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Mostrando entradas de mayo, 2015

San Jorge Bendito

Mateo 28,16-20 Un día se puso Guille enfrente de Mafalda cubierto todo por una sábana: "¡Buuuuhhhh...! ¡El fantazmaaaaaaa!" Y en un instante fugaz sólo se vio la mano de su mamá y una voz tronante: "¡Péeeeero la sábana limpia, caramba! ¡Trae para acá!" Y luego de un segundo en el que tratan de asimilar el susto, Mafalda acaricia la cabeza de Guille diciéndole: "Los fantasmas no se sabe, pero que las mamás existen, ¡existen, Guille, existen!" Dios existe. Dicen que san Jorge bendito no. Con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, salieron del santoral y, por lo tanto, del calendario litúrgico, varios santos cuya existencia era más bien legendaria. Entre ellos estaba san Jorge bendito, el matadragones, patrono de Inglaterra. San Jorge fue un mártir cristiano del siglo IV; soldado romano hijo de madre cristiana quien, tras la muerte de su esposo, educó a su hijo en la fe, el cual habría muerto decapitado el 23 de abril del año 303 tras el decret

Mons. Romero y el Espíritu de Dios

Juan 20, 19-23 Jerusalén, año 28. Abril, según algunos expertos. Un hombre de carácter recio y duro como una piedra, sigue de lejos al nazareno denunciado por los líderes judíos, apresado y conducido al Palacio de Herodes, procurador romano. Su nombre es Simón, pero el Maestro lo llamará Pedro. Apenas hacía unas horas habían cenado juntos, con los demás discípulos. Jesús había anticipado lo que pasaría, pero ni él, Pedro, ni los demás, podrían entenderlo. También eso lo había anticipado Jesús, y les prometió que él se iría, pero les enviaría al Espíritu Santo, y que el Espíritu Santo vendría a ellos y les haría comprender toda la verdad. Les anticiparía que también ellos, los discípulos, serían perseguidos lo mismo que el Maestro, pero les pidió también que tuvieran ánimo y no miedo, porque Él les enviaría al Espíritu Santo como Abogado y Defensor. El Espíritu Santo. Y aun les reiteraría que vendría como Espíritu de la Verdad, Espíritu que daría gloria a Jesús mismo. La gente se

Casa de Dios y Puerta del Cielo

Marcos 16,15-20 Con cariño para Ana, en su cumpleaños. Con cariño para mi tía Clemen, en su tercer año de vida plena. Una vez Mafalda platicaba con Felipe, mientras hacia ellos caminaba Susanita, a lo lejos: "¿Te imaginas? ¡Ir a Londres, París, Nueva York! Y luego: 'Señores, se ruega ajustarse los cinturones'. ¡Y volar! ¡Cada dos por tres volar!" Entonces Susanita, que se había acercado ya y había puesto cara de antojo, exclamó: " ¡A mí también me gustaría ser azafata!" "¿Azafata?", le contestó Mafalda, "hablamos de ministros de Economía, Susanita." Con el cielo pasa exactamente lo que pasó con Susanita: nos quedamos cortos. Es imposible describir el cielo, probar su existencia de manera tajante, científica, pero eso tampoco quiere decir que no existe. Cuando decimos "cielo", que "Jesús bajó del cielo" y, tras su resurrección "subió al cielo", es una manera de hablar, usar imágenes para evocar una

Amor de Dios, amor de madre, amigos de Jesús

 1 Juan 4,7-10; Juan 15,9-17 Con gratitud y amor eterno a mi mamá Con  afecto para Gilberto.  Estamos contigo. Un día llamó Mafalda a su mamá: "Mamá". "Qué", respondió ella. "Nada, sólo quería cerciorarme de que aún hay una buena palabra que continúa en vigencia." Con tanta frecuencia usamos la palabra "amor", y con tantos sentidos, que la palabra termina desgastarse y pierde peso. Es como cuando decimos a nuestras mamás: "¡eres la mejor mamá del mundo!", cada año hay en el mundo millones de  mamás que no sabían que competían con las demás, y que además todas ellas eran al mismo tiempo la "mejor mamá del mundo."  Algo de lo que es el amor sabía la comunidad del Discípulo Amado, tan lo sabía, que el autor del cuarto evangelio renunció a su nombre para ser simplemente conocido así, como el Discípulo Amado, por Jesús y por su Padre. Dos claras definiciones del amor nos da esta comunidad cristiana, la que estuvo a pun

Unidos a la vid

Juan 15,1-8 Un día, sentadas en el piso, de espaldas, mirando hacia el horizonte, platican Mafalda y Susanita. Dice Mafalda: "Más de una vez me he preguntado cómo es que siendo tan distintas, podemos ser amigas." "Bueno, hay que reconocer que a veces la pasamos bien, será por eso que somos amigas", responde Susanita. "Sí claro, pero, ¿y cuando te pones estúpida?" "¿Y vos tarada?" "¿Y vos zanahoria?" "¿Y vos papafrita?" "¿Cómo podemos ser amigas cuando no nos aguantamos?", pregunta al final Mafalda. "¡Qué sé yo!", responde Susanita, "pero antes de no aguantar a un extraño, qué querés que te diga, prefiero toda la vida no aguantarte a vos". Y así diciendo, las dos se abrazaron.  En sus diferencias, pero también en su sinceridad, está la clave para la fiel amistad de Mafalda y Susanita. Porque dos temas me parece que están de fondo en las palabras de Jesús, dichas en la noche de la última cena