Mateo 21,28-32 Jesús se encuentra en el Templo de Jerusalén, ha expulsado de ahí a los vendedores, como signo de que el amor de Dios no se compra; ha entrado en un conflicto directo y de frente con los representantes del poder religioso. Los sacerdotes y los ancianos entran en escena para preguntarle con qué autoridad ha hecho esto. Jesús les responde con otra pregunta, quiere saber qué piensan ellos sobre el bautismo de Juan, de dónde venía, del cielo o de la tierra. Ello razonan que si decían que del cielo, les preguntaría porqué no le creyeron; y si decían que de la tierra, la gente les reclamaría, pues tenían a Juan por un profeta, así que mejor dijeron que no sabían. Jesús les dice que él tampoco les dirá con qué autoridad ha expulsado a los vendedores del Templo. Pero la escena no termina ahí. Inmediatamente, Jesús cuenta una parábola a los sacerdotes y a los ancianos del Templo. La historia de dos hijos a los cuales su padre envió a trabajar a su viña. El primero dijo &