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Mostrando entradas de febrero, 2021

Tentaciones: Qué te dijo el corazón

Marcos 1,12-15   Un día caminaba Felipito por la calle, y vio a un lado una lata vacía tirada en el suelo. Se paró detrás de ella como si fuera un jugador de futbol, pero se dijo a sí mismo: “¡El grandulón pateando latitas!” Se fue cabizbajo, con las manos en los bolsillos. De pronto, se dio media vuelta, regresó muy decidido, sonriente, pateó sonoramente la lata, y se regresó reprochándose: ¡Qué desastre! Hasta mis debilidades son más fuertes que yo!” Seguro era cuaresma. Porque en otra ocasión estaba recostado de lo más cómodo en su sillón, y se dijo: ¡La de gente que estará haciendo cosas importantes, mientras yo estoy aquí tirado!”. Se enderezó un poco y se preguntó a sí mismo: “¿No me da vergüenza?” Se sorprendió a sí mismo: “¡Ah!, ¿cómo, no me da?” Y volvió a recostarse, reconociendo, entre cínica y sinceramente: “Nunca termina uno de conocerse.” No era cuaresma y estaba en modo cínico.   Es tradición de la Iglesia escuchar el primer domingo de cuaresma el relato de las tentacion

Ceniza: Rebeldía de esperanza

El año pasado pregunté a Juanito, que me ayudaba en la sacristía en la parroquia, si ya teníamos la ceniza para el miércoles de ceniza. Me contestó que teníamos mucha, qué cuál nicho abría. Le contesté con una de esas palabras tan mexicanas, que al pronunciarlas en voz alta hacen estremecer en sus centros la tierra. Lejos estábamos de imaginar que lo que entonces era una broma de humor negro, se convertiría con el paso del tiempo en una hiriente y dolorosa realidad. En cuestión de días y semanas, el covid-19 ha arrancado de nuestras casas a muchos de nuestros amigos y familiares; y a cambio, nos ha devuelto urnas llenas de cenizas.   Comenzamos este miércoles el tiempo de cuaresma con el rito de la ceniza. Me parecería de una tristeza infinita si escucháramos literalmente las palabras del Génesis: “eres polvo, y al polvo volverás (Gn 3,19); como si dichas palabras —que en el relato son una maldición de Dios a Adán por su desobediencia— dieran pie a interpretar la pandemia como un casti

Digno de ser amado

Marcos 1,40-45   Ningún hombre es mayor que su conversación. Es un dicho popular del que se hace eco una canción de Fernando Delgadillo, que escuché anoche en el concierto en vivo en línea, que llevó a cabo para celebrar los 22 años de otro concierto extraordinario, del que salió un álbum doble que llevó justamente el título de  Febrero 13 . Cuando estoy frente a papás jóvenes, ya no quiero mencionar a Fernando Delgadillo, porque les pregunto si les gusta, parece que les estoy preguntando por Camilo Sesto, y me dicen que lo escuchaban ¡los abuelos de sus hijos!    Cuando aún era yo un joven de 25 años, Carlo Mongardi, un misionero xaveriano de Italia que nos daba clases de Reflexión Filosófica sobre Dios, nos invitaba a escuchar las canciones en clave de Dios; es decir, como si hablaran de Dios, o se las cantáramos a Dios, o si Dios nos la cantara. Es algo que sigo haciendo; hace poco el Ingeniero Hurtado me hizo caer en la cuenta de que “Eso y más” de Joan Sebastian canta el amor de D

Mujeres: de la muerte a la vida

Marcos 1,29-39   Cuando era yo más joven, sonaba mucho una canción que decía: “Si yo fuera mujer…” Cuando amanecía adolorido y decía yo en casa que tenía dolores como de parto, mi madre respondía que yo no tenía ni idea de lo que era un dolor de parto. Los dolores de parto no son los únicos dolores que tienen que soportar las mujeres por ser mujeres; el que llamamos “sexo débil” ha soportado hasta lo insoportable, literalmente. Y lo insoportable, ha sido aceptar que el hecho de que ser mujer sea la razón para justificar lo que de suyo es injustificable.    Hace apenas unos pocos años que Malala Yousafzai recibió el Premio Nobel de la Paz por defender en su natal Pakistán el derecho a la educación de las niñas y las jóvenes, como ella, defensa que le costó, a los catorce años de edad, ser víctima de un atentado feminicida del que sobrevivió milagrosamente. Sonríe, orgullosa, hasta donde se lo permitió una operación reconstructiva. México es un país donde la violencia de género es una re

"La vida ante sí"

Lucas 2,22-40   La vida ante sí , de Émile Ajar, es una novela entrañable. Cuenta la historia del pequeño Mohamed, Momo, como le dicen de cariño. Momo vive, con la señora Rosa, una anciana judía superviviente de Auschwitz, que vive en un sexto piso, al que llega fatigosamente cada vez, con sus noventa y cinco kilos de peso y sólo dos piernas. La señora Rosa cuida a hijos de prostitutas. Momo es también amigo del señor Hamil, un hombre ya mayor que, además de envejecer, dice Momo, vende alfombras en las calles de París. Un día preguntó Momo al señor Hamil:   —¿Por qué siempre sonríe, señor Hamil? —Para dar gracias a Dios todos los días por mi buena memoria, mi pequeño Momo.    Y luego le preguntó:   —Se puede vivir sin amor?— El señor Hamil respondió con evasivas; es decir, no respondió. Por lo que Momo insistió en su pregunta.  —Sí—, le respondió, y bajó la cabeza con vergüenza. Momo se fue y lloró.   Difiero del señor Hamil, no se puede vivir sin amor; sin amor, apenas se sobrevive. L