Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de abril, 2016

Los cristianos, los amorosos

Juan 13,31-35 Dos asuntos deja en claro Jesús en este fragmento de sus palabras en la noche de la Última Cena, apenas después de que Judas saliera para consumar su traición. El primero, la plena presencia de Dios, su gloria, en ese momento y en los momentos venideros, es decir, la plena manifestación de su amor en la cruz, a pesar de la traición y de la negación. El segundo, el mandamiento, la exhortación de Jesús a sus discípulos de amarse unos a otros de la misma manera que Él, el Maestro, los ha amado. De manera que es este amor llevado al extremo el signo de nuestra identidad. Las palabras de Jesús me recuerdan unos famosos versos de Jaime Sabines, los amorosos. Los cristianos, los seguidores de Jesús, tendríamos que ser los amorosos por excelencia. "El amor", dice Sabines, "es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable". Confronta que muchas veces, frente a la que gente nos incomoda, que no nos simpatiza, o que francamente nos repele, n

Jesús y Simón. Amor de Dios, amor de amigos

Juan 21,1-19 Decía Rubén Cabello, sj, en el curso de escritos joánicos: “No entiendo porque, si el texto dice ‘carnero’, todo mundo traduce como ‘cordero’, no es muy romántico decir el ‘carnero de Dios’, pero a diferencia del cordero, el carnero ya creció, ya tiene cuernos, es decir, ya tiene fuerza, y ése el Señor Resucitado.” Me pasa algo similar con esta escena del cuarto evangelio. En la primera de las tres preguntas que hace Jesús a Simón, el sentido del texto griego cambia frente a las traducciones tradicionales, que ponen en boca de Jesús: “Simón, hijo de Juan, ¿amas más que éstos?”, como si hubiera manera de medir el amor por Jesús de cada uno de los personajes de la escena. La pregunta así lanzada me recuerda a Susanita, que leía noticias sentada en un sillón: “Tras discutir, mata a su cuñado... Una madre envenenó a sus dos hijitos… El asesino de la anciana confiesa su crimen” Para luego correr espantada a decir a Mafalda: “¡Si vieras!... Estuve leyendo lo buena que soy.”

Tomás, el Gemelo y el P. Vilaseca

Juan 20,19-31 A las 5:50 de la tarde, de un día como hoy, domingo 3 de abril, como hoy domingo segundo de Pascua, Domingo "in albos", como se le llamaba entonces,  del año 1910, luego de 79 años de vida fecunda entregada a Dios y a su Iglesia en México, se encontraba plenamente con el Señor el P. José María Vilaseca. La Iglesia, como madre providente, alimenta este día a sus hijos con el Pan de la Eucaristía y con la Palabra de su Señor, en la narración del cuarto evangelista. La escena es la del Señor Resucitado en medio de los suyos, primero sin Tomás; luego, con Tomás entre ellos.  La Escritura lo llama Tomás "el Gemelo", pero no se dice de quién era gemelo. Tardíamente, algunos afirmaron sin mayor fundamento que era gemelo de Jesús y, en consecuencia, también hijo de María. Sabemos que no fue así, pero no deja de ser sugestiva la idea de una cierta fraternidad gemelar con el Señor. El Cardenal Martini habla propuso que Tomás es gemelo de todo discípulo. M