Marcos 13,33-37 Nos situamos hacia el final de la vida pública de Jesús. Ha entrado ya a Jerusalén, y ha desafiado al poder religioso judío, que se ha aliado con los representantes del poder político de Roma. Durante esa última semana de su vida terrena, al salir un día del Templo, uno de sus discípulos expresó a Jesús su admiración por la majestuosidad del Templo. Jesús le respondió que un día no quedaría piedra sobre piedra. Los discípulos le preguntaron entonces cuándo ocurriría eso. Jesús respondió con un largo discurso en el que aseguro no conocer ni el día ni la hora, pero los exhortó a estar alertas, y los invitó a observar los signos que distinguirían la hora. Las palabras del fragmento del evangelio de este día son el final de este discurso de Jesús. Y lo último que dice Jesús es una parábola sobre el dueño de una casa que se retira, y encomienda a cada uno de sus siervos que cumpla su tarea, y al portero que vigile la casa, y les pide que estén atentos, porque no sab