Juan 14,15-21 Palabras fuertes y tiernas las que el evangelio de Juan pone en boca de Jesús. Palabras que adquieren fuerza y sentido en la voz del Maestro. Su deseo y al mismo tiempo su invitación a verlo vivo y resucitado, aunque el mundo no lo vea. Su deseo y al mismo tiempo su invitación a obedecer sólo y siempre los mandatos del amor; la certeza de que nos quiere y no nos deja solos, que nos envía su Espíritu, que es Espíritu de la Verdad. Y en Dios no hay más verdad que el amor. Lo vemos y lo vivimos todos los días. Un mundo de violencia y muerte, un mundo de pobreza e injusticia, un mundo de mentira, de vida falsa construida sobre los frágiles cimientos del dinero, el poder y la fama. Un mundo que parece desmentir que Dios exista. La terrible sensación de estar viviendo un horror que todo lo oscurece y lo envenena, porque los muertos nos desbordan, y nos confrontan con la fragilidad de nuestra vida, tan amenazada que huye al refugio en que se ha convertido la casa que algún día f