Lucas 15,1-3.11-32 Mi relación con Amazon ya no ha vuelto a ser lo mismo. Desde que me cobraron 3 veces el rompecabezas de 10 mil piezas, del techo de la Capilla Sixtina, que pedí para el P. Gabriel, a quien presté mi cuenta. Me sentí como las parejas cuando están al borde del divorcio. Tuve que acudir a las instancias civiles pertinentes y presentarme en las audiencias digitales para dirimir con “la parte proveedora” mis quejas. Me veía ridículo buscando que me dejaran seguir comprando, pero no estaba dispuesto a perder el registro de mi kindle con los más trescientos libros que ya tenía en él. Pobres libros electrónicos, ellos resintieron mi disputa, durante todos esos meses apenas habré leído algunas páginas de ellos (señal de que las parejas no deben permanecer unidas únicamente por los hijos, porque los hijos son los primeros que lo resienten). Finalmente recibí la razón y, aunque no hubo disculpa de por medio, logré que se activara mi cuenta. Entre los libros que pasaro