Mateo 4,12-13 Cierto día en que la mamá de Mafalda ficaba cebolla tan afanosamente que no podía contener el llanto, Mafalda le acercó con un globo terráqueo, "qué haces con eso aquí", le preguntó la mamá: "Pensé que te gustaría llorar por algo más altruista que una cebolla." A veces contemplamos el mundo en que vivimos y dan ganas de llorar. Parece que hace mucho que el país se nos fue de las manos, como se nos hubiera escurrido como agua y, con él, los días de paz y de prosperidad económica tantas veces prometidos y pocas veces alcanzados. Parecen muy lejanos en que podíamos dejar que los niños salieran solos a la calle, en los que nos daban las monedas hexagonales de diez pesos y podíamos comprar sopes, jugo y chicles a la hora del recreo. Si uno piensa en el cadáver decapitado de mujer que anduvo paseando por las estaciones del metro de la Ciudad de México hace apenas unas semanas; si pensamos en el clima de violencia de vive Michoacán, en la desesperación de