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Mostrando entradas de enero, 2014

La luz de Jesús

Mateo 4,12-13 Cierto día en que la mamá de Mafalda ficaba cebolla tan afanosamente que no podía contener el llanto, Mafalda le acercó con un globo terráqueo, "qué haces con eso aquí", le preguntó la mamá: "Pensé que te gustaría llorar por algo más altruista que una cebolla." A veces contemplamos el mundo en que vivimos y dan ganas de llorar. Parece que hace mucho que el país se nos fue de las manos, como se nos hubiera escurrido como agua y, con él, los días de paz y de prosperidad económica tantas veces prometidos y pocas veces alcanzados. Parecen muy lejanos en que podíamos dejar que los niños salieran solos a la calle, en los que nos daban las monedas hexagonales de diez pesos y podíamos comprar sopes, jugo y chicles a la hora del recreo. Si uno piensa en el cadáver decapitado de mujer que anduvo paseando por las estaciones del metro de la Ciudad de México hace apenas unas semanas; si pensamos en el clima de violencia de vive Michoacán, en la desesperación de

El Cordero de Dios

Juan 1, 29-34 La escena está casi al inicio del cuarto Evangelio, y es la primera en la que aparece Jesús, tras la presentación de Juan el Bautista y de su ministerio. La gente insistía en que Juan dijera quién era él, como si fuera Susanita, la amiga de Mafalda, que cuando jugaba a los vaqueros y le cayó el balazo de mentiritas, dijo: "Oh, muero... hondo pesar causa entre la gente a la que se granjeó son su afecto y su cariño... deja un vacío difícil de llenar, por naturaleza bondadosa...", y sus amigos la dejaron sola. Juan no dio testimonio de sí mismo, sino de Jesús: "Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo." Después dirá que ha visto descender sobre él al Espíritu Santo, que bautizaría no con agua, sino con Espíritu Santo, y que era el Hijo de Dios. La figura del Cordero de Dios no es cualquier figura. Se trata quizá de uno de los signos religiosos más importantes del judaísmo. El cordero es la cena de la noche de Pascua, la noche de la li

El cumplimiento de toda justicia

Mateo 3.13-17 La escena corresponde al bautismo de Jesús, que es la fiesta que celebramos como Iglesia este domingo. Es un hecho histórico sucedido, según dicen los investigadores, en la primavera del año 28 de nuestra era. Nadie pone en duda que Jesús fue bautizado por Juan en el Jordán, pero no es una idea que le haya gustado a todo el mundo, al menos no a todos los primeros cristianos. Juan bautizaba en la orilla del río Jordán, del lado por el que el pueblo liberado de la esclavitud en Egipto lo había cruzado para establecerse en la tierra que el Señor había prometido a su pueblo.   Parece que Juan pertenecía a una familia sacerdotal. En todo caso, Juan se hizo líder de un movimiento religioso alternativo al sistema religioso del Templo de Jerusalén. El judaísmo se había organizado en torno a la Ley de la Pureza. La pureza era el signo distintivo del judío; todo lo extranjero, en automático, era impuro. En consecuencia, el imperio romano, extranjero y opresor, era impuro. El

Buscadores de Dios

Mateo 2,1-12 Cada año celebramos esta fiesta, y la llamamos la "Epifanía" o manifestación del Señor, pero empiezo a tener mis dudas de la pertenencia de este nombre. Yo sé que esta fiesta resalta el alcance universal de la manifestación de Dios en la persona de Jesús, y que la lectura del relato de los sabios de oriente, mal llamados "magos",  habla de la universalidad étnica, apuntalada por la manifestación de Dios a los paganos por medio de la mal llamada "estrella de Belén", porque yo no puedo pasar por alto que la susodicha estrella como vehículo de comunicación del lugar en el que ha nacido el Emmanuel deja bastante que desear; incluso, las consecuencias de sus fallas de operación en el mundo del relato fueron mortales.   Sé también que la manifestación de Dios es universal socialmente hablando, puesto que incluye a los marginados del mundo del dinero y del poder, como lo son María y José, que viven en la pequeña Belén, y no en Jerusalén, la ri