Lucas 19,1-10 Jesús se encuentra en el último tramo de su viaje a Jerusalén, su misión está culminando y necesita subrayar lo más importante de su mensaje: Que Él, el Hijo del Hombre ha venido para buscar y salvar lo que estaba perdido. La ocasión se da cuando Jesús entra en Jericó y atraviesa la ciudad. Tras la entrada de Jesús en este poblado, la narración se centra en un personaje socialmente mal visto: Zaqueo, un rico cobrador de impuestos para Roma y, por lo tanto, traidor de su pueblo. De Zaqueo se nos dan otros dos datos: que es un hombre de baja estatura, y que desea conocer a Jesús. El problema en esta escena, sin embargo, es desconcertante: para poder conocer a Jesús, Zaqueo no se enfrenta a su condición de cobrador de impuestos, ni su baja estatura sería problemática, de no ser por ¡la gente! En efecto, son los demás los que impiden que Zaqueo pueda ver a Jesús. Pareciera que hay un cerco que bloquea el acceso a Jesús, y el perjudicado es alguien verdadera y urgentemente nec