Pentecostés 2020 “Dicen los viejos que en otro tiempo no había fuego en el mundo, y todos los seres se reunieron para ver cómo podían conseguirlo.” Es el inicio de “El sapo y el fuego”, cuento de Felipe Garrido, de su antología Conjuros. Es como un bella y alternativa versión del mito de Prometeo, el titán que se compadeció de los seres humanos y robó a Zeus el fuego del Olimpo y lo entregó a los humanos. Pero el robo desató la ira de Zeus, y castigó a Prometeo encadenándolo en una montaña, para que un buitre comiera a picotazos su hígado durante la noche; el hígado se regeneraba en el día, y la tortura se repetía infinitamente, inmisericordiosamente, hasta que Hércules suplicó a Zeus, y éste levantó el castigo, pero convirtió en anillo el grillete que sujetaba a la roca a Prometeo, para que nunca olvidara la esclavitud a que lo había condenado la terrible ofensa de su robo. El cuento de Garrido es mucho menos cruel. Y mucho más bonito. La paloma, el cuervo y el perro se o