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Mostrando entradas de mayo, 2018

¡Bienvenido, Espíritu Santo!

Pentecostés 2018 Parece terrible, y quizá lo sea pero sólo superficialmente, que te pase lo que pasó a Steve Jobs en 1985, que a diez años de haber fundado la que ya entonces era una de las más importantes compañías de computación, la Apple, tengas que aceptar ser despedido de la misma, o aceptar irte poco antes de que te despidan. Algo similar pasó a san Pablo.  Después de no haber logrado convencer a los cristianos de origen judíos y practicantes aún de la circuncisión, san Pablo, respondiendo a la vocación que le hizo el Señor Resucitado, partió a predicar el evangelio entre los paganos, no fue el primero que lo hizo, pero sin duda fue quien marcó el estilo. Entre las ciudades donde predicó, y estableció algunas de las primeras comunidades cristianas, estuvo Corinto, a finales de los años cincuenta del siglo primero.  Gracias a Pablo conocieron a Jesús, en cuyo nombre se bautizaron; gracias a Pablo conocieron el evangelio; gracias a Pablo accedieron a la Cena del Señor,

El cielo: Más allá del universo

Ya lo decía Merlí desde el primer día, hay preguntas que todos nos hacemos, inevitablemente, en algún momento. Entre las más recurrentes, estas tres: de dónde venimos, adónde vamos, qué somos. El estado actual de la ciencia, con todas las maravillas y fascinaciones que continuamente nos ofrece, lejos de responder las preguntas, las hace más acuciantes, angustiantes incluso. Pienso en un video que alguien me envió hace algunas semanas. En él se ve a una mujer joven, con el elegante vestido blanco de coctel, acostada sobre el pasto de un jardín junto a las mesas de la fiesta. La cámara la enfoca desde arriba, a unos centímetros del rostro, y después se aleja diez centímetros, luego un metro, luego diez metros y así, sucesivamente, de manera que la contemplamos a ella sobre el jardín, y ubicamos al jardín en el conjunto del vecindario, y a éste sobre la ciudad, y la ciudad sobre el planeta, y al planeta junto a nuestros vecinos del sistema solar, al sol, a la galaxia; y así, hasta elevar

"En Angola, los amigos se dan la mano"

Juan 15,9-17 “Alfredo es un tipo muy querible”, dice el amigo Adrián. Y tiene razón. Desde que uno lo conoce se siente el imán de su empatía. Alto, fornido —aunque cuando lo conocí no lo estaba tanto—, fuerte, a consecuencia de su entrega al deporte. Jugaba entonces con mucha pasión, con mucha inteligencia y con la nobleza de quien piensa primero en el equipo antes que en sí mismo. Generoso siempre, sin duda. Es un amigo que sabe cuidarte. A mí ir de misiones con él me daba mucha seguridad, es el típico amigo que sabe orientarse siempre, que maneja hábilmente, el que sabe de máquinas y herramientas, el que me enseñó a agarrar la pala y el machete “porque a ti estas cosas no se te dan mucho que digamos”, no sin reírse previamente. Y bromista, mucho. Alguna vez me fue a mi cuarto a plantearme algunas dudas de un examen que tendríamos al día siguiente. Tocó la puerta, y se paró con aire de guarura enfadado: —Maiki— vengo a que me expliques o a que me dejes copiar mañana en el exa