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Mostrando entradas de octubre, 2014

Amar a Dios, amar al prójimo

Mateo 22,34-40 Un día preguntó Miguelito a Manolito, mientras éste iba con su canasta repartiendo mandados: "A ti qué te parece, Manolito, ¿uno crece más del ombligo para arriba, o del ombligo para abajo?" Le contestó Manolito: "¡No tengo tiempo de contestar a semejantes estupideces!" Y siguió su camino, pero luego se detuvo en la esquina, se giró hacia la dirección en que estaba Miguelito, y le gritó: "¡Además, del ombligo para abajo uno crece menos, bestia! ¿No ves que está el suelo?" Como a Manolito, también a Jesús un día le lanzaron una pregunta; no era estúpida, pero sí  malintencionada, los fariseos que se la plantearon querían ponerlo a prueba. Estamos en el Templo de Jerusalén, tras la entrada mesiánica de Jesús, y los diferentes cuestionamientos que recibió por su acción de arrojar los puestos de los cambistas y vendedores de animales. No era la primera vez que los fariseos ponían a prueba a Jesús, y no era la primera vez que él los derrot

La urgencia de la misión: Que renazca la alegría

DOMUND: Domingo Mundial de las misiones Mateo 28,16-20 Un día iba Mafalda corriendo muy de prisa en el parque con un rehilete en la mano, y ¡tump!, se cayó. "¡Cómo me puse!...", dijo mientras se contemplaba toda sucia por delante y por detrás; y enojada concluyó: "¡No se a quién se le ocurre vivir en un planeta que destiñe!" Y luego contó su experiencia a Manolito: "Vas a ver, Manolito", le dijo al tiempo que se agachaba para pasar su dedo índice derecho por el suelo del parque; y luego, enseñándole su dedo sucio le dice: "¿Ves? Lo que te dije: ¡Destiñe!". "Ahí tenés", continuó mostrándole el piso, "nuestro planeta, nuestra vieja tierra, nuestro cacareado mundo resulta que destiñe, ¡qué me decís!..." Respondió Manolito, con resignación: "Que habrá que aguantarlo así, porque vaya uno a saber en qué siglo caducó la garantía." El Papa Francisco, para este Domingo Mundial de las Misiones, nos ha presentado como c

La boda del hijo del Rey

Mateo 22,1-14 Un día Raquel, la mamá de Mafalda se estaba lavando la cara, y dejó sus lentes sobre un banquito, Guille los vio, se los puso, y comenzó a caminar si ver nada, tanto que chocó con Mafalda, que leía el periódico, la tiró, y ésta lo vio enojada; él se defendió, sin quitarse los lentes: "¿Qué midas? ¿Nunca viste a un intelectual?" No sé si la parábola que cuenta Jesús en el templo de Jerusalén a los escribas y fariseos me deja como a Mafalda, y siento que el Señor me dijera: ¿"Qué, nunca has leído mis parábolas? Pero es que por donde se la mire se trata de una parábola extraña, más que todas las demás.   Un rey que decide invitar a todo el mundo a la boda de su hijo, y sus invitados que deciden no ir. Si me llega la invitación para asistir al Castillo de Chapultepec a la boda de un príncipe extranjero con una joven mexicana, voy porque voy, aunque sea por curiosidad, para ver cómo son las bodas de la realeza. Pero nadie aceptó la invitación, y contempla

La canción de la viña

Isías 5,1-7; Mateo 21,33-43 Hacia la segunda mitad del siglo octavo antes de Cristo, hacia el 735, quizá frente a la explanada del Templo de Jerusalén, un hombre se pone a hablar al pueblo de parte de Dios. Nació en Jerusalén y nació en la corte, no es un hombre pobre, pero ha reconocido en los pobres el pueblo por el que Dios intervino en la historia, el pueblo para el cual Dios abrió en dos el mar rojo y lo condujo a la tierra de la libertad, el pueblo con el cual Dios firmó una alianza de amor y fidelidad. Nació en la ciudad, pero conocía bien el campo. Yo recuerdo mis tiempos de novicio, yo que había sido niño de ciudad, y de pronto tenía que aprender a cavar la tierra, partir con el machete la basura orgánica para la compota, sembrar alfalfa, podar nochebuenas y observar la luna para saber cuándo debía hacerlo. Isaías nació en la ciudad, pero conocía las viñas, sabía cómo habían de ser cultivadas y cuidadas las uvas para dar al final de un largo tiempo de trabajo y maduración,