Marcos 1,14-20 Recuerdo perfectamente bien aquellos días, los días previos a mi ordenación presbiteral. Yo estaba viviendo en Guadalajara. Había presentado el Examen de Universa un martes; había defendido mi tesis sobre san José el miércoles, y al día siguiente, jueves, me ordenaron diácono, un tiempo récord, en aquellos días. Ése fue el último día que me dormí formando, y al día siguiente ya era yo formador. Vino el Capítulo Provincial, cambió el Gobierno, y el que entró aceptó mi solicitud de ordenación presbiteral. Los planes eran que me ordenara en la Ciudad de México, en la Parroquia de la Sagrada Familia, nuestra Casa Madre, por don Hermenegildo Ramírez, también misionero josefino. Por lo tanto, habría que pedir el permiso en la Arquidiócesis de México, para que pudiera ordenarme Don Mere. Y ese trámite se hace con tres meses de anticipación. Así lo hicimos, pero el permiso no salía, ya porque faltaba un documento, ya porque faltaba otro, hasta fotografías de cuerpo enter