Juan 20, 19-31 Cantaba Pedro Infante que de las lunas, la de octubre es más hermosa. Y en efecto, la luna de octubre, la del jueves 11 de octubre de 1962 fue una luna excepcionalmente hermosa, hermosa por su luz, hermosa por su paz, hermosa por la esperanzada noche de la que fue testigo. Ese día el Papa Juan XXIII había inaugurado en la Basílica de san Pedro el Concilio Vaticano II. Un Concilio es la reunión de todos los obispos de la Iglesia, que tiene la finalidad de tratar y definir asuntos relativos a la fe, a la moral y a la disciplina en la Iglesia. Los concilios son conocidos por el nombre de la ciudad en que se lleva a cabo. El último Concilio de la Iglesia había tenido lugar en 1869, en el Vaticano, en medio de la lucha por la unificación de los estados italianos y la disputa por los territorios pontificios. Antes de ese Concilio, el Vaticano I, el último Concilio, y el de mayor influencia, había sido el Concilio de Trento, celebrado entre 1545 y 1563, para reorganizar y de