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Mostrando entradas de diciembre, 2012

Año viejo, año nuevo

Lucas 2,16-21. Otra vez año nuevo. A pesar del fin del mundo, que no llegó; y de los mayas, que ni sabían de sus profecías, se acaba un año y empieza otro. Y en el corazón traemos una sensación parecida a la de aquellos lejanos días en que íbamos a la primaria y veíamos con alegría y emoción los cuadernos nuevos en los que por fin íbamos a escribir siempre con letra bonita, íbamos a hacer todas las tareas y, en premio a nuestros afanes y esfuerzos, el cuaderno nuevo luciría para siempre y para envidia del compañero de pupitre, el famosísimo garabato colorado que tanto le gustaba a nuestros papitos, diría Chabelo, el anhelado e impactante 10. Ajá. Quizá para otros la sensación sea más bien la contraria, la del fin de curso, con el cuaderno viejo, el espiral guango y estirado, la portada casi arrancada, las hojas hechas taquito, con sello de perico en una de cada tres, y de oso perezoso y tache en las otras dos; y en el corazón la cuenta regresiva para recibir la boleta de calific

La Sagrada Familia y Mr Gwyn

Lucas 2,41-52 Esta navidad me regalé la lectura del nuevo libro de uno de los escritores que ocupa un sitio de honor en mi gusto literario: Alessandro Baricco. El libro se llama Mr Gwyn, y es la historia de un escritor que de repente siente perdidos el gozo y el sentido de escribir, y anuncia que dejará la escritura. El descanso viene, pero tras él llega la inevitable pregunta: Y ahora, ¿qué? No puede volver a la literatura, porque ha dado su palabra de no hacerlo, pero tampoco sabe qué otra cosa podría hacer. Así es como comienza la búsqueda de una actividad a la cual dedicarse, que es al mismo tiempo la búsqueda de su propia identidad. Así es como llega a la convicción de hacerse retratista, pero puesto que no sabe pintar, piensa que lo suyo no es pintar retratos, sino escribirlos.  Y en efecto, echa andar el proyecto, instala y acondiciona un estudio, y consigue quien pose desnudo ante él alrededor de treinta días. Pero la gente no posa sentada o acostada. La gente tiene la i

La Palabra del Dios que nace

Juan 1,1-18 A mí siempre me ha gustado la poesía de Jaime Sabines; su poema "Me encanta Dios" me encanta, "viejo sabio o niño explorador, mueve una mano y hace el mar, mueve la otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento. Y tiene otro poema, con uno de cuyos versos no puedo hoy estar de acuerdo: "Las mejores palabras de amor son las que no se han dicho." Y no puedo estar de acuerdo porque Dios es Amor y en Jesús, nacido de María, la virgen esposa de José, Dios ha dicho la mejor palabra de amor que se ha podido decir en la historia. Basta echarle un vistazo a los evangelios para saber quién es Jesús, que en cada gesto y en cada palabra dice el amor y hace presente a Dios. Mano que cura, palabra que perdona, mirada que abraza,   pies que buscan, manos que comparten. La mejor palabra de amor que se puede decir es Jesús; y la ha  pronunciado el Padre. Y por lo mismo, la mejor palabra de amor que ha dic

Nochebuena

Apocalipsis 3,20 Ahora que tanto se ha hablado del fin del mundo, les comparto esta cita del Apocalipsis, que no es un libro que anuncia desgracias, sino estupendas noticias del triunfo final de Dios y de la vida sobre todo lo que se opone a su reinado.  Mira que estoy de pie junto a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. Esto dice el Señor Jesús, y esto les deseo en esta Nochebuena, que lo reciban y cenen con Él. Abrazos para cada uno.

Imaginación y vida nueva

Lucas 1,39-45 Evidentemente y como ya sabíamos quienes tenemos más de dos dedos de frente, el mundo no se acabó, porque me consta que hubo quien sí tenía ese miedo. Y en atención a ellos, buena gente como siempre he sido, no me fui a dormir el jueves sin antes haber transmitido a familiares, amigos y conocidos un muy feliz juicio final. Por supuesto que no ha faltado el aguafiestas que dice que, siendo mexicanos los mayas, el fin del mundo llegará con retraso. Lo cierto desde hace varias semanas es que la única profecía maya que se ha cumplido es la del buen Augusto Monterroso, porque a todos nos consta que no bien hemos despertado de la pesadilla que ha sido nuestra democracia, y ya hemos visto que el dinosaurio aún sigue aquí.  Ahora los medios de comunicación quieren aprovechar el momento para decirnos que los mayas nunca pretendieron predecir el fin del mundo, sino invitarnos a iniciar un nuevo ciclo, en el que seguramente ahora sí gozaremos de las tan anheladas paz y justic

Preparar los caminos

Lucas 3,1-6 La escena es la presentación de Juan el Bautista. Estamos en los momentos previos a la presentación de Jesús, ya como adulto. No es un aviso de la segunda vuelta del Señor Resucitado, al final de los tiempos. Tampoco es, obviamente, un anuncio del nacimiento de Jesús, que en el mundo del relato ya tuvo lugar. Se trata del anuncio de la aparación de Jesús para iniciar su ministerio público. Por eso, la figura del Bautista es también clásica del tiempo de adviento. Los cuatro evangelistas coinciden en la presentación de Juan el Bautista con una cita del profeta Isaías, del segundo Isaías, para ser exacto. Porque lo que nosotros conocemos como "Libro del Profeta Isaías" es en realidad la obra de tres distintos Isaías. La parte correspondiente al segundo comienza en el capítulo 40. Este Isaías II vivió y predicó un mensaje de consolación para el pueblo en medio del exilio en Babilonia. En el año 589 a.C. el rey Nabuco destruyó Jerusalén, después de un largo a

Levantar la cabeza

Lucas 21,25-36 Este domingo comienza en la Iglesia el llamado tiempo de adviento, un periodo de cuatro semanas de preparación a la navidad. Tras la resurrección del Señor, las primeras comunidades cristianas vivieron con la expectativa de un inminente regreso en gloria de Jesús, constituido rey y Señor. Antes de morir en la cruz, el mismo Jesús confiaba en un pronto final de la historia. A este regreso, o segunda vuelta de Jesús, se le llamó parusía . El tiempo pasó y la parusía no se daba. Los cristianos comenzaron a organizar su vida pasando de la espera inminente a una espera dilatada. La celebración de la vida de Jesús, la liturgia, fue asociando poco a poco la reflexión sobre la parusía con su encarnación: Jesús vendría nuevamente, como había venido antes, del cielo a la tierra. De ahí que cada año, el tiempo de adviento se divida en dos etapas: en la primera, la Iglesia reflexiona en torno a la parusía; mientras que en la segunda, recuerda con gozo el nacimiento de Jesús