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Mostrando entradas de noviembre, 2015

Adviento: Realismo mágico

Lucas 21,25-36 El adviento se parece al realismo mágico, esta corriente literaria en la que la narración es verosímil, pareciera histórica, hasta que ocurre algo salido del mundo de la magia; donde realismo y fantasía se funden. Recuerdo particularmente la obra madre del realismo mágico: Los recuerdos del porvenir , de Elena Garro. El adviento recuerda este título. Al principio, las primeras comunidades cristianas vivían con la expectación del pronto regreso del Señor Jesús, al que habían visto irse, en el mundo de la narrativa de san Lucas, hacia el cielo, en medio de nubes. Esperan su vuelta del cielo, en medio de nubes. Pero el tiempo pasaba y el Señor no volvía. Con el tiempo, la idea de este regreso en el porvenir se mezcló con el recuerdo de su primera venida del cielo a la historia, cuando se encarnó en el vientre virginal de María, la esposa de José, el descendiente de David. La narración misma del evangelio es enteramente realista: la vida, la predicación del Reino de D

Rey del Universo y Señor de la historia

Apocalipsis 1,1-8; Juan 18,33-37 Imaginemos la escena: finales de siglo primero, principios del siglo II de nuestra era, la comunidades cristianas se reúnen en una sala grande, alrededor de una mesa grande, presidida por uno de los hermanos; los demás se acomodan alrededor de la mesa, vestidos de blanco. O bien, están en las catacumbas, alrededor de una gran mesa de piedra, sobre la tumba de algunos de sus hermanos, mártires en el Coliseo romano, por negarse a doblar la rodilla frente al emperador romano. Hay que imaginar en estas primeras asambleas cristianas, particularmente en las surgidas alrededor del Discípulo Amados. Ahí escucharíamos el inicio del libro del Apocalipsis, libro escrito en griego, cuyo título significa revelación. Pero, ¿qué revela el libro de la revelación? Revela no la fecha del fin del mundo ni cosa por estilo. Revela que la historia tiene dos dimensiones, una empírica, visible con los ojos físicos; y otra dimensión más profunda, en la que actúan los p

Guerrero, Beirut, Siria, París y el Hijo del Hombre

Marcos 13,24-32 Todo comenzó con ocasión de una admiración, la que causó en uno de los discípulos la majestuosidad de la construcción del Templo de Jerusalén. Ello dio pie para que Jesús hablara del fin del mundo o, más probablemente, del fin de la historia. Profetizó que llegaría el día en que del Templo no quedaría piedra sobre piedra. Entonces los más cercanos a él, Pedro, Santiago, Juan y Andrés quisieron saber cuándo ocurriría eso. La pregunta se la hicieron cuando estaban ya en el Huerto de los Olivos, donde Jesús pasó las noches de la última semana de su vida. Habló de signos sociales, religiosos y cósmicos. De ello trató la primera parte de su discurso. Hacia la mitad del mismo manifiesta una idea que retoma una imagen de los profetas: la del Hijo del Hombre que viene entre las nubes con poder y gloria, para reunir a sus elegidos desde el extremo de la tierra al extremo del cielo. A continuación, Jesús invita a sus discípulos a la vigilancia, a estar atentos, y les da

La viuda del Templo y la cojita embarazada

Marcos 12,38-44 Cuando la madre de Mafalda estaba embarazada esperando a Guille, tejía ropa para el bebé. Mafalda pensó que era para ella. "¡Qué lástima! Yo creí que tejías algo para mí... pero es para el hermanito." "Pero Mafalda", respondió su mamá, "piensa que tú ya tienes de todo: pulóveres, vestidos, medias, zapatos..., ¡todo! En cambio, tu futuro hermanito no tiene nada de ropa ni de nada, ¿entiendes?" "Entiendo", asintió Mafalda, "es como ser la hermana de un refugiado." Pudiéramos leer la doble escena del evangelio desde la perspectiva de los marcados contrastes sociales que ahí quedaron retratados: Primero el de los escribas que se ostentan y se exhiben, y las viudas a las que despojan de sus bienes bajo el pretexto de largas oraciones; y el de los muchos ricos que dan mucho frente a la viuda que da apenas dos moneditas. Y, con todo, el evangelio no da para construir un discurso de resentimiento social ni de victimismo

Todos los santos: La santidad de Dios

Apocalipsis 7,9.14-17; Mateo 5,1-12 Dios no es sagrado. Dios es santo. Quien me escuche se quedará como Felipe. Un día Mafalda corría con su rehilete y se tropezó, ¡tump! Se levantó y se vio toda sucia, y pensó: "¡Zaz" ¡Cómo me puse!" Y viéndose la espalda, se enojó y pensó: "¡También!" Luego exclamó: ¡No sé a quién se le ocurre vivir en un planeta que destiñe!  contó su experiencia a Miguelito, quien en el parque, se agachó, pasó su dedo índice izquierdo por el suelo, lo vio sucio y, mientras pasaba Felipe a su lado, dijo consternado: "Mafalda tiene razón; este planeta en que vivimos... ¡destiñe! Asombrado, Felipe continuó su camino diciendo en su interior: "Lo malo de andar siempre con las orejas puestas es que uno se expone a oír cosas como ésta." Pero yo insisto. Dios no es sagrado, Dios es santo. Lo sagrado tiene que ver con el respeto, con la pureza, con la separación. Lo sagrado no se mezcla con lo profano. Llamamos "sagrados