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Mostrando entradas de enero, 2021

Un oscuro demonio

Marcos 1,21-28   —¿Por qué está tan oscuro?— preguntó Bastian a la joven emperatriz de Fantasía. —Al principio, siempre está oscuro— le respondió.   El diálogo ocurre en la película  La historia sin fin , de un nostálgico año 1984; cuando finalmente Bastian acepta que él mismo forma parte de la trama del libro que está leyendo, cuando la Nada, la oscura y terrible nada, lo ha destruido todo, excepto un luminoso grano de arena del antiguo reino, tan diminutoo que cabe en la palma de la mano de la joven emperatriz, que agonizaba y necesitaba de un nuevo nombre para salvarse y salvar a su reino.   Los principios siempre son oscuros. Lo primero que creó Dios, según el relato del Génesis, fue la luz; antes de ella todo era, como dice el mismo relato, “caos y confusión”, que aparecen así como sinónimos de oscuridad. Sin luz no vemos nada, ni lo que hay delante o detrás de nosotros, ni lo que tenemos ni mucho menos lo que somos nosotros mismos. El problema está en que, después de mucho tiempo

"Vengan detrás de mí"

Marcos 1,16-20   —Dios en vez de enviarnos un rayo para calcinarnos —dijo Zorba a Basil—, nos otorga la libertad—. Y luego le pregunta ansioso:  —¿Tú entiendes, patrón?   Es un diálogo de  Zorba el griego , de Nikos Kazantzakis. En la reflexión le habló del día en que el Príncipe Jorge posó su pie en la isla de Creta.   —¿Has visto alguna vez a un pueblo donde todos enloquezcan a la vez porque han visto su libertad? ¿No? Entonces, pobre patrón mío, naciste ciego y ciego has de morir. Yo, aunque viviera mil años y no me quedara sino un trozo de carne viva, lo que vi aquel día no lo voy a olvidar… —¿Qué pasó en Creta, Zorba? ¡Cuenta!... —¡Pero si te estoy diciendo que este mundo es un misterio y el hombre una bestia muy grande y un dios muy grande. Un guerrillero asesino que había ido conmigo desde Macedonia, Yorgaros de nombre y que había perpetrado lo que no está escrito, un cerdo asqueroso, lloraba. «¿Por qué lloras, so cochino?». Pero él se me echó encima y venga a besarme y a llorar

Hurgar el corazón, contar historias

Juan 1,35-42                                       Para Beto, que ya descansa en el corazón del Padre.                                    Para Claudia, Diego y Sebastián,                                     que caminarán buscando y hallando las huellas de Beto resucitado.     Todos los escritores —yo apenas he escrito un cuento, pero no importa— nos enfrentamos siempre a un gran problema: cómo vamos a iniciar lo que vamos a contar, a partir de qué, si desde el inicio, o desde una anécdota intermedia, o creando un suspenso, hacia el final de la historia que queremos contar. Lo cierto es que si en el inicio no ganamos la atención de los lectores, ya no lo lograremos. Lo mismo pasa con el discurso. En un taller de oratoria me preguntó uno de los participantes qué hacer si perdía la atención de los oyentes. “Tener vergüenza y terminar inmediatamente”, fue mi respuesta. Toño Malpica, escritor para niños y jóvenes, comienza su relato  Los mil años de Pepe Corcueña  —sobre el secuestro de un

Epifanía: la universalidad del amor

Mateo 2,1-11   Alejandro Magno soñaba con un imperio universal, que llegara hasta la orilla del mundo, donde el mundo terminaba rodeado de agua, según las enseñanzas de su maestro, Aristóteles. “«La Tierra», proclamó Alejandro en uno de los primeros decretos que promulgó, «la considero mía».” Ptolomeo, el gobernante que Alejandro impuso en Egipto, tras la muerte de éste, optó por no pelear el poder del imperio, que se resquebrajó. Ptolomeo prefirió la universalidad del conocimiento. “Reunir todos los libros del mundo es otra forma —simbólica, mental, pacífica—, de poseer el mundo.” Es la opinión de Irene Vallejo, en  El infinito en un junco.  Pero en el Evangelio descubrimos que la única universalidad que importa a Dios es la del amor; amar a todos, que el amor llegue a todos, comenzando por los últimos. Él es el Amor, y Él toma la iniciativa. El relato de los sabios de Oriente, del evangelio de san Mateo, lo pone de manifiesto.    A los pueblos que leían las estrellas buscando entende