las fiestas siempre hay vino, eso tampoco lo dice el evangelio de hoy, pero también lo sabemos, y de sobra. La vid, pues, es una planta que produce, con el trabajo de cada hombre y de cada mujer, alegría, fiesta, vida.
Dice Jesús que para producir fruto hay que estar unido a él, porque él es la vid y nosotros las ramas. ¡Somos ramas de un árbol que produce vida y alegría! Sólo basta no separarse de Jesús. Y nos invita: "Permanezcan unidos a mí, como yo lo estoy a ustedes". Uno tiene derecho a preguntar: a ver, Jesús, si tú ya estás con nosotros, ¿cómo podríamos no estar nosotros contigo? Vamos a las mamás. ¿En quién piensa mamá cuando se despierta, a quién quiere agradar cuando hace la comida, por quién se hace fuerte cuando sale a trabajar, por quién se preocupa cuando el dinero no alcanza, por quién llora y por quién ríe? ¿Eso no es estar unido con sus hijos? Cuando éramos niños vivíamos en casa con mamá, y comíamos y no pensábamos en ella, que había cocinado para nosotros; nos poníamos el uniforme y no pensábamos en ella, que lo había lavado y planchado ¡Claro, en el amor, el que ama, ama siempre y sin condiciones; pero el amado puede no corresponder. El amor de mamá, que es brasa encendida en el fogón de Dios, no se apaga nunca.
Hacia el final del evangelio, dice Jesús: "Mi Padre recibe gloria cuando ustedes producen fruto en abundancia". Ya decía san Ireneo que la gloria de Dios es el ser humano vivo. Por eso traduzco así las palabras de Jesús: "Papá Dios, que nos quiere con corazón de mamá, es feliz cuando sus hijos son muy felices, y están muy contentos". El mensaje de Jesús es: "¡Soy fiesta, soy alegría, soy gozo, soy paz, todo esto es mi vida, y es lo que quiero darles, como Papá Dios me lo ha dado a mí, para que también su vida sea una fiesta, sea alegría, sea gozo y sea paz, y los que se acerquen a ustedes se sientan contagiados de esta vida, que es vida verdadera!" Si es así, entonces sí estaremos dando los frutos que Jesús quiere. El que ama comunica vida.
Las mamás lo saben bien. Son mamás porquen dan vida y amor. Ellas están contentas cuando sus hijos estamos contentos. Su felicidad es que nosotros seamos sinceramente felices. Por eso lo primero que compran con su dinero es para nosotros. Por eso la comida no les sabe buena si a nosotros no nos gusta, y todo es exquisito cuando no disimulamos que la comida nos encantó. Por eso ellas son las últimas en comer, y en estrenar ropa y zapatos, prefieren ver guapos y a la moda a los hijos. Mi mamá decía: "Me veo en mis hijos". Cada mamá quiere lo mejor para cada uno de sus hijos. Nos lo dicen con sus gestos de todos los días. A veces nos damos cuenta después de varios días o meses, pero siempre termina por "caernos el veinte".
Por eso creo que Dios nos quiere como mamá. Por eso creo que en este domingo, y en esta semana, nuestra mejor acción de gracias a Dios por mamá, nuestra mejor acción de gracias a mamá por hablarnos de Dios con su vida, es darle a ella un beso. O a su foto, o a su recuerdo. Quizá guiñar el ojo ante alguna ventana. En todas las casas hay ventanas, también en las del cielo. Y cada mañana, antes que el sol se asome, una mamá, que ha soñado que sus hijos son felices, se levanta y de pie junto a la ventana les manda su bendición, para que Dios los bendiga con la vida y la felicidad que ha soñado.
Y a ustedes, las que son mamás, un beso y un abrazo.
Miguel Angel, mj
En el evangelio, Jesús se presenta a sí mismo como una vid, es decir, como una planta que prodece uvas. Y con las uvas se produce el vino. Eso ya no lo dice el evangelio pero tampoco hace falta que lo diga; lo sabemos. Y en las fiestas siempre hay vino, eso tampoco lo dice el evangelio de hoy, pero también lo sabemos, y de sobra. La vid, pues, es una planta que produce, con el trabajo de cada hombre y de cada mujer, alegría, fiesta, vida.
Dice Jesús que para producir fruto hay que estar unido a él, porque él es la vid y nosotros las ramas. ¡Somos ramas de un árbol que produce vida y alegría! Sólo basta no separarse de Jesús. Y nos invita: "Permanezcan unidos a mí, como yo lo estoy a ustedes". Uno tiene derecho a preguntar: a ver, Jesús, si tú ya estás con nosotros, ¿cómo podríamos no estar nosotros contigo? Vamos a las mamás. ¿En quién piensa mamá cuando se despierta, a quién quiere agradar cuando hace la comida, por quién se hace fuerte cuando sale a trabajar, por quién se preocupa cuando el dinero no alcanza, por quién llora y por quién ríe? ¿Eso no es estar unido con sus hijos? Cuando éramos niños vivíamos en casa con mamá, y comíamos y no pensábamos en ella, que había cocinado para nosotros; nos poníamos el uniforme y no pensábamos en ella, que lo había lavado y planchado ¡Claro, en el amor, el que ama, ama siempre y sin condiciones; pero el amado puede no corresponder. El amor de mamá, que es brasa encendida en el fogón de Dios, no se apaga nunca.
Hacia el final del evangelio, dice Jesús: "Mi Padre recibe gloria cuando ustedes producen fruto en abundancia". Ya decía san Ireneo que la gloria de Dios es el ser humano vivo. Por eso traduzco así las palabras de Jesús: "Papá Dios, que nos quiere con corazón de mamá, es feliz cuando sus hijos son muy felices, y están muy contentos". El mensaje de Jesús es: "¡Soy fiesta, soy alegría, soy gozo, soy paz, todo esto es mi vida, y es lo que quiero darles, como Papá Dios me lo ha dado a mí, para que también su vida sea una fiesta, sea alegría, sea gozo y sea paz, y los que se acerquen a ustedes se sientan contagiados de esta vida, que es vida verdadera!" Si es así, entonces sí estaremos dando los frutos que Jesús quiere. El que ama comunica vida.
Las mamás lo saben bien. Son mamás porquen dan vida y amor. Ellas están contentas cuando sus hijos estamos contentos. Su felicidad es que nosotros seamos sinceramente felices. Por eso lo primero que compran con su dinero es para nosotros. Por eso la comida no les sabe buena si a nosotros no nos gusta, y todo es exquisito cuando no disimulamos que la comida nos encantó. Por eso ellas son las últimas en comer, y en estrenar ropa y zapatos, prefieren ver guapos y a la moda a los hijos. Mi mamá decía: "Me veo en mis hijos". Cada mamá quiere lo mejor para cada uno de sus hijos. Nos lo dicen con sus gestos de todos los días. A veces nos damos cuenta después de varios días o meses, pero siempre termina por "caernos el veinte".
Por eso creo que Dios nos quiere como mamá. Por eso creo que en este domingo, y en esta semana, nuestra mejor acción de gracias a Dios por mamá, nuestra mejor acción de gracias a mamá por hablarnos de Dios con su vida, es darle a ella un beso. O a su foto, o a su recuerdo. Quizá guiñar el ojo ante alguna ventana. En todas las casas hay ventanas, también en las del cielo. Y cada mañana, antes que el sol se asome, una mamá, que ha soñado que sus hijos son felices, se levanta y de pie junto a la ventana les manda su bendición, para que Dios los bendiga con la vida y la felicidad que ha soñado.
Y a ustedes, las que son mamás, un beso y un abrazo.
Miguel Angel, mj
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