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A ustedes los llamo amigos

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Vid y sarmientos; uvas y vino

Juan 15,8   “A veces se me antoja una ensalada de frutas, principalmente de uvas; bueno, de puras uvas, uvas fermentadas. Ok, un vinito.” Es un hermoso mensaje que corre por las redes sociales. No se puede pensar en uvas sin pensar en vino; al menos no en el evangelio. Jostein Gaarder, el autor de El mundo de Sofía, tiene varias novelas maravillosas, dos de ellas son muy conmovedoras: La joven de las naranjas, y Simplemente perfecto. En cierto sentido son novelas que se parecen: nos encontramos al inicio con personajes que frente al umbral de la muerte, y de la muerte relativamente temprana, recuperan sus vidas; se las cuentan por escrito a sí mismos en forma de cartas para su familia, para entenderse; pero al leerlas nosotros, nos llevan a hacernos las mismas preguntas que ellos se hacen: Nacimos sin quererlo y moriremos también sin quererlo; aún así, ¿vale la pena vivir? ¿Qué somos realmente? Se pregunta Albert, el protagonista de Simplemente perfecto:   No podemos descartar por comp

Resurrección: Esperanza de los invisibilizados

Lucas 24,35-48   Muchas veces me he preguntado qué sienten, qué piensan las personas que descuartizan a otros, los que cuelgan cabezas de los puentes, los que desaparecen cadáveres en fosas clandestinas. Sin duda, porque lo que llamamos crueldad es un nivel impresionante de deshumanización, al que no se llega por curiosidad ni por tranquila elección, eso es un hecho.  La ira de los murciélagos , de Mikel Ruiz, cuya historia muestra las luchas de poder en San Juan Chamula, me puso frente a una de estas escenas con bien logrado efecto de repulsión y ganas de salir corriendo, como hacemos tantas veces, a negar la realidad, y a hacer que no pasa nada, que todo está bien. Y cuando lo realidad se nos cruza en el camino, lo primero que hacemos es juzgarla y etiquetarla, sin realmente atrevernos a plantarle la cara y preguntarle por qué; atrevernos a ver más allá para saber o al menos intuir qué hay detrás de todo ello.   Qué hay detrás de alguien que se ha deshumanizado al punto de deshumaniz

La misericordiosa ternura de nuestro Dios

Domingo de la Divina Misericordia Decía san Francisco de Sales que si tienes un burro y yendo por la calle se te cae, no vas con un bastón a darle de golpes en las costilla, para que se levante; más bien te acercarás, le tomarás la cabeza y le dirás: “¡Venga, pongámonos en marcha! Reemprendamos el camino, la próxima vez te fijarás más!” La anécdota la cuenta el Papa Francisco en una entrevista que concedió al periodista Andrea Tornelli, publicada en un pequeño libro en enero de 2016, al poco de haber iniciado el Jubileo de la Misericordia. El libro se llama   El nombre de Dios es misericordia . Releí el libro ayer, pensando en la celebración de este domingo, dedicado a la Divina Misericordia. Me deja sentimientos encontrados. Por un lado, creo el pensamiento de Francisco sigue madurando, profundizando (tengo la esperanza de que lo mismo pase con mis ideas, y que mi pensamiento no sea como los cangrejos. Una vez en la playa Mafalda vio a un cangrejo caminando —hacia atrás, como hacen el

El "triunfo" de Jesús

Domingo de Ramos Marcos 11,1-10     Su pueblo lo llamó “Africanus”, el africano; y sin él Roma no habría llegado a ser el imperio que fue. Publio Cornelio Escipión. Fue iniciado en la guerra por su padre, y entrenado militarmente por su tío, de quien aprendió a hacer un giro con la espada muy propio de su familia para entrar en combate a muerte.  Conocedor de la derrota y el exilio, a Escipión el Africano, el Senado de Roma se negó reiteradamente a concederle el llamado “triunfo”, la entrada festiva en la ciudad reservada sólo para los cónsules que hubiesen conseguido una gran victoria militar. Al Africano se le concedió finalmente sólo después de derrotar a Aníbal Barca, de Cartago, en su propia tierra al norte de África, la mayor amenaza de Roma hasta entonces, dos siglos antes de Cristo.    “¡ Imperator, imperator, imperator !” lo aclamaban los militares de las llamadas “legiones malditas”, las que conocieron con él la derrota y el exilio, las que regresaron de su maldición para arr

Amor y salvación: regalos, no mercancías

Juan   2,13-25   Todos tenemos derecho a enojarnos con los libros, con las personas, con nosotros mismos, que somos personas y en más de un sentido también somos libros; e incluso con Dios. En consecuencia, todos tenemos la maravillosa oportunidad de reconciliarnos con los libros, con las personas, con nosotros mismos y, por supuesto, con nuestro Padre. Si no la hubiera comprado en versión electrónica, habría aventado  La Biblia de barro , de Julia Navarro al bote de la basura, porque en el mundo de su novela, una arqueóloga, Clara Tannenberg, nieta de un criminal nazi protegido por Sadam Hussein, descubre en Ur de los Caldeos, en Irak, un par de tablillas de barro con el texto del Génesis tal como lo tenemos en nuestras Biblias, cuyo texto habría sido dictado por Abram a un escriba.    Como entonces, hace unos ocho años, daba clases de Biblia, me pareció aberrante que la autora no se hubiera puesto al día en cuanto a la investigación sobre la autoría y composición de los textos del Gé

Testigos de la Transfiguración

Marcos 9,2-10   “Sólo los ángeles pueden permitirse el lujo de ser espectadores”, eso dijo Gris Marsala, la monja que también hacía labores de albañilería en la Parroquia de nuestra Señora de las Lágrimas, en Sevilla, al P. Lorenzo Quart, el sacerdote que más bien parecía un agente tipo James Bond, o ejecutivo de empresa, al que la Santa Sede envió a Sevilla para investigar las muertes ocurridas en esa vieja parroquia que se resistía a ser derrumbada, “una iglesia que mata”, según decía el mensaje que un hácker logró introducir en la computadora personal del mismísimo Santo Padre.    Esta novela,  La piel del tambor , de Arturo Pérez Reverte, también está en el top 10 de las que recuerdo con emoción. A primera vista sus personajes podrían parecer irreales, pero lejos de ser ángeles, son profundamente humanos. El P. Quart, es en sacerdote que en la novela apenas celebrará misa una sola vez y no sin resistencias; una vieja aristócrata que prefiere una coca fría a un café caliente; su hij