Marcos 4, 26-34 La narración de Marcos, después de las primeras curaciones de Jesús, de la conformación de su grupo de seguidores más cercanos, los Doce (símbolo del nuevo Israel), y de la nueva familia vinculada no por la sangre sino por el Reinado de Dios, nos ofrece ahora dos parábolas, precisamente, sobre la realidad de este nuevo Reinado. Uno, la parábola del grano que un hombre arroja en la tierra. El hombre siembra, pero es la tierra la que acoge, madura y hace fructificar. Segundo, la del grano de mostaza, el más pequeño de los granos que, sin embargo, tiene la capacidad de crecer y dar cobijo con su sombra a las aves. Creo que todos tenemos la experiencia. Iniciamos con todo el entusiasmo: los proyectos, los caminos, los grupos, la vida misma. Pasa el tiempo y sentimos el desgaste de la fuerza, los resultados no se dan y el ánimo cada vez se viene más abajo. O bien, los proyectos quedan a la mitad. La vida humana nos confronta también. Gente que muere antes de tiemp