Me cae bien san Pablo. Y eso significa que lo admiro, un gran maestro y un gran discípulo. Llegó a ser un gran rabino en judaísmo farisaico porque seguramente fue un alumno disciplinado y exigente consigo mismo. Basta leer cualquiera de sus cartas para comprobar su conocimiento de la Escritura. Y eso me gusta de él. Habiendo nacido fuera de la zona de Palestina, supo de Jesús como muchos otros por lo que contaron de él otros judíos de la diáspora que fueron testigos de la muerte de Jesús en la cruz, y probablemente también de su resurrección. No les creyó. Él mismo cuenta cómo persiguió a la comunidad cristiana de Damasco. Estamos acostumbrados a imaginarlo con la espada matando cristianos. Parece que más bien polemizaba con ellos en la sinagoga, quizá con cierta ironía. Imaginamos su conversión también de manera aparatosa, con caída de caballo incluida, pero por lo que cuenta de sí mismo parece que su vocación fue más humilde aunque no por ello menos espectacular. Quizá a me