Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2015

La escandalosa división

Marcos 9,38-48 "Prohibido pisar el césped", leyó un día Mafalda en un jardín. "¿Y la dignidad no?", se preguntó ella. La narración de Marcos refleja la situación de las primeras comunidades cristianas. En su momento, Jesús fue un profeta itinerante, predicaba el Reino de Dios con obras y palabras, y compartió esta tarea con un grupo de discípulos, quienes compartieron su estilo de vida, de itinerancia, indefensión y vulnerabilidad. Pero donde eran recibidos invitaban a vivir los valores del Reino. Que cuidaran a los enfermos, que se aprendieran a vivir reconciliados, perdonados, compartiendo la mesa y la Palabra. Y cuando el mensaje era recibido, se iban a otro lugar. Con el tiempo, y aún varios años después del misterio pascual de Jesús, siguieron existiendo grupos de seguidores de Jesús que seguían manteniendo su estilo de vida, de predicadores itinerantes con carismas de senadores y exorcistas. Pero también existían familias, comunidades de cristianos que

El cirio de la Virgen del Consuelo

Juan 19,25-27 Virgen del Consuelo 15 de septiembre de 2015 A últimas fechas, varias personas han llamado a la parroquia pidiendo que, por favor, se les encienda unos momentos el cirio de la Virgen del Consuelo. A falta de otro cirio, hemos encendido el cirio pascual, que no es poca cosa, sino un fuerte y hermoso signo de la presencia del Señor Resucitado, cuya luz ha destruido para siempre la oscuridad del pecado y de la muerte. Sin embargo, me quedaba la duda sobre cuál era el cirio de la Virgen del Consuelo. Consultando a los mayores, me han contado antiguamente había un cirio en este santuario. Y cuando los fieles devotos de esta parroquia sufrían a causa de un problema grave, acudían a pedir el auxilio de nuestra Señora del Consuelo, rezaban tres salves en honor a ella, y encendían un cirio en espera de ser escuchadas sus plegarias, y alcanzados los favores pedidos. Ignoro aún cuándo comenzó esta costumbre, e ignoro también cuándo fue que se dejó de lado. Pero veo

Caminar con Jesús, comprender a Jesús

Marcos 8,27-35 Le sucedió a Giambattista Bodoni, Yambo, para su familia y sus amigos. Protagonista de L a misteriosa llama de la Reina Loana , novela de Umberto Eco, Yambo, vendedor de libros antiguos, despierta un día en una cama de hospital tras haber sufrido un ataque al corazón y, a pregunta del médico, no logra recordar  ni siquiera su propio nombre; menos aún reconocerá a su esposa y a sus hijos. Recuerda, sí, lo que ha leído, pero nada más. A veces en el ámbito del matrimonio también sucede que él o ella dice a su cónyuge: "¡te desconozco! ¡No eres la persona con quien me casé!"  Algo así pasó con Jesús y algo así nos pasa con  él. Un buen día, a mitad de camino y a mitad de la narración tal como nos la cuenta Marcos, Jesús hizo algo así como un examen sorpresa a sus discípulos. Hasta les sopló la pregunta, el anhelo de todo estudiante medianamente decente, los más haraganes hasta esperan la respuesta: quién es Jesús. Pareciera que Jesús quiso cerciorarse de que

Libertad de expresión; escuchar a las familias

Marcos 7,31-37 "¿Te conté que mi problema de incomunicación -preguntó un día una preocupada Susanita a Mafalda, después de haber dejado agobiado con su perorata a Miguelito-, es no poder incomunicarme?" La narración de Marcos presenta una escena curiosa en su diversidad de detalles. A primera vista parece sólo el relato de una curación, pero va más allá. Jesús se encuentra en una región fronteriza, se mueve entre zonas del judaísmo y zonas del paganismo. Le llevan a un hombro sordo y tartamudo para que le impusiera la mano. Jesús se lo llevó aparte, a solas le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva y, levantando los ojos al cielo, le dijo: ¡effathá!, ¡ábrete!, se le abrieron los oídos y se le destrabó la lengua y comenzó a hablar correctamente. Y Jesús ordenó a la gente que no dijera nada, pero lejos de eso, parecía que había pedido justamente lo contrario, pues lo proclamaban más y más, y decían de Jesús: ¡todo lo hace bien! Pero el final es parad